Todo el recorrido de Deborah Gurrea y Marcos, su hijo, desde que a ella le diagnosticaron el cáncer de mama se ha llevado a cabo en la Clínica Universidad de Navarra. Allí, la riojana ha estado atendida por múltiples médicos de diferentes especialidades, en los ... que ha depositado toda su confianza. «Siempre se le ha explicado el porqué de las decisiones que tomamos y ella, con la información en la mano, ha confiado en nosotros», explica la ginecóloga Miriam Turiel. «Todos íbamos a una y eso ayudó mucho», añade.
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Turiel cuenta que el objetivo en este caso era doble. «Velar por el bienestar tanto de la madre como del bebé», recalca antes de exponer cuáles fueron los primeros pasos del tratamiento. «No en el primer trimestre de embarazo, pero sí en el segundo y el tercero se puede iniciar la quimioterapia si la madre lo necesita», cuenta. «Es lo que hicimos, pero conforme pasa el tiempo el balance de riesgo para la madre y el bebé va cambiando y a partir de la semana 34 o 35 el riesgo de dar quimioterapia es mayor que el que asumimos adelantando el parto», añade.
Finalmente, se apostó por inducir la llegada al mundo de Marcos en la semana 36. «Fue un parto excelente, buenísimo y, a partir de ahí, se retomó la quimioterapia ya con el niño fuera, lo que nos daba mucha tranquilidad», concluye Turiel.
Mano a mano con Turiel, y varios profesionales más, trabajó la oncóloga Marta Santisteban, quien explica que el tumor que tenía Deborah Gurrea era triple negativo. «Es el más agresivo que hay, pero también el más frecuente entre los jóvenes y las embarazadas», apunta para después añadir que hay un porcentaje pequeño de cánceres de mama que se diagnostican en el periodo gestacional. «Y en los que el aborto terapéutico no mejora el pronóstico de la enfermedad», recalca.
Estos casos, según informa Santisteban, se pueden abordar de dos maneras: operando primero o empezando por la quimioterapia. Con Deborah se escogió el segundo. «Porque el tumor era muy agresivo y porque nos podía dar mucha más información sobre si la quimio funciona bien», argumenta la oncóloga, quien, al igual que Turiel, deja claro cuáles eran sus prioridades. «Que la madre tenga una buena tolerancia al tratamiento y que el feto esté bien», sentencia.
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Objetivos que se consiguieron a pesar de que posteriormente se viera que el tumor no se había reducido del todo. «Quedaba algo residual y se decidió dar algún ciclo más de quimioterapia tras la cirugía», apunta Santisteban, quien se muestra optimista sobre el diagnóstico de la arnedana. «Su pronóstico es muy bueno; ahora estamos en el programa de revisiones, ella está mucho mejor y el niño se encuentra muy bien», se congratula. «La intención del tratamiento ha sido curativa y pensamos que todo va a ir muy bien», finaliza.
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