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MARCELINO IZQUIERDO VOZMEDIANO
Sábado, 11 de noviembre 2017, 23:44
«El año 1980 será el año de la guerra civil universal, en la que la Península Ibérica será cobijada por las grandes potencias». Blas Piñar
Más de 2.500 personas abarrotaban el polideportivo Las Gaunas para vitorear a Blas Piñar aquel 24 de ... junio de 1979, festividad de San Juan y domingo por más señas. Cierto es que los acólitos de Fuerza Nueva habían llegado de medio país, sumándose a sus camaradas riojanos, lo que tenía su mérito. Lo digo, más que nada, porque desde que murió el caudillo en 1975, los españoles parecieron sufrir una 'epidemia de reconversión política' de tal calibre que, hasta los pocos camisas viejas que aún quedaban vivos se declararon «demócratas de toda la vida».
Por desgracia, los nostálgicos del Régimen volvieron a la senda de esa España que se vanagloriaba de ser «una unidad de destino en lo universal», a medida que transcurrían las décadas y la memoria sobre los desmanes del dictador y sus escarceos con Hitler y Mussolini ya no estaban tan nítidos en el recuerdo. Pero regresemos a aquel primer verano constitucional.
Arropado por camisas azules, ideas trasnochadas, cánticos recalcitrantes y banderas con la 'gallina' y la esvástica, no dejó Blas Piñar títere con cabeza en el frontón polideportivo de Las Gaunas. Que si la Corona debe respetar el statu quo que dejó el caudillo, que si Adolfo Suárez y la traición de la UCD, que si los marxistas con cuernos y rabo destrozarían la «reserva espiritual de Occidente», que si Franco y José Antonio... ¡presentes! Y, por supuesto, no faltó el 'Cara al sol' brazo en alto.
Acabó el mitin en loor de multitud y muchos de los afiliados a FN con sus símbolos trasnochados, con sus cadenas y con muchas ganas de notoriedad, desembarcaron en la calle Laurel, que estaba a rebosar. Pronto surgieron los primeros roces, insultos varios, cristales rotos y, a medida que el alcohol les entraba en vena a los 'ultras', las primeras agresiones. Fue tal el hartazgo de los asiduos al vermú dominical que la 'senda de los elefantes' se convirtió en una batalla campal.
Nunca hubieran esperado los seguidores de Blas Piñar que la gente de a pie, harta de sus provocaciones y sus bravatas, se uniera para hacerles frente.
Los altercados trascendieron la zona del chiquiteo, hasta el punto de que a primera hora de la tarde un nutrido grupo de miembros y simpatizantes de Fuerza Nueva pidieron refugio en el acuartelamiento General Urrutia, entonces cuartel de Artillería, hasta que los ánimos se calmaron.
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