Jubilados paseando por la plaza Espolón Sonia Tercero

Las muertes de mayores por causas evitables se duplican en 5 años

Atragantamientos, caídas y siniestros domésticos agravan unas tasas que podrían mermar con actividad física, nutrición y retirada de barreras

Domingo, 2 de julio 2023, 02:00

Tres fallecidos cada semana en La Rioja. Una vida humana segada cada dos días, en su mayor parte de personas de edad avanzada, en un drama que no cesa de crecer para desesperación de expertos sanitarios y cientos de seres queridos que afrontan un ... último adiós inesperado e incomprensible por tratarse de muertes evitables, al menos gran parte.

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Se trata de los decesos achacables a causas externas, todas aquellas ajenas a enfermedades y patologías concretas e identificadas, en un capítulo que recopila cada año el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su 'Estadística de defunciones según la causa de muerte' y que en La Rioja ha duplicado sus tasas en el último lustro, un periodo breve, 2018-2022, pero en el que dicho epígrafe acumula en la región nada menos que 634 fallecidos. Un inquietante listado en el que aceleran con especial intensidad las caídas accidentales (116); las muertes por sumersión, ahogamiento y atragantamiento (123); otros accidentes y siniestros, muchos de ellos domésticos, (133); o los envenenamientos accidentales por psicofármacos y otras drogas (39); y en el que, por desgracia, también se mantienen los suicidios (130) y, de forma más moderada, las víctimas de accidentes de tráfico (60).

La tendencia alcista no ha remitido en los últimos años –97 víctimas mortales en 2018 y 107, 124 y 143, respectivamente, en los tres siguientes ejercicios, hasta desembocar en los 163 del pasado año (último disponible en el INE), con un repunte global en el lustro del 68,04%. La mayor parte de las muertes se produjeron en personas mayores, de hecho 115 de los 143 fallecidos riojanos por causas externas o evitables era mayores de 65 años, el 69,69%, en definitiva, 7 de cada 10. De ellos, 42 habían superado ya los 90 años.

En los casos de ahogamiento, atragantamiento y sofocación accidental, el 86%, 43 de las 50 víctimas mortales, eran mayores de 70 años, lo mismo que se detectó en el capítulo de 'otros accidentes', con 38 de los 43 fallecidos por encima de la edad de jubilación. Respecto a las caídas accidentales con muerte, solo 11 el pasado año en la comunidad –en 2018 fueron 39, al año siguiente 32 y en 2020 una veintena–, seis de ellas se produjeron en mayores de 65 años y solo tres en menores de 54. Los porcentajes en los grupos etarios más altos son incluso más leves en los otros dos epígrafes más dramáticos de esta estadística: los suicidios, con 14 de las 30 víctimas mortales por encima de los 65 años; y los accidentes de tráfico, con 6 de las 14 defunciones contabilizadas.

Muchas de estas muertes, no todas, serían evitables, según los expertos, gracias a un control médico rutinario y al cumplimiento de una serie de recomendaciones en el que una nutrición adecuada, una actividad física adaptada a la edad y el estado del paciente y la retirada de barreras y obstáculos figuran en mayúsculas.

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«Las caídas son uno de los grandes síndromes geriátricos y están presentes en muchos de nuestros pacientes. Desde luego uno de los principales motivos está en las alteraciones de la movilidad», explica el doctor Alberto Carpintero, geriatra en el Servicio Riojano de Salud (Seris), quien recuerda que «la fractura de cadera en pacientes mayores tiene una tasa de morbimortalidad nada desdeñable, incluso con cirugía en las primeras 48 horas. No solo es que aumenta el riesgo de muerte en los meses siguientes, sino incluso el de un empeoramiento en su calidad de vida».

Junto a las fracturas y sus consecuencias directas, el especialista señala, entre otros problemas, «el síndrome del temor a las caídas, que repercute con una alteración de la marcha y una tendencia al inmovilismo que, a su vez, va a devenir en una deshabituación física y en una pérdida de masa muscular, lo que provoca más riesgos de padecer otras enfermedades, sobre todo respiratorias y cardíacas».

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Protección muscular

Además de las bondades de mantener un ejercicio aeróbico adecuado a la edad y al estado del paciente, el doctor Carpintero añade que los pacientes geriátricos suelen padecer problemas nutricionales. «En líneas generales, los requerimientos proteicos en la dieta del mayor suelen ser más elevados, pero el problema es que esas necesidades proteicas más elevadas suelen acompañarse también de una pérdida más acelerada, por múltiples causas, de la masa muscular, lo que deriva en un incremento de esos aportes extras necesarios».

«La pérdida de masa muscular, además de otros problemas, eleva los riesgos de padecer otras patologías, sobre todo respiratorias y cardiacas»

Alberto Carpintero

Geriatra

Es la receta ideal para tratar de mantener una fuerza física adecuada y, con ello, una buena masa muscular. «El músculo no está solo relacionado con el sistema locomotor, sino que en muchas ocasiones funciona como un órgano endocrino y forma parte de muchos procesos metabólicos. El envejecimiento, por decirlo así, es un estado crónico de una inflamación leve y entonces se produce una destrucción un poquito más acelerada de la masa muscular y, a su vez, una mayor incapacidad para generar proteínas. Frente al riesgo de caída, la masa muscular no solo va a ser necesaria para tener la suficiente fuerza para recuperarse, por ejemplo, de un resbalón y mantener el equilibrio, sino que en caso de no lograr evitar la caída, va a formar parte de ese colchón amortiguador que protegerá las excrecencias óseas y reducirá el riesgo de fractura», sintetiza el doctor, que recuerda la complicación a la hora de abordar el problema de esta siniestralidad, en el que, además de las deficiencias en el sistema locomotor, pueden intervenir «múltiples factores y variables tanto patológicos –artrosis, alteraciones del ritmo cardíaco que causen cuadros sincopales, patologías cardiovasculares y neurológicas, psiquiátricas, medicaciones que pueden alterar el sistema nervioso central...– como ambientales».

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En este sentido, el geriatra señala, junto a los controles médicos y las correcciones y detecciones de las deficiencias sensitivas, sobre todo visuales y auditivas, la conveniencia de retirar «todas las posibles barreras y obstáculos en el hogar, como alfombras, cables, lámparas... El uso de calzado, zapatillas y zapatos, cerrado que haga un buen agarre de todo el pie y, claro, una buena iluminación de toda la casa».

Muchas guías de apoyo inciden en esos consejos, a los que añaden las ventajas de la instalación de pasamanos y bandas antideslizantes en las escaleras, la eliminación de suelos resbaladizos, la sustitución de la bañera por el plato de ducha y con barras de agarre, montaje de luces nocturnas de orientación, apoyo de bastones o taca-tacas... Y tener siempre cerca el teléfono o un dispositivo de teleasistencia para poder avisar.

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Los especialistas tampoco olvidan insistir en algunos consejos para minimizar los riesgos de un atragantamiento, entre los que, como norma general, señalan las recomendaciones de ingerir pequeñas cantidades y masticar despacio, triturar los alimentos sólidos en caso de no poder masticar, evitar aquellos muy duros y en los que se mezclen diferentes consistencias y texturas, no tomar frutas y verduras con pepitas o piel y sustituir el agua por bebidas espesadas o gelatinas en el caso de los pacientes que padecen disfagia por mala gestión de los músculos deglutorios y descoordinación.

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