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Calidad de vida en la despedida, un adiós con dignidad y respaldo psicológico, social, emocional y espiritual. Un férreo abrazo de consuelo y esperanza más que una mano tendida afianzan desde su nacimiento al Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de 'la Caixa' que acaba de cumplir sus primeros diez años en La Rioja y que la entidad lo ha querido celebrar en la región con un homenaje a profesionales, expertos, familiares y voluntarios.
Hay mucho que celebrar. Solo durante esta primera década, el programa ha atendido en La Rioja a 8.689 personas, 2.325 pacientes en situación de enfermedad avanzada y 6.364 familiares, con una inversión global por parte de la fundación de 1.655.032 euros, según han detallado en su comparecencia de esta mañana, en la Casa de los Periodistas, Montserrat Buisán, directora del Área de Pobreza y Salud de 'la Caixa'; Iker Muguruza, director de Instituciones en Aragón y La Rioja de CaixaBamk; y Ricardo Velasco, gerente de la Fundación Rioja Salud, a quienes acompañaban otros integrantes del programa en la comunidad y tres familiares atendidos por el programa.
«Se busca mejorar la calidad de esas personas y de sus familiares a través de un modelo de atención psicosocial que complemente la atención médica, una atención integral en los aspectos físicos, psicológicos, sociales y espirituales durante la enfermedad y el posterior duelo», ha destacado Buisán, que ha resaltado, además, que «el programa se ha convertido en un modelo sólido, respaldado y apreciado por la comunidad científica internacional y que recientemente ha sido definido por el Consejo de Europa como un servicio ejemplar en la atención social y espiritual«.
Nacido en el 2008 como un complemento al desarrollo de los cuidados paliativos, el programa está extendido en la actualidad en todo el territorio nacional, en 128 hospitales y 133 unidades de apoyo domiciliario a través de a través de 42 EAPS formados por psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, médicos, agentes pastorales y voluntarios. Más de 200 profesionales y un millar largo de voluntarios han desarrollado en estos años una intensa labor que además de extensa -173.190 pacientes y 236.808 familiares atendidos y 68,9 millones de euros destinados a su desarrollo- ha sido exitosa en sus resultados, según acreditan los resultados de su permanente evaluación. «El 90% de los pacientes atendidos mejoran en todos los parámetros: emocionales, como ansiedad, depresión o adaptación; espirituales, sensación de paz y perdón; y sociales, con la posibilidad de resolver temas pendientes», ha detallado Buisán.
En La Rioja, el despliegue de actuación, que se ubica en el Hospital de La Rioja, el Hospital San Pedro y la Residencia Santa Teresa Jornet, cuanta además con el apoyo de cinco Equipos de Atención Domiciliaria a través de un EAPS, formado por dos psicólogas -Mónica Gómez y Yolanda Ortega-, una trabajadora social -Laura Pérez- y una administrativa -Sandra Castaño-, perteneciente a la Fundación Rioja Salud, cuyo gerente, Ricardo Velasco ha destacado «el compromiso y la profesionalidad de sus integrantes».
«Sumamos esfuerzos para multiplicar resultados», ha remachado, por su parte, Iker Muguruza, que ha resaltado que "todas las personas merecen contar con alguien en los momentos más delicados de sus vidas".
El aniversario del programa tendrá esta tarde un segundo capítulo en el salón de actos del Hospital San Pedro, donde la Fundación 'la Caixa' ha previsto rendir homenaje a los profesionales, expertos, familiares y voluntarios que desarrollan y participan en esta iniciativa. En el encuentro, en el que participará la consejera de Salud, Sara Alba, se compartirán experiencias, aprendizajes y herramientas para afrontar el tramo final de la vida y la etapa de duelo. Antes de la conclusión de la cita, los responsables de la entidad harán entrega del distintivo de reconocimiento a la entidad colaboradora del programa en la región, la Fundación Rioja Salud, distinción que será recogida por su gerente, Ricardo Velasco, a quien acompañará el director de gestión de la Fundación, José Ignacio Maiso.
Las imponentes cifras y resultados del programa hablan por sí solas, pero resultan demasiado frías al lado de las lágrimas de agradecimiento de aquellos que han sido ayudados y que, de hecho, siguen firmemente asidos a ese brazo protector tendido por 'la Caixa' y la Fundación Rioja Salud.
Es el caso de María Jesús Alonso, en pleno proceso de duelo y destrozada aún por la muerte de su marido, Antonio, a quien se lo llevó un cáncer en apenas un mes. «Cuando ocurre una cosa de estas tan inesperada es como si el cielo se te abriera, tienes pánico, todo es oscuro. A veces el amor de la familia solo no basta y entonces llega el equipo psicosocial con su experiencia, su escucha y su saber estar. Ellos te abren el camino y te van preparando. Solucionar todo el dolor es imposible, pero, al menos, logras que sea llevadero. Para Antonio supuso mucho bien y para mí fue una gran ayuda», confesó María Jesús, que a duras penas pudo acabar de leer la carta de apenas dos folios que escribió su marido el pasado 13 de enero en su habitación del hospital San Pedro.
«Si tuviese que definirlos con una palabra, yo diría que son imprescindibles Me siento muy afortunada de haberlos tenido a mi lado y ojalá mucha gente pueda tener su apoyo», ha concluido
Victoria Sáenz también ha tenido que dar el último adiós a su marido tras un larga enfermedad, ELA, que le tuvo postrado durante cinco años. «Estoy muy agradecida por la ayuda recibida durante la enfermedad de mi esposo y después, durante el proceso de duelo, para mí ellas son como de la familia, como unas hijas e incluso más que eso. ¡Anda que no hemos hablado horas y horas!», explicaba también emocionada.
Tampoco pudo contenerse Carlos Martínez, a quien la EPOC le arrebató a su padre unos meses después de tener que dar su último adiós a su madre. «Tras la muerte de mi madre, mi padre decidió tirar la toalla y se mostró muy reacio a recibir esta ayuda. Sirvió una única conversación con ellas para recuperar algo de su ilusión y empezó a salir a la calle después de ocho meses de encierro en casa», ha relatado Carlos, a quien una grave deficiencia visual le impedía cuidar de su padre como deseaba. «Para mí el apoyo durante su enfermedad ha sido enorme y tras su muerte, cuando llegó el vacío, he tenido la fortuna de contar con el servicio de duelo que, además de ayudarme, me ha enseñado a descubrir una nueva mirada».
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