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JORGE MATUTE
Jueves, 7 de marzo 2019, 07:19
María Malo es una chica muy cercana, dulce y amable. Unas características que, posiblemente, quedan muy lejanas para todos aquellos en los que piensan cómo ... son los conductores de una máquina de tren. La vida de esta riojana con casi toda probabilidad no es ni parecida a lo que ella imaginaba cuando terminó sus estudios y saltó al mercado laboral.
María nació en 1989 y residió durante toda su infancia, y parte de su juventud, en la localidad serrana de Ortigosa de Cameros. Fue en aquellos años cuando empezó a forjar su vocación como periodista. Que sus padres sintonizasen todas las mañanas varios telediarios nacionales o lo primero que hiciesen fuese poner la radio, levantó muy pronto sus inquietudes por los medios de comunicación. «Es algo que desde pequeña siempre me llamó mucho la atención, sobre todo la radio», señala.
Junto con lo que vivió en su casa, a María también le inculcaron la pasión del periodismo en el colegio de Ortigosa de Cameros, donde tenían una radio y una revista. «Aquello me encantaba», recuerda. En aquel tiempo las escuelas de la sierra disponían de menos recursos que en la actualidad, y ante la falta de profesorado, sustituían algunas asignaturas por otras que sí podían impartir los docentes de allí: «Me acuerdo que como no podían mandarnos un profesor de francés, teníamos procesos de comunicación como clase alternativa». Fue en esta asignatura donde empezó a sentir más de cerca el periodismo: «Recuerdo que mi madre se llevaba un walkman para poder escucharnos y, además, la revista 'Duendes de Cameros' fue premiada con el Lobo de Oro a la mejor publicación escolar de toda España», relata Malo. Unas actividades que no hubiesen sido posibles sin el entonces director del colegio, Jesús Jiménez, ya que él «era el que nos motivaba».
Una época que duró hasta cuando tuvo que dejar Ortigosa para continuar con sus estudios en La Laboral. «Fue un poco duro porque ya no existía eso, pero cuando volvía los viernes nos colábamos en la radio y hablábamos». Al terminar segundo de bachillerato, y con varios premios de escritura en su haber, la decisión estaba clara: «Iba a estudiar periodismo». Una vez superado el primer año, la pasión de María hizo que pronto quisiese aplicar todos sus conocimientos. No lo dudó dos veces y se presentó en la redacción de Diario LA RIOJA, «donde me dieron la primera oportunidad hacer prácticas en un medio de comunicación», recuerda con una amplia sonrisa en la cara.
En 2011, con los 22 años, tras haber realizado diferentes prácticas en medios de comunicación regionales y nacionales, se planteó su futuro como periodista en España, uno de los países en los que la crisis azotaba con mayor virulencia. En ese momento, su hermano le propuso irse a vivir con él a Alemania, donde llevaba residiendo un tiempo, en busca de un cuarto idioma.
Tras trabajar en un restaurante italiano, María tenía la inquietud de dedicarse a lo que ella siempre había querido: ser periodista. Tras varios intentos fallidos y ver que las oportunidades allí eran muy escasas, la casualidad hizo que encontrará la oferta de formación dual alemana. Así, comenzó a trabajar hace casi cinco años en Transfesa, una compañía hispano-alemana especializada en transporte de mercancías por ferrocarril.
Tras pasar por diferentes departamentos, le nombraron responsable de la nueva escuela de maquinistas, surgida en España ante la creciente demanda de nuevos conductores. Es en ese momento cuando decide realizar el curso para poder trasladar a sus alumnos «la responsabilidad que supone conducir un tren a través de mi propia experiencia», resalta.
Una profesión que no solo la desempeñan chicos. Aunque hasta el año 1985 solo podían acceder los hombres a través del servicio militar, con el paso de los años y con la liberalización del sector de las mercancías, las mujeres han podido acceder a este sector. «En mi promoción he sido la única mujer de clase, pero siempre me he sentido arropada por todos mis compañeros», confirma María.
Ahora, tras aprobar la parte teórica, dejará de un lado el simulador y comenzará sus prácticas reales de conducción como maquinista en los próximos días. «Afronto este reto con mucho respeto y seriedad, ya que es una parte de mucha responsabilidad», destaca.
La historia de María Malo es un claro ejemplo de como la vida puede cambiar con una sola decisión. De periodista vocacional, a aprender a manejar un tren. «La pasión del periodismo la he tenido siempre, la del ferrocarril me ha surgido ahora».
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