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Óscar Hervías y Luis Berrueco en la sede del SOS Rioja, donde llegan los avisos de incendios. Justo Rodriguez
«El mero hecho de que haya alguien vigilando evita mucho»

«El mero hecho de que haya alguien vigilando evita mucho»

Cabimonteros y Moncalvillo son los puestos que más tiempo permanecen activos

D. M. A.

MANZANARES DE RIOJA.

Domingo, 29 de julio 2018, 18:28

Los puestos de vigilancia contra incendios pueden ampliar o reducir sus fechas de actividad en función de la climatología. Por ejemplo, si se producen borrascas algunos se cierran antes. Sin embargo, otros, situados estratégicamente, como Cabimonteros (1.387 metros) y Moncalvillo (1.475 metros), son los primeros en activarse y los últimos en ser clausurados.

Actualmente, el principal peligro para que se produzca un incendio son los pirómanos y las negligencias. En épocas como esta, de temperaturas altas, en plena cosecha del cereal, las máquinas pueden provocar chispas trabajando que prendan alguna llama. También puede suceder que alguien realice un fuego que se descontrole, aunque esta no es época de quemas agrícolas (empieza en octubre) y el Gobierno de La Rioja cuenta con un listado de asadores homologados que se pueden usar durante todo el año, una veintena, como los del Achichuelo (Villoslada), San Felices (Haro), El Ortigal y el Llano la Casa (Ezcaray)...

«En La Rioja tenemos quince puestos de vigilancia distribuidos estratégicamente por toda la comunidad autónoma, tanto en valle como en montaña», explica Óscar Hervías, responsable de la Red de Comunicaciones y Vigilancia Forestal de La Rioja. Cada hora, por turnos y mediante la emisora de la que disponen, los vigilantes deben dar un parte a la central, situada en la Dirección General del Medio Natural, en Logroño.

«Normalmente las torres están situadas en lugares dominantes donde se divisa mucho territorio», describe Óscar Hervías. En La Fonfría, sin ir más lejos, existe una antigua pista de aterrizaje y despegue de aviones, ya clausurada. Desde allí se divisan 50.000 hectáreas: «Es muy difícil que, si hay un incendio en La Rioja Alta, no se vea desde aquí. Hay zonas de sombra que se cubren desde otras torres [San Pelayo en Gimileo, El Hombre y Pancrudo en Ezcaray, Brinzola en Canales de la Sierra, Urbaña en Ventrosa...]». La torre de vigilancia de este enclave ha sido la última en ser remodelada, elevando la nueva plataforma diez metros sobre el suelo. La obra, realizada en el 2012, costó 57.536 euros, financiados en parte con fondos de la Unión Europea.

Los vigilantes son conocedores de las zonas y humos, saben dónde están los vertederos, fábricas y otros puntos cuyo humo deben dejar pasar desapercibido. Cuando localizan un humo que puede tener origen en un incendio forestal deben dar parte de inmediato al SOS Rioja. Si junto a las otras torres más cercanas se confirma el fuego, se movilizan los efectivos. En el caso de los incendios forestales, se pone en marcha el helicóptero, los retenes... También puede ser un fuego agrícola; entonces se avisa a Bomberos. «El mero hecho de que haya alguien vigilando evita mucho la hipotética tentación de prender algo porque al poco tiempo el fuego va a ser detectado», advierte Óscar Hervías. Es más, cuando se detecta un incendio también se avisa a los guardias forestales para intentar localizar a los culpables, ya que los vigilantes divisan los movimientos en caminos por los que podría escapar el pirómano.

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