De mayores a 'senior': la nueva longevidad

Está previsto que en 2050 la población mundial mayor de 65 años pase de los 2.000 millones de habitantes. Solo en España son 10 millones las personas consideradas mayores. La pandemia aireó las miserias de las residencias poniendo en evidencia las condiciones y la atención que recibían los usuarios de las mismas. El COVID-19 nos puso ante el espejo para contemplar la realidad de una sociedad cuya asignatura pendiente es el trato a sus mayores. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis personas de más de 60 años fue objeto de alguna forma de maltrato, siendo el psicológico, un 11,6%, el más habitual. Ante esta situación, surgen voces acreditadas que reclaman un cambio: de perspectiva, de modelo y, sobre todo, de formación. Cuidar a los cuidadores, formarlos, profesionalizar a un sector que es el pilar del estado de bienestar.

En esta línea, el profesor Antonio Jorge López Rodríguez apuesta por transformar las residencias y los centros de mayores en algo más parecido a un hogar. «Cambiemos esos espacios que se limitaban a ofrecer servicios en centros similares a una comunidad, con grupos pequeños que, en caso de crisis como ocurrió con la del COVID, puedan ser gestionados de una manera más eficaz». Y para ello, es importante la formación.

López, que dirige el Máster Universitario en Dirección e Intervención Sociosanitario de UNIR, aboga por mirar al modelo de países escandinavos como Noruega, Dinamarca o Finlandia. «Son sistemas de longevidad más amigables basados en la formación de los profesionales en nuevas habilidades y capacidades, especialmente en el campo de la gestión de equipos y la digitalización», apunta López.

Una de esas habilidades que se consideran más importantes a la hora de tratar la nueva longevidad es la psicológica. «Las competencias de carácter emocional son muy importantes, pero no solo para atender a las personas mayores sino a las de 50 ó 60 años que ya están a punto de ser catalogadas como 'senior'» señala López. «La dimensión psicológica es la que más se va a trabajar en los próximos años. La salud mental en España todavía está relegada a un segundo plano en el sistema sanitario».

Una dinámica que hay que revertir ya que cada vez la esperanza de vida es mayor por lo que «debemos de ser capaces de preservar y mantener la calidad de vida de las personas mayores desde el punto de vista físico y mental». Y a esto se le añade que España debe lidiar con la fractura territorial. Una población cada vez más longeva y urbana en detrimento de lo rural. «Va a ser muy difícil aplicar un modelo asistencial basado en la persona con tal dispersión de población», advierte López, «pero no es imposible». «Harán falta recursos y seguir los pasos de otros países europeos que ya ofrecen centros con actividades que los mayores estaban demandando».

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