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Percibir la singular sensación que produce la luz que entra por los ventanales góticos de la nave central, el ábside y el transepto de la abadía cisterciense de Cañas es especial dado que dichos ventanales están cerrados con láminas de alabastro, pero para verlo habrá que esperar.
Los potenciales visitantes que quieran acudir a ser partícipes de esa luminosidad especial –tanto que al cenobio se le conoce como el monasterio de la luz–, deberán posponer su visita hasta que la comunidad de madres cistercienses acceda a la propuesta de alquiler de su zona visitable, para poder recuperar uno de los monumentos más atractivos, turísticamente hablando, de La Rioja.
Casi se va a cumplir un año desde que el director general de Turismo, Ramiro Gil, comenzase las conversaciones con la abadesa del monasterio, sor Esther, con el fin de encontrar una fórmula para poder volver a abrir sus puertas a los visitantes. Cabe señalar que el cierre tuvo lugar con ocasión de desatarse la pandemia de COVID, en marzo de 2020 y, desde entonces, permanece cerrado a las visitas.
«Estamos igual porque ellas no toman una decisión», informaba Gil, quien señalaba que «la diócesis está mandándoles ofertas y ahora están negociando con las monjas».
«En septiembre me anunciaron que no firmaban nada con nosotros y quedaban a la espera de la diócesis, pero ya llevan dos meses y no han avanzado nada», se lamentaba el director general.
Al parecer se siguen cruzando propuestas de posibles contratos entre la comunidad de religiosas y el obispado, pero sin llegar a un acuerdo concreto, aunque Gil cree que «hay una clara postura de la diócesis para quedarse con ello. Nosotros ya les ofrecimos un contrato para poder abrir, pero se lo quieren dar a la diócesis para su explotación».
El responsable del turismo riojano expresa: «Le he dicho en varias ocasiones a la abadesa que me mantuviese informado y, sobre todo, que agilizase la reapertura, que yo no me voy a meter en una propiedad privada como es el monasterio así como así, pero el interés que tiene el Gobierno de La Rioja es que se abra a las visitas. Para ello les ofrecimos un contrato de alquiler para abrir y estaba casi resuelto, pero surgió lo de la diócesis y ahí seguimos estancados».
Mientras tanto, la gente sigue acudiendo a Cañas con la idea de poder visitar esta joya del patrimonio riojano, como reconoce María Rosario Sánchez, la dueña del bar restaurante La Casona de Cañas.
«La verdad es que a mi restaurante sigue viniendo mucha gente y no me puedo quejar. Igual si estuviese abierto el monasterio en algún momento podría ser hasta demasiado, pero he de reconocer que mucha de la gente que viene nos pregunta por qué no se puede visitar», señala antes de reconocer que «cuando abrí lo hice porque entonces había visitas y en eso tengo que estar muy agradecida, ya que en aquellos momentos fue muy bueno para mi negocio».
Quien está un poco más receloso con el tema es el alcalde de Cañas, Roberto de Corta, quien lamenta que «a mí, como máximo responsable de este pueblo, no me cuenten nada y me mantengan al margen de las conversaciones. Yo sigo atendiendo a las monjas como siempre, les llevo el pan cada mañana y el Ayuntamiento les poda el arbolado que tienen en el exterior del monasterio para que el entorno esté lo más decente posible, pero de las conversaciones para la apertura no sé nada».
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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