Los riojanos María Blanco, Isabel Medrano (arriba), Marina Gonzalo y Víctor Manuel López. L.R.

¿Qué ha sido de los mejores alumnos de la EBAU riojana?

Cuatro estudiantes que lograron la nota más alta de su promoción desglosan el camino que han seguido desde su éxito en Selectividad

Domingo, 30 de junio 2024

Son brillantes, pero en ningún momento alardean de haberse convertido en los mejores expedientes académicos de La Rioja. Más bien, hacen todo lo contrario. Los jóvenes riojanos Marina Gonzalo Soares, Isabel Medrano Sáinz, Víctor Manuel López Antón y María Blanco Barbi tienen varios puntos en ... común. Uno de ellos es la discreción que mantienen después de haber sumado a sus títulos y reconocimientos la obtención de las mejores calificaciones de su promoción en las pruebas de acceso a la universidad que se desarrollaron en la región durante los años 2013, 2015, 2016 y 2018, respectivamente.

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Esta pequeña representación de los estudiantes que han obtenido una nota de vértigo en la Selectividad riojana –que hasta hace ocho años se denominaba PAU (Prueba de Acceso a la Universidad) y ya desde 2017 EBAU(Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad)– también comparte que está llena de una gran vocación, mucha honestidad, prudencia y en algunos casos, de ideas muy claras.

Marina, Isabel, Víctor Manuel y María tienen en común la discreción que mantienen tras obtener las mejores notas

A pesar de los tópicos, no todos los estudiantes se decantaron por una carrera investigadora

Aunque estos alumnos ya fueron entrevistados en su día, cuando les dieron la noticia de que habían obtenido las mejores calificaciones, Diario LA RIOJA ha querido volver a sacarles de su anonimato mediático para conocer qué titulaciones estudiaron al final y cuáles fueron sus siguientes pasos. A pesar de los tópicos, no todos se decantaron por adentrarse en una carrera investigadora o académica ni tuvieron claro desde el principio qué estudios querían cursar o cuál iba a ser el devenir de su formación.

María Blanco, por ejemplo, accedió al doble grado que más le gustaba, Relaciones Internacionales y ADE, pero dejó por el camino su ambición de convertirse en embajadora. «Lo tenía clarísimo, pero la vida da mil vueltas», asegura. Marina Gonzalo, por el contrario, descubrió con el paso de los años una profesión que «no sabía ni que existía»: la comunicación científica. Isabel Medrano, por su parte, pudo conocer de primera mano la labor investigadora durante sus estudios, pero vio que «no era lo que quería hacer en el futuro». A diferencia de sus compañeros, Víctor Manuel López decidió alterar el orden académico «habitual» para trabajar un año y cursar un máster antes de terminar sus estudios de doble grado.

«Aprendí un montón, pero se nota la carga extra de hacer dos carreras»

Isabel Medrano Sáinz Mejor nota media PAU-Bachillerato en 2015

«Aprendí un montón, pero se nota la carga extra de hacer dos carreras»

Su elevado rendimiento en Bachillerato y en los exámenes de Selectividad le abrieron las puertas a Isabel Medrano para estudiar la carrera que quería, el doble grado en Matemáticas e Ingeniería Física, en Barcelona «sin tener que preocuparme de si podía entrar o de si me quedaba justo al límite con la nota de corte», afirma. Desde entonces, su paso por los cursos académicos que engloba esta doble titulación –cuatro de docencia y uno para hacer el Trabajo de Fin de Grado (TFG)– fue «muy intenso». «Realmente se nota la carga de trabajo extra de hacer dos carreras», reconoce esta joven riojana antes de resaltar que también «aprendí un montón».

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La carrera le enseñó a «plantear los problemas mejor y a ser capaz de resolverlos». «Más allá de un conocimiento técnico, también adquirí una forma de trabajar que sigo manteniendo hoy», asegura Medrano. Sobre su manera de desempeñar su actividad profesional destaca que «me gustan mucho las cosas que son analíticas, es decir, tener que entender un problema y ser capaz de comprender cuáles son los aspectos importantes, los puntos esenciales que se necesitan conocer para poder resolver ese problema. Mi enfoque es muy numérico», explica.

Cuando le llegó el turno de plantear y escribir el TFG, «tuve la oportunidad de ir a la Universidad de Delft (Países Bajos) para hacer un poco de investigación con uno de los profesores que estaban allí», detalla Medrano. En ese momento, se percató de que no se veía trabajando en este ámbito. «Vi que no era lo que quería hacer en el futuro», confiesa. Terminó la carrera en el año de la pandemia y ya en el mes de septiembre, empezó a trabajar en Boston Consulting Group, una de las consultoras «más grandes que existen a nivel mundial».

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«El trabajo me gusta mucho, es muy interesante. Te da la oportunidad de aprender una barbaridad, porque vas cambiando mucho de proyectos y de temas, por lo que puedes tocar muchas cosas distintas y decidir después qué es lo que te gusta. Si hubiese estado en otro trabajo, seguramente no hubiese tenido esta oportunidad», asegura. En este sentido, explica que le gusta el ámbito industrial «porque realmente tengo la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos al mundo real y ver el impacto que tienen de una manera mucho más cercana a la que pueden tener la investigación o las matemáticas».

Entre las funciones que desempeña en la empresa asegura que «hacemos un poco de todo». «Resolvemos problemas, que pueden ser muy concretos o muy abstractos, como son mejorar las operaciones de una planta química o definir una estrategia apropiada para poder expandirnos en un mercado. También tenemos muchas reuniones con clientes y expertos para comprender bien la industria». En este sentido, apunta que disponen de «una carga analítica, que consiste en entender cómo funcionan los mercados o cómo se podrían optimizar ciertas operaciones para que sean concisas y fáciles de entender para alguien que no haya adquirido la misma especialización que nosotros en industria», concluye.

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«Me encanta mi trabajo porque es un reto constante y aprendo un montón»

María Blanco Barbi Mejor nota media Bachillerato-EBAU en 2018

«Me encanta mi trabajo porque es un reto constante y aprendo un montón»

María Blanco todavía recuerda con exactitud la llamada que recibió de la universidad para comunicarle que había obtenido la mejor nota media entre el Bachillerato y la EBAU. «Mi sensación fue de satisfacción y de alegría por haber obtenido ese resultado después de haber trabajado tanto». Blanco logró una calificación de vértigo, que le abrió las puertas a cualquier universidad del país, pero decidió estudiar un doble grado de Relaciones Internacionales y Administración y Dirección de Empresas (ADE) en ICADE, una universidad privada.

No le pudo ir mejor. «Estoy súper contenta, porque conseguí sacar la mejor nota tanto de ADE como de Relaciones Internacionales de toda la universidad. Estoy acostumbrada a que si puedo dar un diez, lo doy siempre», reconoce esta joven riojana antes de apuntar que sus estudios nunca truncaron sus planes. «No siento que haya dejado de hacer algo que me haya apetecido por ello; creo que encontré muy bien el equilibrio entre disfrutar muchísimo de mi vida personal en Madrid, de hacer amigas y planes; y compaginarlo con volver a sacar la mejor nota media».

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Obtener otra vez una calificación de vértigo no fue su objetivo final, sino que es su manera de ser. «Me sale de forma natural trabajarlo un montón y compaginarlo con deporte, familia, amigos... Me gusta dar todo de mí y me salió bien», afirma antes de detallar que obtuvo un 9,5 de media en sus estudios de grado. «Recibí el reconocimiento con la misma satisfacción que en Selectividad, pero no me pilló tanto por sorpresa. Sabía que tenía muy buena media y que la había trabajado un montón, pero de ahí a ser la mejor, siempre piensas que hay personas que son mejores que tú».

Cuando se adentró en la carrera, quería convertirse en embajadora, pero cambió de opinión. «Lo tenía clarísimo, pero la vida da mil vueltas y hasta que no aterrizas en la materia, no eres plenamente consciente de cómo es». La carrera diplomática «me pareció muy dura y yo soy más familiar y casera. Quería tener una vida un poco más estable, saber con más antelación la proyección que iba a tener. Al final me acabó tirando mucho más la parte de ADE y la disfruté un montón».

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Tal es así que en la actualidad trabaja en McKinsey & Company, una de las mejores consultoras estratégicas del mundo. «Empecé en septiembre y aunque no he acabado ejerciendo en Relaciones Internacionales, me ha venido súper bien porque estoy con clientes internacionales. Me gusta porque es un trabajo muy dinámico. Tocamos industrias muy diversas y ayudamos a los clientes a resolver problemas estratégicos del más alto nivel, como es introducir un nuevo producto. Me encanta porque es un reto constante y estoy aprendiendo un montón».

Apenas lleva un año en la empresa, pero ya ha descubierto que es «un ritmo de trabajo demasiado demandante, e igual es un poco complicado compaginarlo con la vida personal más a futuro». Por ello, de aquí a cuatro años, «me gustaría hacer una experiencia internacional de transferencia dentro de McKinsey y después, coger una empresa familiar», apunta.

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«Alterar el orden de los estudios es raro, pero en algunas cosas está muy bien»

Víctor Manuel López Antón Mejor nota de la Selectividad en 2016

«Alterar el orden de los estudios es raro, pero en algunas cosas está muy bien»

Cuando Víctor Manuel López estaba en Bachillerato, no tenía claro qué carrera quería estudiar. Su primera opción fue Informática, pero al final, por un profesor, se decantó por el doble grado en Matemáticas e Ingeniería Informática de la Universidad de La Rioja (UR). «Se lo agradezco mucho, porque las Matemáticas me gustan más que la Informática y las he disfrutado un montón. Esta rama de conocimiento me ha llenado mucho», afirma.

A esta carrera accedió con «mucha tranquilidad» después de haber obtenido en 2016 la calificación más alta de acceso a la universidad (un 9,91). «Fue gratificante, porque sentí que todo el esfuerzo que había dedicado a los exámenes de la Selectividad había sido recompensado», recuerda. Su devenir en el doble grado, sin embargo, no fue el que siguieron el resto de sus compañeros. «No seguí la carrera de manera estándar, porque alargué los estudios para poder cursar más asignaturas de las que se realizan normalmente, ya que quería hacer todas las optativas de Matemáticas».

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Por el camino decidió matricularse en el máster en Investigación Académica y tomar parte en el programa Investigo, con el que le contrataron para trabajar durante un año en la universidad. «Por otros compañeros y porque crecía que me merecía más la pena, dejé pausado el doble grado para hacer el máster, del que solo me falta entregar el Trabajo de Fin de Máster (TFM) para terminarlo».

Aunque a nivel académico «siempre me ha gustado mucho adquirir nuevos conocimientos, tener que posponer la entrega por problemas personales se siente como un lastre». Alterar el orden habitual de sus estudios también supone «una experiencia curiosa». «Es raro cambiar el orden, porque en la época de Secundaria e incluso durante los primeros años de universidad, siempre te marcan lo que tienes que hacer y lo sigues; pero en algunas cosas está muy bien». En su caso, resultó satisfactorio realizar este paréntesis porque «con la experiencia profesional que adquieres al trabajar en la universidad, aprendes muchísimo y logras una cierta formación que no consigues en el entorno académico». Sin embargo, «te desenganchas un poco y puedes sentir que tardas más de lo que deberías en hacer las cosas, pero al final estás siguiendo otro camino».

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A pesar de estos intervalos, no le puede estar yendo mejor. «Obtener las mejores calificaciones del máster aún está en el aire, pero en Matemáticas me distinguieron con la excelencia académica tras lograr la mejor nota de la promoción», asegura antes de añadir que la clave está «en trabajar». «Quizá no es necesario llevarlo todo al día, pero sí saber cuáles son tus capacidades y cuánto tiempo necesitas dedicar a las asignaturas. En mi caso, siempre he gestionado bien mi tiempo y he tenido un buen sentido de la planificación, lo que me ha ayudado mucho». Ahora, entre sus próximos pasos está terminar sus estudios –del doble grado solo le queda el TFG– y, después, decantarse entre «entrar en la UR al programa de doctorado o ir por la rama de profesorado y opositar para ser docente en Secundaria».

«Hay profesiones que no sabemos ni que existen, que hay que descubrirlas»

Marina Gonzalo Soares Mejor nota de la PAU en 2013

«Hay profesiones que no sabemos ni que existen, que hay que descubrirlas»

Han pasado once años, pero Marina Gonzalo aún se acuerda de todo el esfuerzo y la dedicación constante que le requirieron la etapa del Bachillerato y los exámenes de Selectividad. «Recuerdo que fue un no parar de estudiar, además de la tensión, los nervios y el cansancio; pero a la vez confiaba en mi capacidad para hacerlo bien. Estaba muy bien preparada y sabía que podía sacar buenas notas, aunque no esperaba conseguir la mejor de toda La Rioja», asegura.

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Su calificación (un 9,80) le abrió un amplio abanico de posibilidades, pero prefirió estudiar Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). «La nota de corte para entrar a esta carrera era muy alta porque solo ofrecía 80 plazas por promoción, pero tuve suerte de poder estudiar lo que quería y donde quería», reconoce esta riojana a la que esta alta exigencia no le resultó un problema. La carrera no le pudo ir mejor. «Fue una gran experiencia. Disfruté mucho de vivir en una gran ciudad como es Madrid y me encantó estudiar Bioquímica».

Durante su paso por los distintos cursos del grado no tuvo la presión de tener que obtener las mejores calificaciones. Como ella, sus compañeros «eran muy inteligentes y trabajaban duro. Algunos, de hecho, habían conseguido la mejor nota de Selectividad en sus respectivas comunidades autónomas, lo que me quitó la presión de sacar las mejores calificaciones. Mis compañeros llegaron a convertirse en grandes amigos y siempre nos ayudábamos en todo lo que podíamos», destaca esta joven riojana.

Cuando terminó la carrera, se especializó en Biomedicina y Comunicación Científica y dejó atrás el laboratorio antes de comenzar el doctorado. Durante su trayectoria, también trabajó durante «varios años» para 'startups' en el campo del marketing científico y ya en enero de este año, empezó a desempeñar su actividad profesional en Cambridge Enterprise, la entidad que se dedica a la comercialización de la investigación que se lleva a cabo en la Universidad de Cambridge. «He tenido varios cambios de carrera, siempre para seguir mi objetivo de trabajar en algo que me apasione y donde pueda tener un impacto real en la sociedad», asegura.

En esta entidad trabajan «con propiedad intelectual, licencias, consultoría académica y creación de spin-outs», si bien su labor consiste en «lidiar a nivel internacional con universidades, gobiernos e instituciones, y proporcionarles servicios educativos para compartir la experiencia y los conocimientos en comercialización que tenemos en Cambridge Enterprise».

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En ella «intento mejorar cada día. Sé que soy muy afortunada de poder trabajar en una institución líder a nivel mundial, en la que siempre tengo oportunidades para aprender», apunta esta joven riojana antes de reconocer que «cuando acabé el Bachillerato y la Selectividad, nunca pensé que me dedicaría a ello. Tampoco me imaginé que me especializaría en Comunicación Científica». «Cuando estás en el instituto es muy difícil predecir y elegir tu futuro. Hay profesiones que no sabemos ni que existen, hay que descubrirlas con el tiempo».

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