Secciones
Servicios
Destacamos
«No hay que ser catastrofistas, pero tenemos que ocuparnos desde ya de paliar en la medida de lo posible sus consecuencias conscientes de que estamos ante un cambio global». José Arnáez Vadillo (Haro, 1957), catedrático de Geografía Física y responsable del Grupo EUSOT (Erosión, ... uso del suelo y ordenación del territorio) de la UR –de la que fue rector–, lleva años hablando de un cambio climático que, a su juicio, es parte de un problema aún más complejo.
– De entrada, y sin rodeos, ¿cuánto tenemos que preocuparnos por el calentamiento global?
– No debemos alarmarnos, pero tampoco despreocuparnos. La idea clave que hay que transmitir es que tenemos una realidad cambiante con relación al clima y que tenemos que buscar las fórmulas e instrumentos para mitigar al máximo esta elevación global de las temperaturas.
– Vamos, que esto va mucho más allá del calor en verano, del frío en invierno y del coloquial 'el tiempo está loco'.
– Es una cuestión que puede llevar a confusión, sí, una cosa es el tiempo, en un momento concreto, y otra el clima, todo un período que marca tendencias. El ciudadano puede tener la sensación de que, efectivamente, el tiempo está loco y hablar de cambio climático, pero a los científicos lo que nos preocupa son esas tendencias climáticas, que son incuestionables. Desde los 80 se constata claramente un incremento térmico, una realidad que dan los datos más allá de una cuestión vinculada a nuestra experiencia cotidiana.
– ¿Qué ha cambiado tan rápidamente para pasar de hablar de cambio climático a hacerlo directamente de crisis climática?
– Hay que darse cuenta de que el cambio climático implica importantes cambios ambientales, vinculados además a muchas acciones que el hombre realiza sobre el territorio. Que la masa forestal se haya incrementado como consecuencia del abandono del espacio agrario de las áreas de montaña, por ejemplo, unido a las altas temperaturas, aumenta las posibilidades de sufrir incendios. Limpiar esas áreas como medida para evitarlos, además, retendría a la población que queda... Hay toda una serie de circunstancias interrelacionadas que son muy a tener en cuenta, con lo que hablar de cambio climático está muy bien, pero quizás lo correcto sea hacerlo de cambio global.
– ¿Cambio global?
– Vamos a lo que se llama un cambio global, sí, donde el cambio climático es una parte muy importante pero no la única. El cambio climático no es una cuestión nueva en el planeta, pues en la Tierra ha habido muchos a lo largo de toda su historia geológica, incluso cambios en los tiempos históricos, donde durante la 'Pequeña Edad de Hielo' incluso se llegó a helar el Ebro en el siglo XVIII, y el hombre se adaptaba. Pero el de ahora tiene dos peculiaridades; una, que no es natural como los anteriores, sino provocado; y dos, que somos muchos y ocupamos cada vez más territorio, territorio sensible o inestable, caso de las riberas de los ríos, y en caso de fenómenos extremos...
– El último informe del panel intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (el denominado IPCC) habla ya de «cambios irreversibles» y de «fenómeno imparable»...
– Fíjese que, si bien durante todos los informes anteriores se decía que había mucha probabilidad de que el responsable del incremento térmico fuese el hombre, en el más reciente se señala que es absolutamente inequívoco que lo es y que fundamentalmente está vinculado a las emisiones de gases de efecto invernadero. Toca actuar, claro, pero para luchar contra el cambio climático hay que ser muy valiente y asumir cosas que a la población no le gustan o no convencen, porque está claro que las emisiones están vinculadas al desarrollo económico y social.
– ¿Llegamos a tiempo?
– Vamos muy ajustados, sí. El IPCC trabaja para las proyecciones con modelos: cinco en total que van desde el primero y más leve, donde el hombre asume su responsabilidad, que sería la situación de concienciación ideal de cara al problema; hasta un quinto donde la situación sería insostenible porque no tomamos ninguna medida, seguimos así, y esto nos podría situar a finales del siglo XXI con temperaturas en torno a cuatro grados por encima de la media actual, que sería un nivel de estrés bastante importante para muchos de los procesos naturales de este planeta.
– ¿Qué futuro le espera a una región donde la agricultura tiene tanto peso como en La Rioja?
– La Rioja está en el mundo mediterráneo, sin entrar en matices aunque los hay, el cual tiene dos peculiaridades al respecto: estamos en una cuenca, en un mar, que es prácticamente un lago, que tiene la característica de que acumula mucho calor; y luego, además, en una zona sensible porque es el límite entre el mundo árido y semiárido del norte de África y el mundo templado de Europa, una línea que puede sufrir oscilaciones. Si sube hacia arriba, y ya tenemos indicios, nos encontramos con que esas condiciones avanzan hacia donde estamos, y ya hay casos en Almería, etc. La Rioja, en ese sentido, estaría en ese contexto, aunque con alguna diferencia...
– Al respecto llevamos años de advertencias sobre una futura e hipotética desertificación del Valle del Ebro.
– Desde 1980 a la actualidad las temperaturas en La Rioja han aumentado una media de 0,5 grados y de hasta un grado centígrado en las máximas. Siguiendo el modelo intermedio del IPCC, el 3, donde se acometerían acciones a nivel global de protección sin ser máximas, lo que se prevé en nuestra región es que para 2050 la temperatura sea de entre 0,8 y un grado más, y ello puede repercutir evidentemente en todo nuestro espacio agrario, especialmente en el viñedo. ¿Qué dicen los expertos al respecto? Pues que habría que replantearse el utilizar el riego con mayor asiduidad, extender su cultivo a mayor altitud intentado huir de las zonas bajas y, probablemente, empezar a pensar en otro tipo de variedades.
– Como final, y directamente, ¿se puede reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero manteniendo el modo de vida que llevamos?
– Hay una relación directa entre crecimiento económico, uso y utilización de recursos y contaminación, eso está claro. No sé si peor, pero probablemente viviríamos distinto, porque nuestros niveles de bienestar están basados en el consumo. Si China se subiese al coche y los países de África reivindicasen nuestro nivel de vida, donde consumimos más de la mitad de los recursos del planeta, esto reventaría. Lo que sí podemos empezar a plantearnos son ciertos cambios, como la necesidad del coche privado para determinados tipos de desplazamientos como ir a nuestro trabajo a 1.500 o 2.000 metros de casa, cambios en nuestros comportamientos que ayudarían.
– ¿Entiende la polémica originada con proyectos como 'Calles Abiertas' en Logroño?
– Siempre recuerdo la labor que hizo Pilar Salarrullana con las peatonalizaciones sufriendo todas aquellas manifestaciones y muestras de protesta y hoy nadie lo discute ni puede decir que fuese negativo. La gente irá acostumbrándose a estas dinámicas con datos e información veraz y concienciación, otra cosa es que se pueda discutir en su planteamiento técnico y en su forma de ejecución. Lo que está claro es que los elementos más determinantes en el cambio climático son el consumo energético, el tráfico y la urbanización del territorio, y sobre todo ello hay que actuar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.