La lluvia encerró a los 'Picaos' en la iglesia

Turistas llegados desde todos los puntos de España aguardaban pacientes el rito ancestral apoyados sobre las fachadas de las empinadas calles que acceden al castillo, aunque las predicciones meteorológicas provocaron que el número de visitantes fuese menor al de otros años.

Ya en la puerta de la iglesia, los cofrades hacían sonar la 'campanilla', un gesto tradicional anunciador, bien de que se va a celebrar la disciplina o bien de que ya se está celebrando. La 'campanilla', -así denominada pero lejos de hacer justicia a su tamaño-, se iba pasando de mano en mano entre los cofrades, jóvenes y mayores. «Solo se utiliza el día de Jueves Santo -explicaba el cofrade José Mari Pérez a las puertas del santuario-. Aunque antiguamente se utilizaba también para anunciar un fallecimiento, por las mañanas. Ahora alguno aún lo hace, solicita la 'campanilla' a la cofradía y lo anuncia por las calles», explicaba. Aunque había asistido a la procesión toda su vida, era la primera en el que vestía de cofrade, y recalcó: «No todos los cofrades se disciplinan, ahora algunos ahora prefieren acompañar», posiblemente recuperando algún recuerdo personal.

Media hora antes, en los aledaños al recinto amurallado, comenzó a sonar en un murmullo el pesimismo bajo un cielo gris. Puntuales a la cita, a las 19.00 horas comenzaron a aparecer las primeras gotas, lo que provocó que la gente que estaba ubicada a lo largo de la bajada del castillo se acercasen a la entrada de la iglesia.

Allí esperaba una decena de agentes de la Guardia Civil, que se vio obligada a realizar más trabajo de esperado, ya que grupos de curiosos comenzaron a entrar rápidamente, ante el miedo de perderse la penitencia y pronto se formó una aglomeración incómoda.

Entonces se vivieron momentos de tensión. De cuando en cuando, las fuerzas de seguridad trataban de abrir huecos para permitir la entrada a los disciplinantes, que llegaron por goteo, cada uno acompañado por un miembro de la cofradía de la Santa Vera Cruz sonserrana.

Mientras tanto, en el interior comenzó a escucharse el himno de España de la mano de la Banda de Música de San Asensio. Era el que impulsaba la imagen de la Dolorosa hacia el centro del altar, avanzando entre los bancos rebosantes. El inicio el acto hizo que más fieles aún trataran de atravesar la puerta, por lo que se impidió el acceso a más personas. Más de un centenar de asistentes permaneció en el exterior, escuchando el golpeo de las madejas. Y de vez en cuando el repicar de la campanilla anunciadora.

Dentro, casi una decena de penitentes comenzaba el ritual del flagelo, repartiendo las túnicas blancas por toda la iglesia, entre los bancos de fieles y curiosos.

A pesar del impactante sonido del flagelo ante el silencio sepulcral que rodea este acto en la calle, en la iglesia el roce de las madejas con la carne se hizo aún más palpable y desgarrador. Como convidadas de piedra, dos Marías se encontraban sentadas en la primera fila con sus puntillas negras y sus cadenas. Allí permanecieron hasta que todos los 'Picaos', uno a uno, hubieron abandonado el templo.

La de este jueves fue la cuarta vez en los últimos doce años en la que la procesión tuvo que recogerse a la iglesia. En los meses de abril de 2012 y 2019 también la lluvia impidió el desarrollo por las calles de San Vicente de la procesión de Jueves Santo. Y en 2016 fue la procesión de la Cruz de Mayo la que tuvo que resguardarse en la iglesia del castillo.

En la mañana de este viernes, desde las 11.30 horas, se celebrará el Vía Crucis, en un recorrido que probablemente discurrirá en el entorno de la iglesia, dentro del recinto amurallado. Y a partir de las 20.00, la procesión del Santo Entierro.