Esteban, el miércoles por la mañana en los jardines del edificio Salvatorianos, donde tiene su sede el centro de día de Proyecto Hombre La Rioja. Suleyman Evrán/Sadé Visual

Esteban. 44 años | Usuario de Proyecto Hombre La Rioja

«Mentía, solo pensaba en beber, cuatro botellas de vino al día, y me vi en el infierno, en el fango»

Esteban, de 44 años, lleva seis meses en Proyecto Hombre y se ve fuerte, seguro de ganar la batalla y «otra vez absolutamente feliz»

Jueves, 4 de abril 2024

Esteban cayó en el abismo al que puede verse arrastrado cualquier ser humano en un mal momento. Su vida, absolutamente normal, se empezó a tambalear hace cuatro años por una serie de mazazos del destino, a veces cruel y traicionero.

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Hoy, a punto de cumplir ... 45 años, este riojano vuelve a mirar el futuro con optimismo, seguro de que va a ganar una batalla que le hundió en un pozo oscuro.

«Llevo casi seis meses en Proyecto Hombre, entré el 24 de octubre, por consumo de alcohol, solo alcohol, vino tinto, pero exagerado, un problema bastante complicado», inicia con calma un relato demoledor: «Empecé a beber hace como 4 años o así. En aquella época perdí mi trabajo, poco después fallecieron mi padre y mi abuela y, a continuación, le diagnosticaron un cáncer a mi pareja, a mi mujer, y yo no supe cómo afrontar aquello, fui incapaz de gestionar esa situación y me fui a lo más fácil, a la bebida».

«Yo no era bebedor, pero caí y empecé a consumir a diario, de forma descontrolada, desde que me levantaba hasta que me iba a dormir. Solo vino tinto que es, por desgracia, lo que más a mano está para todos porque es una sustancia legal. Solo pensaba en beber y beber. Mentía para ir a consumir a los bares, ponía de excusa bajar a por el pan para ir a buscar botellas de vino que escondía por la casa. Todo fue a peor, al final me bebía 4 botellas de vino al día más lo que consumía en los bares… Y yo mentía, mentía y mentía», explica con la voz entrecortada.

«Me quedé sin trabajo, fallecieron mi padre y mi abuela y le diagnosticaron un cáncer a mi mujer. No supe afrontar todo aquello»

«Estuve a punto de perder a mi pareja y a toda mi familia, a mi madre, a mi hermano… Pero hoy me siento orgulloso»

Todo comenzó a resquebrajarse a su alrededor. «Me decidí a pedir ayuda porque llegué a un punto en el que vi el infierno, me vi en el fondo, en el fango. No era capaz de razonar ni de vivir; no era vida», asegura, para admitir que por su mente pasaron otras soluciones fatales. «La cabeza te juega malas pasadas y llegué a pensar en varias ocasiones en acabar con todo, porque estaba a punto de perder a mi pareja y a toda mi familia, a mi madre, a mi hermano… Tuve dos caídas importantes en la calle, una de ellas me causó un traumatismo craneal importante».

El abismo era cada vez más profundo, más negro, pero Esteban buscó y halló la salida. «Al final, afortunadamente, opté por el camino bueno, acudí a Proyecto Hombre, y estoy orgulloso de haber entrado en la entidad, porque ahora, seis meses después, puedo decir que soy feliz otra vez».

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Esteban, el miércoles por la mañana en los jardines del edificio Salvatorianos, donde tiene su sede el centro de día de Proyecto Hombre La Rioja. Suleyman Evrán/Sadé Visual

Centrado en el presente, su relato empieza a acompañarlo con una sonrisa y su discurso es más rotundo, sin miedos, apoyado solo en la esperanza. «Disfruto de la vida, mi familia y mi pareja también están involucradas en mi proyecto, en la decisión que he tomado, y soy feliz, disfruto de la vida, de las pequeñas cosas que antes ni tan siquiera veía», asevera.

Echa la vista a medio año atrás y habla con orgullo. «Decidí plantarle cara al problema, llamé a Proyecto Hombre, estuve un mes sin consumir, que es lo que tienes que hacer para poder entrar en la comunidad terapéutica, y una vez allí pues a trabajar, trabajar y trabajar».

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A mitad del tratamiento previsto, Esteban confiesa que es otra persona: «Estoy muy contento, los fines de semana voy a mi casa y salgo a la calles con acompañantes, un grupo en el que están mi mujer, mi madre, mi hermano y un amigo, y con ellos puedo salir y hacer vida, normal. Puedo ir incluso a una terraza de un bar y tomarte un café y en ese momento siento orgullo. Me siento fuerte y capaz de superar esto y, una vez que salga, dentro de seis meses, saber que puedo afrontar la vida de otra manera. Soy absolutamente feliz otra vez».

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