El día en que Pablo Casado llegó a la sede del PP riojano para protagonizar el primer acto de primarias de su partido del que había noticia (luego desfilarían otros aspirantes por esa misma sala de Duquesa de la Victoria) le aguardaba la plana mayor ... de la dirigencia popular en la puerta, aunque era visible el distinto grado de vehemencia con que la comitiva recibió su visita. El luego presidente llegó andando desde el Espolón, se cruzó abrazos, besos y arrumacos de orden formal en la entrada con José Ignacio Ceniceros y María Martín pero reservó una dosis de connivencia superior cuando le tocó el turno de saludar a Cuca Gamarra, Conrado Escobar, Cristina Maiso y Javier Merino, el alfil de la alcaldesa que se había dado prisa en confiarle su apoyo. «Hola, Javi», le dijo Casado. Y Javi y el resto de la comitiva le acompañaron hasta el interior de la sede. Donde hubo alguna ausencia de postín: pretorianos de Ceniceros que luego sí posaron con él para la foto donde la cúpula del PP riojano anunció su respaldo al futuro líder.
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El lenguaje gestual no engañó. Tampoco dejó lugar a dudas quién acompañó a Casado terminado el acto electoral, ese pseudomitin donde ensayó el discurso triunfal que aguardaba para el día en que ganara el congreso a Soraya Sáenz de Santamaría. Con un reducido grupo de altos cargos se marchó Casado a tomar unos vinos por la calle San Juan y con ellos se fotografió a mayor gloria de las redes sociales: ahí quedaba el testimonio de donde tenía de verdad puestas sus complacencias el futuro líder.
Que no por casualidad ejerció como una suerte de cicerone de su ahora vicesecretaria de participación social hace año y medio, con ocasión del congreso que aupó a Madrid a Mariano Rajoy en el 2018. El tablero político de entonces ha salido dinamitado, pero hay complicidades selladas en la primera adolescencia que se resisten a desaparecer: así se explica que Gamarra siguiera por cada pasillo de la Caja Mágica a Casado o que Casado guiara a la alcaldesa de Logroño de una estancia a otra. Como si fueran siameses. O que compartieron estrado en una de las ponencias, donde se llenaron mutuamente de elogios en la tanda de presentaciones: señal de que mantenían viva su relación pese a la trompicada vida interna que el PP sufre a escala nacional desde entonces. También a escala regional: ese delicado juego de equilibrios que ayer saltó por los aires.
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