María Gutiérrez | Agricultora que actuó como portavoz de los 'chalecos amarillos'
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María Gutiérrez | Agricultora que actuó como portavoz de los 'chalecos amarillos'
«Cuando paso por El Espolón se me siguen saltando las lágrimas»María Gutiérrez tardará en olvidar, si lo hace algún día, lo vivido el pasado mes de febrero. Se convirtió en una de las caras visibles de las movilizaciones de los 'chalecos amarillos', con las que se involucró prácticamente las 24 horas del día. «Dejé mi ... vida a un lado, a mis amigos, a mi familia... Apenas dormía», rememora. «Terminaba a las doce de la noche con reuniones y a las cuatro de la mañana ya me estaba levantando para organizar a los tractores de mi zona, Agoncillo», apunta la de Corera. «Vida, cero», sentencia.
La viticultora admite que nunca pensó que las movilizaciones pudieran alcanzar la trascendencia que finalmente tuvieron. «No me lo imaginé en ningún momento; cuando hablamos de entrar al Espolón no sabíamos que iba a ir tanta gente y, cuando vi a todo el mundo, solo me preguntaba: '¿Esto es real?'», cuenta Gutiérrez, quien también asegura que no entraba en sus planes actuar como portavoz de los manifestantes. «No tenía pensado hablar, pero de repente me vi subida a un tractor; la que estoy liando, pensé», relata.
En su opinión, lo vivido resultó emocionante. «Y todavía hoy, cuando paso por El Espolón, se me saltan las lágrimas», asegura la joven, quien sacó conclusiones positivas de la experiencia, a pesar de que, según su modo de pensar, sus reivindicaciones no tuvieron la respuesta más adecuada. «Lo que me llevo es el apoyo que encontramos de la gente de la calle, así como muchos amigos para toda la vida», destaca. «Ha pasado un año y sigo en contacto con ellos, me siguen apoyando y les consulto decisiones importantes», enumera Gutiérrez.
También se queda con la repercusión que, en el momento, tuvieron sus actos. «Sirvieron para que la gente se diera cuenta de que no somos cuatro gatos, somos muchos y si nosotros paramos, aquí se para todo», insiste la de Corera. Preguntada por si los 'chalecos amarillos' siguen existiendo, responde: «Seguimos teniendo nuestro grupo, somos unos amigos que, por así decirlo, la liaron un poco», determina.
¿Por qué todo llegó a su fin? La agricultora admite que en los últimos días había «desilusión» entre la gente. «Veían que los de arriba no nos echaban una mano y fueron quedándose en casa, es entendible», opina. «Yo, al principio, no les entendía, pero pasado el tiempo sí», apostilla para recordar después que incluso perdió «unos kilos» durante las tractoradas. «Me involucré mucho, he llorado por todos a los que les pusieron multas... Me lo llevé muy a lo personal», reconoce. Y a la pregunta de si volvería a hacerlo así, no duda: «Si pudiera haber dado más de mí, lo habría hecho; por otras personas no, pero por las del campo sí».
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