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Muchos han sido los medios de comunicación que se han hecho eco de un llamativo hito científico. Un grupo de investigadores ha logrado, en sus ... ensayos con animales, alargar la vida de los ratones hasta un 20% más de lo habitual. Un éxito registrado en Londres, pero tras el que hay manos muy vinculadas a La Rioja. En concreto, las del bioquímico Jesús Gil, jefe del grupo de Senescencia Celular en el laboratorio de Ciencias Médicas Imperial College de la localidad inglesa.
Gil nació en Zaragoza porque su padre, médico de profesión, trabajaba allí, pero a los tres años ya se trasladó a Logroño y él se siente riojano «de adopción y de crianza». No en vano, su etapa educativa, hasta llegar a la universidad la desarrolló en la capital riojana, a la que vuelve siempre que tiene ocasión. «Estudié en Maristas hasta que me fui a Madrid a estudiar primero Bioquímica en la Autónoma y después hacer el doctorado en el Centro Nacional de Biotecnología», recuerda. «Luego ya me fui a Londres, pero siempre que tengo vacaciones vuelvo a Logroño», añade.
Fue en el año 2000 cuando Gil recaló en la ciudad del Big Ben y del Palacio de Buckingham. «Primero entré a trabajar en un laboratorio y desde 2005 tengo mi propio grupo de investigación, centrado en la senescencia», recuerda. Esto es, en un estado en el que las células favorecen circunstancias como el envejecimiento. Ahora es líder de ese grupo que unió sus fuerzas con otro encabezado por otro investigador de su instituto, Stuart Cook. «Él está interesado en una proteína que se llama Interleucina-11 y que está involucrada en enfermedades como la fibrosis pulmonar, así como en otras relacionadas con el riñón o con el hígado», relata el bioquímico. «Ellos descubrieron por casualidad que esa proteína se acumulaba con la edad y se preguntaron si podía tener un papel en el envejecimiento», añade.
Ahí comenzó una nueva etapa en el estudio y lo que se consiguió es algo muy parecido a ese anhelo de la humanidad de vivir más años y con una calidad de vida mejor. «Probaron unos anticuerpos con el objetivo de inhibir esa proteína y lo que vieron, en ratones, es que estos vivían hasta un 20% más, que es el titular más chocante, pero es que además envejecían mucho mejor:más activos, con menos canas, menos obesos...», enumera.
Esa calidad de vida es lo que resalta Gil. «Si se comparan los ratones a los que se les ha inyectado el anticuerpo con sus hermanos, los primeros tienen muchas menos enfermedades», destaca. «Y eso es, posiblemente, para lo que se pueda aplicar en el futuro», apostilla el científico, quien explica que el ensayo con los animales comenzó cuando estos tenían una edad equivalente a 55 años en humanos. «Se les inyectó el anticuerpo y las diferencias se apreciaron cuando llegaron a los 80 u 85 años de personas», establece. «Si la vida media de un ratón es de dos años, se les sumaron aproximadamente otros cinco o seis meses», se congratula.
La pregunta es lógica. Muy bien, esto sucede con los ratones, pero ¿cuándo se podrá saber si ocurre lo mismo con los seres humanos? Gil se muestra cauto al respecto. «Lo conseguido nos tiene muy excitados, pero es necesario seguir haciendo ensayos clínicos», cuenta. «El investigador con el colaboramos ya ha logrado llegar a la segunda fase del proceso en el estudio de la relación de esta proteína con la fibrosis pulmonar y, si todo sale bien, puede que en unos cinco años los anticuerpos puedan estar aprobados para luchar contra esa enfermedad», relata. «A partir de ahí, habría que seguir haciendo ensayos para ver si se puede aplicar con el envejecimiento», apunta el investigador.
Gil no lanza las campanas al vuelo pero tampoco puede ocultar su satisfacción con los resultados obtenidos hasta la fecha. «Con este proyecto, y en general durante los últimos veinte años, hemos empezado a entender los procesos celulares y moleculares que están involucrados en el envejecimiento», explica. «Conocer eso nos permite ver cómo podemos inhibirlos y actuar con medicinas para tratar de interceder en ellos», añade el bioquímico.
No en vano, los efectos apreciados en estos primeros ensayos con animales son «muy grandes, tan grandes como los mejores que se habían visto hasta el momento o incluso más», y eso es un motivo de satisfacción tanto para este investigador vinculado de cerca con La Rioja como para su equipo. «Cuando logras resultados tan espectaculares como estos es muy satisfactorio», se alegra. «La mayoría de las cosas que haces en el laboratorio no funcionan, pero conseguir algo así abre muchas posibilidades», se congratula.
Él es un buen ejemplo del talento español que hay dispersado por otros países del globo terráqueo. «Yo me vine a Londres porque en aquel momento había un proyecto que me interesaba muchísimo y ya no me he movido», expone Gil. «Pero en mi laboratorio y en mi instituto hay otros muchos investigadores españoles y se les valora mucho porque trabajan muy bien y muy duro», sentencia uno de los artífices de que ese deseo de vivir más y mejor pueda estar un poquito más cerca. Solo el tiempo y la ciencia lo dirán.
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