El lobo, ¿menos feroz o menos ovejas?

En 2019 la ganadería riojana sufrió el mayor número de muertes por el ataque del lobo de la última década, con 630 ovejas devoradas. También fue el año en el que el Gobierno de La Rioja otorgó más indemnizaciones: 118.325 euros. Los números se duplicaron con respecto a anteriores, siendo las hembras ovinas (628) el principal objetivo del lobo, que en 2020 también mató a nueve vacas y ocho potros. En los dos últimos años los casos se han reducido de forma notable, con 430 ovejas muertas en 2020 y 365 en 2021.

La Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica justifica así los 1,2 millones de euros anuales invertidos en infraestructuras para proteger el ganado (por ejemplo, con cerramientos en el Alto Najerilla), mejorar su gestión y evitar los daños de lobo. El consejero, Álex Dorado, hace una valoración positiva, señalando la utilidad de la Mesa del Lobo pero aclarando que «lo ideal es bajar los números al máximo».

Tras la inclusión del lobo en el listado de especies protegidas, no cazables, las indemnizaciones ya no solo se abonan por ataques en la Reserva Regional de Caza sino en toda La Rioja. Es más, Álex Dorado afirma que «estamos de acuerdo en que hay que aumentar la cuantía [establecida en 2012], incluyendo el lucro cesante». Todo lo anterior parece favorecer el abandono de posturas extremas, ya es más difícil encontrar a un ganadero que defienda el exterminio del lobo, como sucedía antes, lo que Dorado agradece, si bien advierte de que el control de la especie se debe ceñir a la normativa.

Julio Elías, alcalde de Villoslada, uno de los pueblos más afectados, cree que allí «los ataques se han mantenido igual» y explica las cifras porque «en Lumbreras se vendió un rebaño; aquí, otros dos y mi hermano quitó la mitad de las ovejas, así que la cabaña ha bajado bastante». «Hay menos ataques pero también menos ganaderos», mientras Dorado reconoce que «hay que poner las cifras en relativo y compararlas con la cabaña».

José Ángel Barrutieta, presidente de la Asociación de Ganaderos del Alto Iregua, opina que «hay lobos y también bastante perro asilvestrado». Reconoce Barrutieta que se han hecho inversiones para ayudar: «Seguramente no sean suficientes, pero se hacen cosas», y tiene claro que «el lobo es una especie a proteger pero entre toda la sociedad, así que los más expuestos deberían estar más protegidos, como no dudar de las denuncias y cobrar a tiempo las ayudas». En concreto, se queja de que a veces es difícil probar las bajas por los ataques de lobos y buitres. Este es, precisamente, el problema que empiezan a sufrir en el Alto Oja, donde los ganaderos alertan de la superpoblación de carroñeros.

Álvaro Capellán, de Zorraquín, expone que «de niño veías 20 buitres y era una barbaridad, pero es que ahora aparecen 200 para comerse una oveja». Gorka Espinosa, de Valgañón, asegura que «muchas veces sucede que se comen viva a una vaca de parto que no llega a levantarse y a su cría». David Ortiz, de Santurde, suma a este problema el de los cuervos, que también atacan a los corderos: «Teniendo mastines y estando con el ganado a diario de la mañana a la noche, no hay manera porque los primeros que avisan a los buitres son las urracas y los cuervos».

Aclaran estos ganaderos que son partidarios «de que estén lobos y buitres, pero controlados» y reclaman información para estar precavidos.