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LA RIOJA
Viernes, 31 de diciembre 2021, 01:00
La exposición total de los preadolescentes a los campos electromagnéticos emitidos por los dispositivos móviles durante el día no está asociada con las alteraciones del sueño. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona ( ... ISGlobal), centro impulsado por la Fundación 'la Caixa', y publicado en la revista Environmental Research, que, no obstante, sugiere que sí que puede darse un efecto sobre el sueño cuando la exposición se produce por la noche.
El sueño es crucial para la salud y el desarrollo de los adolescentes y, sin embargo, muchos no duermen lo suficiente. El uso de 'smartphones' y otros dispositivos electrónicos es uno de los factores en causa, y podría estar relacionado con el estrés, la exposición a la luz azul y/o a los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEM-RF) que estos aparatos emiten.
Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal y autora principal del artículo, asegura que «hay muy pocos estudios que examinen el efecto de los campos electromagnéticos sobre el sueño». De hecho, ninguno incluye las exposiciones de diferentes fuentes de campos electromagnéticos durante el día, ni evalúa si el momento de la exposición tiene algún impacto.
En el estudio, Guxens y su equipo analizaron el impacto que los diferentes campos electromagnéticos de radiofrecuencia, tanto de fuentes ambientales (antenas de televisión y radio, WiFI o estaciones de telefonía móvil cerca del hogar) como de fuentes proximales (uso personal de teléfonos móviles e inalámbricos, tabletas y portátiles conectados a internet), produjeron durante el día en más de 1.500 preadolescentes de entre 9 y 12 años, pertenecientes a la cohorte holandesa Generación R y a dos subcohortes españolas del Proyecto INMA (una en Sabadell y otra en Guipúzcoa).
Asimismo, la información sobre el uso de dispositivos móviles y las alteraciones del sueño se recogió mediante un cuestionario. Y, para un pequeño grupo, compuesto por 300 participantes, el equipo investigador también recopiló datos sobre el uso de 'smartphones' después de las siete de la tarde, a los que se les midió el sueño de forma objetiva durante una semana mediante el uso de un dispositivo portátil (un acelerómetro de muñeca) y diarios de sueño.
Los resultados muestran que, en promedio, los preadolescentes pasan casi 50 minutos al día mirando las pantallas de sus móviles y 2,5 minutos haciendo llamadas telefónicas, siendo estas últimas la principal fuente de campos electromagnéticos de radiofrecuencia para el cerebro. Y, aunque hubo diferencias en el uso de dispositivos entre las diferentes cohortes de edad, no se encontró ninguna asociación entre las dosis de campos electromagnéticos recibidas a lo largo del día y los trastornos del sueño: la media del tiempo total de sueño fue de 7,5 horas.
El 20% de los encuestados declaró haber hecho o recibido llamadas nocturnas, pero aquellos que estuvieron expuestos a dosis elevadas de CEM-RF por estas conversaciones durmieron 12 minutos menos de media, en comparación con los que no recibieron ninguna llamada. «No podemos excluir que este efecto se deba a otros factores relacionados con la llamada telefónica y no a la exposición a campos electromagnéticos. Pero nuestros resultados sugieren que las dosis de CEM-RF absorbidas por el cerebro durante la noche podrían ser más relevantes para el sueño de los adolescentes», explica Alba Cabré-Riera, primera autora del estudio.
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