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Será difícil que se quite el 'sanbenito' de asignatura hueso para los escolares. Matemáticas será, sin temor a equivocarnos con esta aseveración, una de las materias que a la gran mayoría de los alumnos no les importaría que desapareciera del programa lectivo. Pero no sería justo. Es más, resultaría contraproducente. «Necesitamos de su aplicación en nuestro día a día para muchas cosas que a veces ni imaginamos», confiesa Ainhoa Arana, investigadora y docente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y que está al frente de un grupo de reciente creación denominado CMCMA, siglas que responden a la competencia matemática y científica a través de metodologías activas.
En estos conceptos va a incidir este equipo multidisciplinar de profesoras –cinco mujeres con perfiles variados de biólogas, matemáticas y una pedagoga– que tienen claro la necesidad de mejorar la imagen de esta asignatura muchas veces «odiada» por los estudiantes. «Nos vamos a dirigir a nuestros alumnos que son los docentes del mañana, futuros profesores que se van a enfrentar a una situación cada vez más común», añade Arana. La falta de interés por la competencia matemática. «Pero porque existe un claro desconocimiento de lo que hablamos».
Descripción Grupo interdisciplinar de profesoras de la Facultad de Educación que unen sus esfuerzos con el propósito de mejorar la competencia matemática y científica de docentes y discentes de los diferentes niveles educativos.
Líneas de investigación Competencia matemática y científica, análisis de las dificultades en el proceso de enseñanza y aprendizaje, promoción de rutinas de pensamiento abstracto y desarrollo de experiencias didácticas.
¿Qué es la competencia matemática? «La capacidad de resolver problemas que nos surgen a diario aplicando los desarrollos lógicos que nos da esta materia», responde la investigadora principal del CMCMA. Un alumno de Secundaria, en los meses previos a empezar el Bachillerato, charlaba con Ainhoa Arana sobre los cambios que quería hacer en su habitación. «Tendrás que aplicar el álgebra con operaciones aritméticas o la geometría para calcular los espacios. Le dije. Y él me respondió: 'Eso no son matemáticas'», relata sorprendida.
Ainhoa Arana | Investigadora principal
Esther Rodríguez | Doctora en Biología
Este ejemplo le sirve para decir bien a las claras que «no estamos sabiendo interpretar las necesidades de nuestros alumnos y trasladarles los conceptos más necesarios». En este sentido, la riojana Esther Rodríguez también forma parte del grupo investigador de UNIR y apunta que «primero tenemos que detectar el problema. En mi opinión se tiene una idea de las matemáticas como un concepto muy abstracto, pero hay que contextualizar la materia y decir que nos obliga a razonar y a aplicar la lógica».
Ella procede de un mundo más científico como el de la biología, la bioquímica y la biomedicina. «Siempre me ha gustado trabajar sobre hipótesis, hacerme preguntas, y esto es muy válido para trasladar una didáctica de las matemáticas muy pegada a la realidad que vivimos en el día a día», señala Rodríguez.
Introducir la metodología activa es otro de los retos del grupo de trabajo de UNIR porque «de la formación que seamos capaces de dar a nuestros alumnos dependerá la forma de enseñar cuando ellos sean docentes». En este sentido, recurrirán a fórmulas como los 'escape rooms' para persuadir sobre conceptos que pueden parecer teóricos. «Las tablas de sumar, restar, multiplicar y dividir hay que aprenderlas, claro, porque nos van a ser útiles fuera del ámbito académico», concluye Arana.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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