Luis María Centeno se siente un privilegiado por poder continuar ejerciendo su trabajo pastoral y por hacerlo en «la joya de Logroño», como califica a la iglesia de San Bartolomé. A los 83 años y con más de seis décadas de servicio, el sacerdote no ... se plantea retirarse. «No me llama la jubilación. Para mí lo mejor es seguir en activo», explica. «A no ser de por un motivo físico o de salud, no entiendo la jubilación de un sacerdote», comenta desenfadado.
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Tampoco nadie le ha cuestionado nunca por su edad. «Supongo que se ve como normal», dice con tono jocoso, a sabiendas del envejecimiento gradual del clero. A Luis María Centeno lo que le importa es seguir cerca de sus fieles, como ha hecho siempre, aunque reconozca que ya no ve «caras jóvenes».
Su vida y las necesidades de la Iglesia le llevaron de La Rioja a Alemania y otra vez a La Rioja, por lo que habla con conocimiento cuando recuerda el Seminario Conciliar de mediados del siglo XX. «Llegó a haber 300 seminaristas y hubo que ampliarlo», rememora, una situación muy alejada de la actual, aunque eso no le impide ver el futuro de la institución con optimismo. «Vivo esperanzado. Ya dijo el Papa Francisco que este no era un cambio de época, sino una época de cambio, un cambio que también repercute en la Iglesia. Pero sobre todo es la ocasión para muchos de percibir la radicalidad del Evangelio, porque no hay otro camino de libertad y compromiso que el Evangelio», concluye.
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