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Martín Peso cierra la verja de su emblemático establecimiento, ayer sábado por la noche.

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Martín Peso cierra la verja de su emblemático establecimiento, ayer sábado por la noche. MIGUEL HERRREROS

Llenazo en el último día del 5 Pesos

El emblemático bar de Logroño cierra, a la espera de traspaso, y deja de servir su célebre tapa de bechamel rebozada sobre concha de mejillón, el tigre, parte crucial de la gastronomía popular de la capital riojana

Diego Marín A.

Logroño

Domingo, 26 de febrero 2023, 01:00

En los 80 y los 90 la avenida República Argentina de Logroño se convertía en un caudaloso río de gente que acudía a Las Gaunas a ver al Logroñés. En ese peregrinaje, bares como el Don Pablo, Tahití, Gil, Sella y 5 Pesos eran parada obligatoria a la ida y a la vuelta, para bien o para mal. Algunos ya desaparecieron y ahora le tocó bajar la persiana al 5 Pesos, un clásico de Logroño. Abierto en 1970, lo regentaba Martín Peso Ramírez desde hace 52 años con la ayuda de su esposa, Mari Cruz Llamazares.

El bar llevaba años en traspaso porque Martín desea jubilarse por salud, pero no encuentra un pretendiente idóneo así que, de momento, este sábado sirvió los últimos tigres, un emblemática y celebérrima tapa con la que obtuvo el premio al 'Pincho Popular' del XX Concurso de Pinchos de La Rioja. El tigre, que conforma el menú castizo de Logroño junto a las patatas bravas del Jubera, los champiñones del Ángel, los Tío Agus del Lorenzo o las tortillas de patata del Porto Vecchio, es una concha con rebozado de bechamel y un toque picante.

«El público se ha portado excelente. Han venido matrimonios que empezaron a venir aquí de novios, cientos de parejas con 80, 85 y 90 años, está siendo muy bonito. Y todo el mundo no solo me recuerda a mí, también a mis padres y mis hermanos, a toda la familia», confiesa Martín sirviendo la última bandeja de tigres del mediodía. El viernes agotaron las 800 tapas que elaboraron y hoy, otras tantas, 600 solo en dos horas al mediodía. «Mi mujer ya no puede hacer más, lleva desde las 5.30 horas haciendo tigres y la pobre ya se cansa», indica Martín, por una parte apenado por cerrar pero, por otra, necesitado del merecido descanso. «No puedo ya por la vista. Tengo que operarme. Y también tengo varices, si no, aguantaría un poco más. Ahora, a dedicar más tiempo a la mujer y a los hijos, que lo merecen», anuncia Martín.

Los últimos tigres del mediodía fueron para Luismi, José Ignacio y Belén, clientes de toda la vida. «Cuando era chaval y vivía aquí a la vuelta, veníamos mucho y lo hemos mantenido, aunque ya no vivo cerca. Y no hay que pedir uno, hay que pedir dos. El sabor es casero, picante, buenísimo», describe José Ignacio. Lo cierto es que el bar se llenó como si, de nuevo, el Logroñés jugase en Primera. «Hay bares en La Laurel que no tienen tanta gente, ¡eh!», presumía Martín. Tanto es así que más de uno y de dos grupos, al ver la cantidad de clientela, regresaba sobre sus pasos.

Vídeo. SONIA TERCERO

Antaño, el domingo llegaba hasta el 5 Pesos como un telegrama de guerra con información crucial, la ansiada hoja deportiva con los resultados del fin de semana y la clasificación con la que repasar la quiniela, a menudo de nefasto resultado para el bolsillo particular. Había emoción, ansia y esperanza en aquella página roja de anuncios insólitos como el de aquel bar de María Teresa Gil de Gárate: «Gane o pierda el Logroñés, servimos el peor café».

«El mejor tigre de España»

Mely y Peque se sentaron con su perro en la terraza. «Ayer vinimos y hoy volvemos. Es una pena que cierre pero Martín ya ha trabajado mucho y tiene que descansar. Nadie hace los tigres como él, yo no he visto nada parecido, esto es único. Lo vamos a echar mucho de menos», describe Mely. Dentro, otra pareja, Ángel y Ruth, degustaba sus tigres tras 25 minutos de espera. «Hemos estado a punto de irnos pensando en volver mañana, ¡y menos mal porque no sabíamos que cerraba hoy! No sé lo que tiene el tigre pero está cojonudo, a mí me encanta», asegura Ángel.

Junto a ellos, una nutrida familia. «Yo he venido toda la vida porque los tigres está muy ricos», argumenta María José. «Este es el mejor tigre de España, y los he comido en casi todos los sitios», asevera Pablo. «Nos da pena que cierre pero nos alegramos por Martín, para que descanse, porque ha trabajado mucho y se lo merece», apunta Pilar. «Aunque lleva cinco años cerrando», añade José Mari. También en familia se degustaban los últimos tigres en la terraza. «Yo venía con 14 años, comprábamos aquí las entradas del fútbol», recuerda Julio Ruiz. «Venimos habitualmente y hoy hemos venido a despedirnos», añade Julio. «Tiene un punto picantito buenísimo y nos encanta morder el pan rallao», confiesa su hija Cristina entre risas. «Ojalá no cerrasen porque lo vamos a echar de menos, está buenísimo, es un clásico», admite Julio. «Hemos estado por lo menos media hora pidiendo y creo que ya estaban denegando pedidos porque nos han preguntado cuántos éramos...», advirte Pablo Santana.

Pilar, Vanesa y dos Carlos estaban a punto de hincar la cuchara a sus tigres. Para uno de ellos iba a se la primera y última vez que comiera un tigre porque, aunque residente en Logroño, es de fuera. «Antiguamente veníamos todas las semanas y siempre hemos venido. Hoy para celebrar el último día», cuenta Vanesa. Y tras el primer bocado, Carlos reconoce: «Está bueno. Nunca lo había probado y me ha gustado».

María disfrutaba junto a su hija de un tigre. «Venimos habitualmente porque nos gustan mucho y como hoy era el último día, teníamos que despedirnos», admite María. El rebozado, el picante, el mejillón, la singularidad y el misterio de la receta es, como a todos, lo que le enamora del tigre. «Me encanta. Ya le he suplicado a Martín la receta, pero no suelta prenda. La verdad es que como este, ninguno», apunta.

El pequeño Enzo se comió este sábado nada menos que cuatro tigres. «Nosotros hemos venido desde jóvenes. Veníamos habitualmente, alternábamos por República Argentina y siempre parábamos por aquí. Y últimamente bastante. Aquí es donde mejor ponen los tigres», afirma Ramón Sáenz. Loreto Sáenz, vendimiadora de San Mateo 2015, destaca el trato personal. «El que más creo que lo va a echar de menos es el pequeño», indica Loreto. «Nosotros nos conocemos de toda la vida, por la hostelería. Además de a Martín, conocíamos mucho a Chente», interviene Ramón. Y es que el 5 Pesos, fundado por los padres de Martín, fue cantera laboral para todos sus hijos: Evaristo, Chente, Tino y Martín. El mayor y el joven trabajaron en el hotel Tres Reyes de Pamplona y en San Sebastián antes de regresar a Logroño.

Comunicado de agradecimiento de Martín tras el cierre

Poco después de bajar la persiana de su bar por última vez, Martín Peso remitió un comunicado de agradecimiento. Así lo expresó:

«Tras el anuncio hecho hace dos semanas, hoy he bajado por última vez la persiana del 5 Pesos.

La historia de mi vida y de mi familia no se entiende sin nuestro querido bar. Terminar una etapa tan larga es un paso difícil de dar, pero necesario cuando uno alcanza una edad. Me voy profundamente emocionado, con el cariño de toda la gente que se ha acercado estos días a despedirse; unos, clientes habituales; otros, personas que no nos habían visitado todavía. Entre unos y otros, se han desbordado todas las previsiones en esta última semana y siento que en algunos momentos no hayamos podido atender toda la demanda de tigres que nos gustaría.

El bar queda ahora cerrado pendiente de su traspaso, pero confío en que próximamente vuelva a abrirse bajo una nueva batuta y siga ofreciendo nuestro tradicional pincho, tan querido entre la clientela».

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