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Sábado, 19 de mayo 2018
La familia Garrido recibió en 2003 la Medalla de Oro de San Sebastián de manos de Odón Elorza, entonces alcalde de la capital donostiarra. «Al principio era muy doloroso viajar a San Sebastián, nos dolía mucho hacerlo, pero con el tiempo las heridas se calman un poco y ahora vamos sin ningún problema», dice Fernando, que cree que su forma de ver la vida y en concreto un acontecimiento tan duro para su familia tiene que ver con su espíritu de la montaña: «Allí arriba te das cuenta de que lo más importante es regresar vivo. Siempre tienes que ir hacia adelante pero no puedes cometer locuras. La montaña significaba mucho para mi padre y en buena medida parte de esa pasión me la contagió él». Elvira recuerda que su padre siempre les había dicho que al morir esparcieran sus cenizas en el alto de la Collarada y que sonara algo de música clásica.
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