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Hace apenas quince días María José González era optimista. «Ahora le doy un voto de confianza al lobo. Quizá dentro de 25 años se recuerde en Laguna lo que le pasó a 'la Marijose'. Es engañarme, pero es lo que me gustaría», admitía esta ganadera de 48 años de Laguna de Cameros el pasado día 13 de mayo. Días atrás, en apenas dos semanas, los lobos le hicieron perder 55 ovejas, aunque de ellas solo 23 fueron acreditadas como muertas por ataque del lobo ya que el resto habían desaparecido.
Era la primera vez en más de medio siglo que el lobo se dejaba ver en el Alto Leza. Unos creen que son los lobos de Urbión, desplazados a La Rioja desde las Tierras Altas de Soria al haber encerrado allí los ganaderos a sus rebaños, también hartos de los ataques. Otros creen que son los mismos que han atacado en Villoslada y Lumbreras, a apenas unos kilómetros campo a través en línea recta. El caso es que el problema del Alto Najerilla, que primero se trasladó al Alto Iregua, ahora se había reproducido en el Alto Leza, donde María José González pastoreaba a un centenar de vacas y a unas 450 ovejas.
El pasado domingo 15 de mayo los lobos mataron a otras siete ovejas de María José. Y el jueves 19 de mayo, a otras tres y a la perra mastín que las defendía. En total, 65 borregos muertos, el 14,44% de su rebaño, en un mes, cree que todas por el lobo. Los últimos no fueron los ataques más cruentos, pero sí la gota que colmó el vaso para María José, que hace una década dejó su trabajo en la cocina del hospital San Pedro de Logroño para dedicarse de lleno a la ganadería, el oficio familiar, en su pueblo.
«Desilusión» y «rabia» son algunas de las palabras que empleaba María José para describir lo que sentía, pero no utilizaba palabras gruesas. El suyo es un discurso calmado, templado, verídico. «Era luchar contra el fuego», ejemplificó ayer en un mensaje. No quería hablar. Ella, mujer fuerte que trabaja en las faldas de Sancho Leza, mujer que ha formado parte del retén contra incendios del Camero Viejo, que pertenece a una generación de mujeres ganaderas del Alto Leza, como Cristina Galilea (Ajamil), Pilar Cristóbal (San Román de Cameros), Raquel Sáenz (Jalón) y Jéssica Estrada (Muro en Cameros), se rinde.
Hace un año vendió sus cabras a otra ganadera de Ortigosa de Cameros. Y la semana pasada vendió las casi 400 ovejas que le quedaban. «Pena no te llegas a imaginar», reconoció. Ya solo le quedan las vacas. Había probado a pasar la noche con las ovejas, pero le atacaron de día. Había dejado encerrado al rebaño, pero era una solución temporal. La ganadería extensiva se diferencia porque los animales basan su alimentación en el pasto, de forma natural.
La noticia de que María José González se desprendía de su rebaño, como antes lo hicieron otros ganaderos del Najerilla y del Iregua, primero recorrió el valle del Leza, después los demás. Fue como un lobo que recorría la sierra riojana. «Tiene que haber ovejas y lobo, pero controlado», pensaba María José semanas atrás.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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