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Viernes, 1 de noviembre 2019, 20:31
La tradición, reeditada. Los riojanos volvieron a sus cementerios, a esos espacios más lejanos a diario, pero a los que tantos vuelven cada 1 de noviembre. Andando, en los autobuses que pusieron para la ocasión varias localidades de la región, en coche con los consiguientes líos de aparcamiento... En soledad, con los mayores, no tanto con los más jóvenes de las casas...
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Y, tras las horas de trabajo invertidas estos días previos, los camposantos rebosaban de flores de todo tipo, desde los tiestos de crisantemos a los ramos de claveles sin que faltaran otros trabajos finos de floristería, con alguna que otra especie exótica mediante. Si en algunos casos hubo actos religiosos -en el camposanto del barrio de San Antonio de Logroño presidía el obispo, Carlos Escribano-, en otros, como en el cementerio civil de La Barranca, en el término de Lardero, se leyeron poemas.
Aunque los horarios se estiraron en lo posible para facilitar el acceso de todos aquellos que lo desearon, los que no llegaron a tiempo todavía tienen este fin de semana aperturas más flexibles para darles la posibilidad de hacerlo.
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