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Las consecuencias de la crisis catalana convulsionan en el ecosistema político del resto de España, con su propia derivada a escala regional. Concentrada en una pregunta: cómo impactarán los sucesos de esta semana en el ánimo de los votantes que el día 10 de noviembre ... acudan (o declinen acudir) a las urnas repartidas por La Rioja. Como reacción inicial, conviene atender a las primeras declaraciones de Pedro Sánchez, partidario no sólo de acatar el cumplimiento de la sentencia contra los secesionistas, sino de asegurarse su cumplimiento: una velada manera de oponerse a la hipótesis del indulto, lo cual abriría (nueva hipótesis) la puerta a un acuerdo con Ciudadanos, si prevalece la penúltima ocurrencia de su líder. Para Albert Rivera, apoyar a un Gobierno del PSOE que hubiera aceptado indultar a Junqueras y compañía resultaría inaceptable. De modo que, si se cumpliese la promesa de Sánchez, las cartas para el día después del 10N ya estarían más o menos repartidas, aunque las opiniones recabadas entre los partidos riojanos divergen cuando responden a esa pregunta central: cómo se interiorizará en el ánimo de los electores no sólo la parte emocional de la crisis catalana, sino las distintas estrategias seguidas por cada partido.
Porque aunque divergen las opiniones, lo hacen con un punto coincidente: todos los partidos piensan que la táctica seguida por sus respectivas cúpulas nacionales beneficiarán a sus siglas. Por Ciudadanos, precisamente, porque ha hecho de la firmeza ante el separatismo su fe de bautismo en la política nacional, de donde deducen sus dirigentes riojanos que el votante premiará a quienes vieron venir antes que otros el abrazo del oso catalán. En el PP, otro tanto: también sostienen que las urnas deberán saludar la política seguida por Mariano Rajoy de detener al secesionismo mediante la aplicación estricta de la Constitución, incluido el artículo 155. «En este país, el que la hace, la paga», concluyen por Duquesa de la Victoria.
¿Y en el PSOE? En Martínez Zaporta triunfa la versión fría a esa misma cuestión: neutralidad absoluta. «No creemos que tenga influencia la sentencia sobre los resultados de La Rioja», avisan las fuentes consultadas. Con una coda adicional: a nivel nacional, sí que parece prevalecer por Ferraz y su federación riojana la sensación de que habrá una masa de votantes que en tiempos de confusión como los presentes tienda a alinearse con su Gobierno, ocupe quien ocupe el trono de Moncloa. A cambio de que se persista en la respuesta inflexible y firme al desafío nacionalista que predominó en las primeras palabras del presidente del Gobierno.
Pero las repercusiones electorales de la sentencia sobre el independentismo catalán tienen un impacto menor sobre la convivencia entre los españoles: resulta superior la dimensión que ocupa una reflexión más panorámica, que invita a preguntarse cómo se ha ido lesionando con el paso del tiempo el vínculo entre el conjunto de España y esa región mediterránea. Por expresarlo con la frase célebre del Vargas Llosa de 'Conversaciones en la catedral', cuándo se jodió todo. Y otra pregunta: si el comatoso estado de las relaciones entre al menos la mitad de Cataluña con sus hermanos a este lado del Ebro tiene solución. Para lo cual será imprescindible un esfuerzo que detenga la presente mistificación de la historia, un proceso en curso que tiende a desfigurar la realidad y algunos acontecimientos, de Carlomagno a esta parte, para que se adapten primero a los prejuicios y después a las fantasías de los promotores del cisma.
La sombría semana catalana coincide en el tiempo con la exposición que albergan los salones de la sede madrileña de CaixaForum, donde se exhibe hasta enero una hermosa y recomendable exposición que recuerda el avanzadísimo nivel de desarrollo que alcanzaron los pueblos asirios siglos antes de que empezara el año 0 de nuestra era. Las civilizaciones asiáticas se distinguieron entonces por una ambiciosa vocación expansionista, que les llevó a dominar el ancho territorio que va hoy desde España a la India, un sorprendente caso de éxito que ha llegado a nuestros días a través de la conocida expresión lujo asiático pero que no evitó un triste final: su destrucción. Cuando una sociedad entera, según nos enseñaron desde Asiria, se empeña en despeñarse y desoye toda invocación a la convivencia pacífica, parece evaporarse el sentido común con el resultado conocido: el precipicio. De manera que atender las lecciones que nos presta gratis la Historia y seguir los consejos de las voces más templadas en medio de la histeria generalizada parece una asignatura obligatoria. Tan imprescindible como aceptar el carácter visionario y fatalista de otro escritor, Jon Juaristi, cuando explicaba en su famoso verso ('Spoon River Euskadi') cómo se jodió todo en un rincón cercano, el País Vasco. Un triste relato cuyas estrofas pueden aplicarse hoy también a Cataluña: «¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes, / y por qué hemos matado tan estúpidamente? / Nuestros padres mintieron: eso es todo».
Eso es todo.
El aplazado encuentro de la cúpula del Partido Popular de La Rioja con su militancia se ha vuelto a convocar: en esta ocasión, la cita será el próximo día 27 (domingo), en el polideportivo de Agoncillo, donde están convocados sus afiliados a partir de las 13.30 horas. El almuerzo, cuyas invitaciones se están enviado ya a los militantes, reemplaza al que los dirigentes del PP tenían previsto celebrar este verano en Albelda, pero fue suspendido: una cancelación justificada, de acuerdo con la versión oficial, por la ola de calor que a finales del mes de junio azotaba La Rioja, «siguiendo las recomendaciones de Salud Pública», según se detalló en su momento.
La Consejería de Participación, Cooperación y Derechos Humanos que dirige Raquel Romero ha registrado en los últimos días novedades en materia de altos cargos. El lunes pasado, se incorporó a su puesto como responsable del Observatorio de Derechos Humanos Sara Carreño, quien había disfrutado hasta entonces de un permiso por su reciente boda. Y Romero dispone ya de su propio secretario personal, cuya designación no figuraba en el organigrama que en su día facilitó el Gobierno: se trata de Tomás Castillo Claver. Sigue pendiente el titular de la Secretaría General Técnica.
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