Para cuesta, la de septiembre. Llegan las facturas de las tarjetas del verano, llegan las vueltas al cole, llega el otoño con su renovación de vestuario. Y lo que no llega es la cuenta corriente, y muchos sufren para llegar a fin de mes.
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Un ... atribulado consumidor puede ver una opción en esos microcréditos que tanto se ofrecen en anuncios por todas partes. Son créditos de poco dinero, se diría: 300 euritos que te pueden sacar de un apuro, y el mes que viene Dios dirá.
Normalmente se trata de créditos de escasa cuantía (hasta 1.000 euros, en la mayoría de los casos) y a poco plazo, alrededor de 30 días. La devolución, en un solo plazo. Muchos de ellos, además, ofrecen ofertas al primer préstamo. Por ejemplo, es común ofrecer a los nuevos clientes un préstamo de 300 euros a treinta días sin intereses. Un préstamo gratis, se diría.
¿Cuál es el problema? Pues básicamente, que esos microcréditos pueden ser megarrentables para los prestamistas... y carísimos para los clientes.
Hagamos una prueba. Comparamos precios de microcréditos que encontramos en la web. Son créditos rápidos: pongamos el caso que mencionábamos antes, de 300 euros a 30 días.
Usando un comparador de créditos en la web, nos aparecen siete opciones; no son las únicas, porque los compradores también restringen los resultados según sus propios criterios. Pues bien, de esos siete créditos, el más barato nos haría pagar al cabo de un mes 345 euros. El más caro, 405.
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¿Es mucho? Lo es aunque pueda no parecerlo a primera vista. «Bah, sólo son 45 euros y me saca de un apuro», puede pensar el consumidor. Pero para tomar decisiones económicas, merece la pena usar los números correctamente. Y en este caso, conviene saber cuál es el tipo de interés, usando el indicador estándar el la industria, el TAE, la Tasa Anual Equivalente.
Y el TAE de estos productos es sencillamente sideral. En nuestro ejemplo, el más «barato» (el de los 45 euros) supone un TAE del 439%. Y el caro, el de los 105 euros, escala hasta un ¡3.766% TAE!
Evidentemente, el peligro de estos créditos es el endeudamiento consecutivo. Es decir, pedir un préstamo para pagar los préstamos anteriores, y acumular intereses hasta llegar a un círculo vicioso.
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Además, otro problema es el impago. Si llega el momento de devolver el crédito y no se puede, empiezan a sumarse cantidades diarias, que pueden hacer que la deuda se multiplique en muy poco tiempo.
Hay más opciones para esos momentos de «estrecheces». Por ejemplo, las llamadas tarjetas 'revolving', que funcionan casi como las tarjetas de crédito normales. Casi.
Básicamente, se trata de tarjetas que permiten aplazar el pago de las compras en plazos variables o fijos a lo largo de los próximos meses. De nuevo, los intereses son muy altos, cerca del 25% en algunos casos. Y además tienen un efecto psicológico peligroso para el consumidor: el efecto de la cuota fija.
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Y es que uno no ve el precio final de lo que va a pagar, sino la pequeña cantidad que va a pagar en la próxima cuota, y al final acaba asumiendo el pago de cantidades mucho mayores de lo que costaba el bien financiado. Y así, compra a compra, los plazos se va alargando y los intereses sumándose.
La economía aprieta en septiembre, cierto. Pero para evitar mayores problemas, mejor no acudir a según qué alternativas crediticias. Que las carga el diablo.
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