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Las verduras, hortalizas y las frutas frescas reinan en las alacenas riojanas. De media, cada riojano consume 138,82 kilos al año de estos productos, 70,93 kilos más que en carnes y pescados. De forma paralela, la compra de huevos, leche y derivados lácteos ... ha caído en la última década el 39,7%. Así se desprende del Informe de Consumo Alimentario en España 2018, elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Paula Fernández, titulada en Nutrición y Dietética y responsable de Nutrium, atribuye este retroceso del consumo de los alimentos de origen animal «al auge de las dietas vegetarianas y veganas». «Cada vez hay más personas que no consumen productos de origen animal», subraya. Asimismo, los datos de la documentación de Agricultura le llevan a una segunda conclusión: «Cada vez es mayor la preocupación por llevar una alimentación más sana, aunque también se cometen muchos errores».
Desde luego. El trabajo estadístico revela que los riojanos aumentaron a un ritmo del 175,5% el consumo de bollería, pastelería, galletas y cereales entre el 2008 y el 2018 (en este apartado, La Rioja se encuentra prácticamente a la par que la media nacional).
Y también de los platos preparados. Una subida, en concreto, del 37,8%. De hecho, La Rioja es la segunda comunidad, tras Cataluña (19,3 kilos), en la que sus hogares gastan más en la adquisición de estos productos. Asimismo, el consumo de un bien de primera necesidad como el pan cayó el 51,9% en la región en la última década.
Por contra, a lo largo de estos diez años han ganado presencia en la cesta de la compra de los riojanos los frutos secos (incremento del 17,6%) y, aunque el aceite ha perdido peso (de 17,4 litros a 13,4 litros), la ratio riojana todavía supera la media nacional situada en 11,95 litros al año.
Centrando el análisis en los alimentos de origen animal, en los frigoríficos de los hogares riojanos hay menos carne (1,43 kilos) y huevos (algo más de medio kilo) que en los del conjunto del país y más o menos la misma cantidad de productos del mar. Pero en los estantes de las despensas riojanas hay menos arroz, patatas, frutas, legumbres, pastas, salsas, chocolates y cacaos, y frutas y hortalizas transformadas que en el promedio nacional. Por el contrario, sí disponen de más platos preparados, cafés e infusiones.
En cuanto a las bebidas, el consumo de agua embotellada se disparó en la región el 50,7% en diez años, pasando de 31,48 a 47,45 litros, mientras que el de vino se desplomó el 39,2%, cayendo de 8,02 a 4,88 litros. Lo que repuntó de forma más que destacada es la compra de bebidas espirituosas, nada menos que el 350%: de 0,26 litros en el 2008 a 1,17 litros el año pasado.
Con carácter general, y a la vista de estos datos, Fernández observa que en la última década «se ha perdido un poco la dieta mediterránea en La Rioja» porque ha disminuido el consumo de aceite de oliva, de frutas y de legumbres. No obstante, la especialista alerta de que, «aunque la dieta mediterránea es una buena base, estamos añadiendo a ella un montón de alimentos refinados, de precocinados y de azúcares. Ese es el problema: esos extras de productos procesados que le metemos». Porque «la bollería, las galletas y los cereales, cuyo consumo ha aumentado en nuestra comunidad, no forman parte de la dieta mediterránea».
La responsable de Nutrium opina que este cambio en los hábitos alimenticios obedece, básicamente, a un factor cultural y no tanto al poder de compra que tienen las familias en alimentación. «Si fuera por una menor capacidad económica no habría descendido el consumo de alimentos como las patatas, las pastas y el arroz», enfatiza. «Así que yo me inclino por pensar que esa pérdida de importancia de los alimentos de origen animal tiene que ver más con la preocupación de los riojanos por comer más saludable que por una cuestión económica, porque cuando obedece a dificultades económicas, aumenta el consumo de alimentos que son más baratos»
El gasto per cápita de los riojanos en alimentación ascendió el año pasado a 1.395,3 euros. Fue el quinto más bajo por comunidades autónomas y se situó por debajo de la media nacional establecida en 1.497,1 euros. Con todo, se trató del primer ejercicio de incremento tras cuatro años consecutivos de descensos. El mayor gasto de la serie histórica en la región se alcanzó en el 2013, con 1.748,7 euros, y el más bajo, en el 2017, con 1.345 euros.
Las comunidades con mayor gasto per cápita fueron el País Vasco (1.752,3 euros), junto con Cataluña (1.717,5) y Galicia (1.625,1). En el lado contrario se situaron Extremadura (1.220,9 euros), Andalucía (1.332,4), Castilla-La Mancha (1.343,8) y las Islas Canarias (1.368,6 euros).
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