A quién le molestan los gays
EL REPASO ·
De cómo vuelven a oírse voces que parecían enterradas... y que deberían estarloSecciones
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EL REPASO ·
De cómo vuelven a oírse voces que parecían enterradas... y que deberían estarloHay mucha gente con ideas raras por la vida. No digo simplemente ideas que uno no comparta. Aunque no sea demasiado partidario de la rebaja de impuestos como prioridad económica, por ejemplo, entiendo el razonamiento de los que así lo creen y soy capaz de ... darles mérito.
No, me refiero a otro tipo de cosa. Como siempre pasa en los días previos al Orgullo, aparecen por todas partes aquellos a los que el asunto LGTBI les molesta profundamente. Y salen con sus paparruchas. Que si los gays son un lobby que intenta imponer no se qué agenda, que si los niños, que si para cuándo un «orgullo heterosexual»... Y no soy capaz de entender esas cosas. Lo del 'lobby' me parece como el terraplanismo, una teoría de la conspiración de esas que no tienen media ostia. Lo de los niños, en fin, para qué comentarlo tras 15 años de matrimonio homosexual en España que, que se sepa, ni ha acabado con la familia tradicional ni ha provocado una oleada de gays por todas partes. Y lo del orgullo hetero... Pues qué quieren que les diga. Cuando haya por ahí pandillas de gays dando palizas a heteros por el hecho de serlo, hablamos.
Lo que no termino de entender es a quién le molestan los gays. O las lesbianas. O los que quieran definirse a si mismos y a su sexualidad como les dé la gana. A quién le molesta de quién prefiera enamorarse o con quién quiera casarse (asunto más tradicional que ese...) otra persona.
Uno pensaría que a estas alturas de serie (capítulo 2022) ya esas cosas estarían superadas. Pero resulta que no, y es más, que la caterva de personas preocupadísimas por el asunto crece. El populismo ultranacionalista que por ahí va creciendo tiene en su homofobia una bandera innegable. No les voy a mencionar Rusia, sino la muy libre Estados Unidos. Si no conocen a Ron De Santis, que les vaya sonando: es el gobernador de Florida, trumpista él y muy posible presidenciable para 2024. Florida aprobó hace meses una ley en la que se prohíbe cualquier mención de la sexualidad no heterosexual en las escuelas. Totalmente hasta una edad, pero a partir de ahí, la redacción de la norma es tan abierta que cualquier padre ofendidito podría ir a los tribunales con esperanza de ganar. La idea de fondo es terrible: que contarles a los niños una verdad innegable (que hay gente homosexual, que siempre la ha habido y siempre la habrá, y que es normal) es malo para ellos. Es la misma idea que hay detrás del llamado «pin parental». Porque quienes dicen que los padres tienen derecho a vetar contenidos en las aulas piensan, sobre todo, en esto.
Sábada | Memoria
Pío García escribía el sábado una de esas historias que hacen que merezca la pena pagar por leer un periódico. Tres hermanos habían encontrado entre los papelotes de su padre una foto de su abuela (madre soltera que se supiera, cuyo apellido llevaban todos) posando junto a un militar guapetón y moreno. Lo de después ya lo contaba Pío: el hombre resultó ser su desconocido abuelo, capitán miliciano republicano, muerto en la batalla de Bilbao, cuya memoria la familia decidió enterrar convenientemente en tiempos duros para las viudas de rojos.
Si uno lo piensa bien, qué tiempos horribles debían ser aquellos para que una mujer tuviera que tomar esa decisión. La de criar a su hijo (y después a sus nietos) callando la mera existencia del hombre a quien amó, y a quien perdió tan joven. Y qué horrible es que todos los españoles entendamos perfectamente por qué hizo algo tan contra natura y contra sus propios sentimientos.
Estas son las cosas que pasan cuando un país se divide en dos y acaba matándose por puro odio. Que uno siempre pierde, que la gente muere y que los que sobreviven sufren.
Jueves | Pandemia
Llega la hora de la prueba de verdad. Todos sabíamos que más tarde o más temprano iba a llegar un rebrote de casos de COVID, esa enfermedad que hemos decidido tratar como la gripe. Pues bien, en las próximas semanas veremos si realmente podemos tratarla así. La sentencia la dictarán los hospitales y las morgues. Ya no contamos los casos entre la población general, así que nadie sabe exactamente cuánto se extiende el virus. Pero el dato de los hospitales es categórico: si las camas se siguen ocupando de diez en diez, será cosa de, ay, volver a tomar decisiones. Estemos atentos y, a ser posible, no seamos lentos.
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