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Ha muerto Carjosán. Y con él se van sus rarezas. Carlos José Sánchez (Haro, 1929) iba a cumplir 92 años el próximo sábado y ha fallecido en la madrugada de este miércoles, después de varios días ingresado. Carjosán, acrónimo por el que se le conocía ... popular y artísticamente, ejerció como maestro en localidades riojanas como Haro, Cihuri, Sajazarra, Tirgo y Anguciana. Incluso fue alcalde de Anguciana de 1983 a 1987 por la Candidatura Anguciana Independiente. En esta misma localidad, a las 17.30 horas, se celebrará un funeral en su honor, en la iglesia de San Martín, para después recibir sepultura.
Carjosán estudió en la Estación Enológica de Haro y ostentó de forma efímera cargos en la Hermandad de Labradores de Casalarreina y el Banco Popular de Bilbao, además de haber ejercido de corresponsal de La Rioja Alta en los periódicos Nueva Rioja y La Gaceta del Norte. En el año 1981 ganó el Concurso de Piropos a Nuestra Señora Virgen de la Vega. Y ha publicado las obras 'El vino, Pensamientos filosófico–literarios' (1955), 'Los probos empleados' (1959), 'Yo patullo con mi chusquel Yakky' (1978), 'La playa del Ebro' (1992) y 'El permiso de conducir coches' (2012). En el año 2013 el Instituto de Estudios Riojanos publicó, en una edición comentada, la novela 'Villalabruma de los Tilos hace de su capa un sayo', inédita más de medio siglo.
La vida de Carjosán es una de esas que, como artista, casi superan a su obra, ya de por sí original e interesante. 'Yo patullo con mi chusquel Yakky', por ejemplo, es un singular compendio de poemas en prosa de diálogo con su perro que recibió el beneplácito de Félix Rodríguez de la Fuente. Nieto de la fundadora del prestigioso Hostal Higinia de Haro y sobrino de los protagonistas del misterioso 'Crimen de las tres copas' o del puerto de Mazarrón, fue soldado del Batallón de Cañones Bailén 60 de Logroño, participó en la Misión Cultural de Las Hurdes, afirmaba haber ascendido más de un millar de veces al Toloño y es, a día de hoy, la única persona que ha ejercido dos años como mantenedor (pregonero) de las fiestas de la Virgen de la Vega de Haro.
Carjosán fue un adelantado a su tiempo, una virtud pero también una condena, porque, como escribió Baudelaire en el poema 'El albatros', pudo acabar «exiliado en la tierra, sufriendo el griterío, sus alas de gigante le impiden caminar». Era Carjosán un escritor peculiar, heterodoxo, más propio de ser personaje de sus propios escritos que el autor de los mismos. No obstante, a Carjosán se le conoce en toda La Rioja Alta, fue maestro de muchos que ahora estarán leyendo esto y le recordarán, seguro, con admiración si no afecto. Escribía cuando apenas escribía nadie, ejercía la docencia cuando la educación no era primordial -si es que alguna vez lo ha sido- y nunca le importó el qué dirán, a pesar de todo y de todos. En una entrevista concedida a este mismo periódico en 1981, al ser cuestionado del por qué de su literatura, respondió algo que supone la más sincera, reveladora, valiente y ambiciosa afrenta de un artista ante la más cruda realidad y la eternidad: «Escribo, aun cuando nadie me hace caso».
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