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Las riojanas María Ruiz y Elisabeth Terrero son dos «mujeres de hormigón armado». Ese es el nombre del equipo que forman y con el que ... participan esta semana en la feria internacional Cevisama, dedicada a la cerámica, arquitectura y equipamiento de baño y cocina, y que se celebra en Valencia. Las dos son alumnas del ciclo formativo de grado medio Obras de Interior, Decoración y Rehabilitación del IES Batalla de Clavijo de Logroño y han sido seleccionadas para participar en un concurso de alicatado y solado cerámico. «Son las alumnas más sobresalientes del grupo y así visibilizamos la nula presencia femenina en el sector», destaca Gonzalo Valiente, jefe del departamento de Edificación y Obra Civil. Ruiz y Terrero compiten con otros seis equipos de centros de toda España con el fin de poner en valor el aprendizaje del módulo específico del ciclo.
«Propuse el enfoque sobre la mujer como elemento fundamental y su incorporación a la construcción y a la FP como creación de talentos, cuando ahora se adolece de formación, lo que provoca la parálisis del sector», expone Gonzalo Valiente. En su promoción, Ruiz y Terrero fueron solo cuatro mujeres entre veinte alumnos, aunque serán las únicas a egresar. Pronto serán técnicas en obras de interior, decoración y rehabilitación, es decir, albañiles. Actualmente en el primer curso del ciclo hay paridad.
El profesorado también percibe un alumnado más adulto, con más interés en la formación y más madurez, que tiene claro lo que quiere. «Antes parecía que si no valías para nada te mandaban a la obra pero aquí hay formación para el albañil», señala Valiente. El ejercicio a realizar en la feria es un alicatado con cerámica de 2 por 1,5 metros en suelo y pared. «La mujer tiene que tener presencia, por eso propuse a dos de las mejores alumnas para formar el equipo», destaca Valiente, quien imparte la formación junto a los profesores de taller Rodrigo Asenjo y Víctor Presa.
María Ruiz tiene 35 años, es de San Sebastián pero reside en Logroño desde hace diez años. Después de trabajar mucho tiempo en hostelería quiso cambiar de sector cuando fue madre porque la conciliación era muy difícil. «Hasta sufrí un despido por el embarazo. Tuve la opción de encauzar el trabajo y me gustaba este grado, me decidí y ahora estoy súper contenta», asegura María.
La mayoritaria presencia masculina en el sector no le preocupó. «Sabía que tendría que lidiar con lo que fuera. Yo ya había hecho soldadura cuando era más joven pero tuve problemas para colocarme. Aún así, decidí entrar», recuerda María. Y es que para ella el alicatado es «un ejemplo evidente de que tanto una mujer como un hombre, si se esfuerzan, lo pueden hacer perfectamente». «Nos han enseñado bien, lo podemos hacer bien y se va a ver, estamos seguras», advierte.
Elisabeth Terrero, de 27 años, es venezolana pero vive en Logroño desde hace dos años. «Decidí estudiar esto porque no sabía qué hacer, busqué y vi este grado, que también incluye decoración, que me llama mucho», explica Elisabeth, a quien le atrajo que la formación fuera más práctica que teórica. La escasa presencia femenina en el sector no le importó. «Realmente pensaba que iba haber gente más joven, pero hay de todo. No tuve miedo, me siento preparada y decidida para hacer cualquier cosa», reconoce.
Y es que, pese a ser un ambiente laboral muy masculino, Elisabeth confía en el buen hacer de las mujeres. «Somos más detallistas y como no requiere mucha fuerza sino paciencia y conocimiento, creo que se nos da bastante bien», declara Elisabeth.
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