De las pioneras ocultas a las actuales mujeres del vino

La historia del vino ha tapado perfiles de mujeres imprescindibles, mientras sus actuales protagonistas reflexionan sobre el papel de la mujer en el Rioja de hoy en día

Alberto Gil

Logroño

Miércoles, 8 de marzo 2023, 11:14

En la historia contada del Rioja no hay mujeres...», sostiene el profesor Emilio Barco en su último libro, 'Certezas y Fantasías en la Historia del Rioja', pero, tras bucear en numerosos fondos documentales, el autor concluye al mismo tiempo que «sin mujeres no hay Historia ... del Rioja». Toda una paradoja.

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Sobre el trabajo, y el papel, de las mujeres en el campo, en el viñedo, sí que hay numerosa documentación, de cómo históricamente han estado especializadas en tareas como escardar, desnietar, azufrar..., mientras que las más exigentes físicamente (podar, cavar, prensar...) solían recaer en los hombres. Aunque bien es sabido que la mujer históricamente tenía también 'otras' labores clave en el mundo rural, que el propio Barco describía así, en homenaje a su madre en su libro anterior, 'Donde viven los caracoles': «La Teresa es la que hace la comida, prepara la ropa, administra el dinero, hace la conserva, pare, cría y educa hijos, la que va al campo cuando no hay para pagar jornales... Y aún siguen preguntando algunos sociólogos, que ven el mundo con las gafas de una encuesta, por qué en el campo hay más hombres que mujeres y por qué, en los pueblos de La Rioja, el índice de mozos viejos es tres veces superior al de la capital. Tendrá que ver con el cambio climático, ¿eh Teresa?».

El autor de 'Certezas y Fantasías' ha rebuscado en la historia el protagonismo fundamental, pero negado por los historiadores, de las mujeres, no trabajadoras, sino propietarias históricas de viñedos y bodegas. Barco asegura que visibilizar el papel de aquellas pioneras, incluso en el origen de todo en los siglos XVII y XVIII, es una de las «investigaciones pendientes» y cita a tres de esas mujeres pioneras, cuya importancia descubrió estudiando los archivos de la familia Pelayo de la Mata (los marqueses de Vargas).

María Teresa de Tagle Madariaga (1771-1824)

Esta primera protagonista vivía en Cartagena de Indias, en Colombia. Recaló en Logroño por una herencia del hermano de su marido, Nicolás de la Mata y Carrillo, en favor de sus tres hijos de corta edad y por cuyo derecho tuvo que pleitear insistentemente con otra familiar, María Luisa Blázquez, que se consideraba única heredera de los bienes y propiedades. Entre otras muchas, María Teresa de Tagle gestionó la que hoy es la finca de Bodegas Marqués de Vargas, en Logroño, las bodegas de la calle Mayor y Rúa Vieja, así como las de Corera. Emilio Barco sostiene en su libro que aquella herencia, y la predisposición de María Teresa para abandonar Cartagena de Indias y venir a La Rioja, es la base de la actual hacienda del marqués de Vargas.

Ramona Norberta de Albiz Ruiz del Castillo (1768-¿?)

Prima de los Quintano, era propietaria de casa, viñedos y bodega en Labastida. Se casó con un comerciante ilustrado, con negocios en Bilbao. Ramona de Albiz era una de las pocas cosecheras que en el siglo XVIII ya elaboraban vino con el nuevo método Medoc (el que luego cuajó más de medio siglo después) y a quien la historia contada de Rioja ha negado ese protagonismo que, sin embargo, sí ha recaído en los hermanos Manuel, Diego y José Quintano. Barco sostiene en su libro que «habrá que seguir trabajando en los archivos para conocer mejor la vida de esta mujer ignorada en la historia de Rioja y que, intuyo, fue protagonista de los cambios que permitieron pasar del Rioja de los hidalgos al Rioja de los liberales».

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Vicenta Quintano Santamaría (1724-1804)

Es la madre de los famosos hermanos Quintano. Quedó viuda con 36 años, con tres hijas y cuatro varones de corta edad. Barco, en su libro, da por hecho que era Vicenta quien se ocupaba de las viñas y de elaborar el vino. De hecho, sus cuatro hijos cursaron estudios. Diego, el primogénito hizo la carrera militar y fue herido y regresó a Labastida, inválido, donde compró viñas y fue alcalde. Manuel, clérigo, invirtió también en la compra de viñas, tierra, casa y bodega en Labastida, al igual que José, también cura. Pero, antes de todo ello, de la hacienda de Vicenta hay constancia documental de que se cultivaban 30 hectáreas de viña y se vendían cuatro mil cántaras de vino y en todos esos libros de contabilidad quien figura es Vicenta Quintano: «A quienes se cita en los textos que narran la pretendida historia del Rioja es a sus hijos, Diego, el militar retirado, Manuel, el deán y a José, el cura arrepentido, de quienes se cuenta que viajaron a Burdeos, trajeron las técnicas de elaboración del Medoc y se enfrentaron a la Junta de Cosecheros de Labastida en defensa de la libertad de comercio». De Vicenta Quintano, madre y pionera, apenas nada se ha escrito: «Cuándo se investigará el trabajo de las mujeres en la historia del Rioja» se pregunta Emilio Barco. El autor de 'Fantasías y Certezas' tiene claro que la historia que se ha contado del Rioja ha sido «muy injusta con las mujeres del vino».

Tres mujeres del sector, pioneras a su modo como Elena Adell, Marisol Ruiz y Berta Valgañón, cuentan cómo empezaron, en el siglo XX, y también en este XXI, su propia aventura de ser mujer en el mundo del vino, en el 'planeta Rioja'.

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Elena Adell | Enóloga y agrónoma

«Llamaba la atención por ser mujer, pero también por ser enóloga y salir al campo»

La veterana enóloga de bodegas como AGE o Campo Viejo admite haber soportado algunas 'bromitas' pero también haberse ganado el respeto

Elena Adell, directora técnica de Pernod Ricard Winemakers Spain, es, con toda probabilidad, la enóloga (y enólogo) que más vino de Rioja ha elaborado en bodegas como AGE y Campo Viejo. Con 37 vendimias a sus espaldas, Adell fue una pionera en la elaboración de vinos. Aunque en la actualidad ya son muchas las mujeres enólogas, ni mucho menos era lo habitual cuando ella empezó: «Aunque tuve que soportar algunas 'bromitas' molestas, en general la gente siempre me ha respetado y, de hecho, creo que tuve suerte en aquellos primeros años porque desde el primer momento conté con el apoyo de mis superiores». Adell, ingeniera agrónoma y enóloga, era una 'rara avis' en aquellos años ochenta del siglo pasado por ser mujer, pero también por salir del laboratorio: «Cuando empecé ningún enólogo iba al campo, pero yo sí. Era la 'chiguita' que visitaba las viñas y me preguntaban en Fuenmayor si no había hombres en la empresa que me mandaban a mí al campo... No les entraba en la cabeza, porque soy mujer pero también porque era enóloga e iba a las viñas».

Quizás también por ello afrontó desde el principio en las bodegas la responsabilidad de poner en marcha cuestiones clave como la certificación de procesos, auditorías, prevención de riesgos, desarrollo medioambiental: «Nadie quería hincarle el diente y, al final, ha sido fundamental para mi desarrollo profesional».

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Berta Valgañón | Viticultora y bodeguera

«En mi familia, mi abuela ya era la que dirigía a todos en el campo»

Ingeniera agrónoma, Berta cambió el despacho por la viticultura y la enología artesanal para elaborar los vinos de Pretium

Corría el año 2016 cuando Berta Valgañón (Pretium, Cuzcurrita) decidió dejar un despacho por el campo. Ingeniera agrónoma de formación, se instaló como joven agricultora, casi en rebeldía ante la jubilación de su padre, agricultor, y las perspectivas de arranque de sus viñedos centenarios en Villaseca por su escasa productividad: «Siempre había ido al campo como mi padre, pero cuando comenté los planes que tenía para el futuro sí que me dijeron, pero ¿a dónde vas hija?, con lo bien que estás en la oficina y con lo duro que es el trabajo en la viña...». Berta ha realizado estos años un ingente trabajo de recuperación de los viñedos familiares, adquiriendo maquinaria poco convencional para trabajar las pequeñas parcelas de esos viejos viñedos que convirtió en ecológicos, incluso con prácticas biodinámicas. Hoy elabora unas 17.000 botellas: «Lo único que me planteo para el futuro es ir creciendo poco a poco hasta conseguir vinificar las uvas de las diez hectáreas familiares, pero estoy muy satisfecha de lo conseguido hasta ahora».

No es para menos. Con una política absolutamente artesanal, dirige el campo, hace los vinos, ya que no tiene enólogo asesor, se encarga del papeleo –«casi es lo peor de todo», matiza–, etiqueta y lacra casi manualmente sus botellas y ha logrado situar sus referencias (Pretium y Berta Valgañón) en algunos de los mejores restaurantes de España y del mundo:«Empecé sola, y no hay muchos ejemplos en la zona, pero he sabido tirar para adelante».

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El trabajo no estaba únicamente en el campo, ya que Berta Valgañón decidió también rehabilitar el antiguo calado familiar de Cuzcurrita para elaborar sus vinos, con menos comodidad que un pabellón, pero con el encanto de la recuperación de una actividad en el pueblo y en la propia familia: «Mi padre fue viticultor, pero no elaboró vinos, mientras que sí lo hacía mi abuelo y yo quería hacerlo también en su bodega».

La viticultora cree que en la actualidad el hecho de ser mujer no es que suponga una penalización en el mundo del vino, pero también aclara que «a veces cuesta más que te crean que eres tú quien hace todo el trabajo e incluso entrar en determinados puntos de venta, pero no me quejo».

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Sobre el papel de la mujer en la historia del vino de Rioja sí tiene claro que hasta hace poco siempre ha estado en un segundo o tercer plano, cuando su protagonismo ha sido mucho mayor: «Sin ir más lejos –explica–, mi abuela era quien dirigía a todos sus hijos en la explotación familiar del campo, era la 'patriarca' de la familia, y también mi madre ha trabajado en el campo con mi padre; ahora, aunque mi marido también es agricultor, es cerealista, así que soy yo quien lleva mis hijos a la viña...». «Es decir –continúa– las mujeres siempre hemos tenido un papel primordial que, quizás, no está en los libros así escrito, pero que, sin lugar a dudas, es una realidad».

Marisol Ruiz | Gerente

«Antes siempre había alguien que dudaba de tu capacidad de decisión»

«Grandes pioneras pusieron las cosas en su lugar», afirma la gerente de Viña Ijalba, distinguida desde su origen por su carácter pionero

La gerencia es un puesto clave en la bodega para el que, aún hoy en día, escasean mujeres. Marisol Ruiz lleva quince años en el cargo, en Viña Ijalba, y después de otros tantos dirigiendo internamente el negocio familiar: «Siempre ha habido mujeres en este mundo, pero sí que al principio eran más bien pocas y, gracias al trabajo de esas grandes pioneras que pusieron las cosas en su lugar, hemos llegado luego otras».

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«Antes de la gerencia –continúa–, me ocupaba entre otras cosas de las compras por ejemplo, y siempre había alguien que dudaba si tenías capacidad de decisión, pero hoy las cosas son diferentes».

Ijalba construyó de cero una bodega rompedora en su momento, pionera en la recuperación de variedades minoritarias, en la viticultura ecológica e incluso en el diseño de sus botellas y etiquetas:«Nos dijeron de todo cuando apostamos por una botella más larga de lo habitual», recuerda entre risas, «pero había que diferenciarse».

Marisol Ruiz sí tiene claro que la figura de su padre, Dionisio Ruiz Ijalba, el fundador de la bodega, siempre fue una importante ayuda: «Es muy inteligente, tenía claro que debía hacer algo distinto y nos ha abierto muchas puertas». La hija de Marisol, Cristina, lleva hoy la exportación en la bodega y trabaja codo con codo con su madre, con lo que para el futuro podría seguir el relevo femenino al frente de Ijalba.

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