Las mudanzas pendientes de los estudiantes de Erasmus

Marina Ubis y Clara Casero reconocen que en aquel momento nadie podía imaginar el caos que provocaría el virus. «Nos dijeron que se suspenderían las clases una semana o dos y nos lo creímos», recuerda Marina, estudiante de Veterinaria en la Universidad de León y que aterrizó en Bolonia el pasado mes de septiembre para completar el curso entero en la histórica universidad boloñesa. «Volví a casa con una maleta, lo justo para estar aquí un par de semanas. El problema es que tenemos todas las cosas allí, seguimos pagando el alquiler [420 euros al mes en su caso] y nadie nos da una respuesta».

«Dejé hasta el ordenador y la tablet además de otras cosas de valor, la documentación de la universidad... Todo. Ahora las clases van a ser a través de Internet y no tenemos la necesidad de volver, pero queremos recoger nuestras cosas», dice Marina.

Clara, que pasó su primera cuarentena en Ferrara, consiguió regresar a España el 9 de marzo. «No vamos a poder firmar ni el final del programa Erasmus», explica recordando que al no ser residente en Italia no tiene la opción de regresar de forma legal. «Lo único que nos podría habilitar el paso es el hecho de estar matriculados en una universidad del país, pero el curso acaba en junio y no parece que para entonces vayamos a poder entrar», explica mientras apunta que su casero transalpino (que no les perdona ni los gastos de comunidad) ya les ha dicho que vayan pensando en salir de la vivienda. «¿Cómo vamos a recuperar nuestras cosas?», dice tras leer una carta de la Universidad de Valladolid, donde estudia Publicidad y Relaciones Públicas, en la que le trasladan todo su apoyo, pero escasas soluciones: «Nos han dicho que se han puesto en contacto con el Ministerio y que su respuesta ha sido que no se permite la movilidad de estudiantes para proceder a la recogida de enseres».

La única alternativa, que no convence a casi nadie, es la de contratar una empresa de transportes de Italia para que vayan a sus viviendas, empaqueten sus enseres y se los envíen. «¿Quién asegura que va a llegar todo?», se preguntan las dos después de que tampoco desde las representaciones diplomáticas italianas en España se les haya ofrecido una alternativa mejor. «Se pasan la pelota de unos a otros y nosotros seguimos sin poder ir a por nuestras cosas, nuestros libros, el ordenador...», insiste Marina.

La misma situación viven otros muchos estudiantes riojanos que regresaron hace casi dos meses a su casas para pasar el confinamiento y que estudiaban en otras universidades del país. Diferentes asociaciones de estudiantes han pedido al Gobierno que les permita regresar para recoger apuntes, ordenadores y enseres personales sin que, hasta la fecha hayan obtenido una respuesta afirmativa.