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El Arca de la Misericordia no clama misericordia, sino justicia. Justicia para el rico patrimonio de los pueblos, para la cultura, para la arquitectura singular ... y para la identidad. Porque el singular edificio de Huércanos es el último en entrar en la Lista Roja del Patrimonio que la organización Hispania Nostra elabora con los edificios en pésimo estado de conversación de toda España. Con la inclusión del Arca de la Misericordia la lista de 'ruinas' riojanas supera la veintena, con el castillo de Jubera como el penúltimo ejemplo.
Pero, ¿qué hace singular a esta construcción? Principalmente, su historia y su función. Porque el Arca fue una institución para socorro de los agricultores, además del inmueble más antiguo de la localidad. En 2021, Floren García Merino recordaba que las 'arcas de misericordia' fueron «unas instituciones benéficas que nacieron para servicio y ayuda de los labradores pobres, fundadas, la mayoría de las veces, por personas piadosas. A través del préstamo de trigo, en una economía sujeta a la climatología irregular, estas cajas de previsión agrícola posibilitaban la siembra y el pan para muchas familias sin recursos».
Hispania Nostra justifica su inclusión en la Lista Roja por que «es un elemento singular. Son escasos los edificios de esta tipología en España. Además se inserta en el entramado medieval de Huércanos, puesto que toda esa zona es el origen de la localidad. Es más, toda la manzana de la que forma parte, junto a las trojes y graneros del Cabildo, tiene elementos singulares».
Además, la organización recuerda que «los fundadores del Arca de Huércanos fueron Martín Romero y María Andrés, casados el ocho de julio de 1582, a través de un testamento (29 de mayo de 1599), y de un codicilo (16 de febrero de 1625)». «Además de varias mandas pías, legan cien fanegas de trigo para el Arca y, de sus bienes, una casa para el almacenamiento del trigo. Martín Romero fallece el 18 de febrero de 1625 y su mujer María Andrés el 20 de noviembre de 1630. La fecha fundacional del Arca de Huércanos es el 14 de octubre del año 1638. Este año se reparten 113,5 fanegas de trigo entre 111 personas», incide. Fue Juan de la Torre, heredero de los fundadores, el que entregó las primeras 100 fanegas y compró una casa para la sede aunque «según parece, este sitio era muy húmedo y a pesar de los reparos anuales para preservar el grano de la humedad siempre padecían el mismo defecto». De esta manera, el párroco Diego Rodriguez y el alcalde Juan Marín de Alvear, como administradores del Arca, convienen vender la casa y construir una nueva en «la obra que se fabrica en el sitio y parte donde llaman San Roque, por ser muy apropiado para conservar el pan», prosigue el texto de Hispania Nostra.
Fue el convulso siglo XIX el que acabó con la utilidad de esta institución cuya sede se ha mantenido en pie, pero cada vez en peores condiciones hasta llegar al actual grado de abandono, con problemas estructurales y en la techumbre que, de no mediar una intervención, puede conllevar «peligro de derrumbe del tejado y de las paredes maestras», recalca Hispania Nostra.
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