La Ley de Familias Monoparentales sigue sin desarrollo cinco meses después de aprobarse

Cinco meses han transcurrido desde el nacimiento de la Ley de Familias Monoparentales de La Rioja. Planteada por el Gobierno de Concha Andreu, recibió el apoyo unánime de todos los grupos en el Parlamento riojano y entró en vigor hace dos meses. Era una demanda histórica de estas familias para paliar las desigualdades que, a su juicio, cargan a sus hijos tanto en el aspecto económico como en el de los derechos que les asisten. Pero la cuenta sigue pendiente. Sin un reglamento que despliegue al completo la ley, la normativa riojana queda coja, llena de buenas intenciones pero sin efectividad real, al contrario que en otras regiones que cuentan con una protección específica y ventajas asociadas.

Lo único que, de momento, sí se posibilita a las familias riojanas es solicitar el carné oficial que acredite su condición de monoparentales. Ese primer requerimiento se tramita ya en la Consejería de Servicios Sociales para que, una vez reconocido dicho estatus, las familias accedan a los beneficios que la ley les concede. Que a día de hoy son... ninguno.

«Nos hemos reunido con todas las fuerzas políticas durante la elaboración de la ley y de todos recibimos buenas señales, pero ahora hay que concretar», apunta la portavoz de Asfam Rioja, María Navarro. Aunque hay espacio para la esperanza, porque la recién nombrada directora general de Servicios Sociales, Marta Gómez, ya mostró cuando era vicealcaldesa de Lardero una especial sensibilidad hacia este modelo familiar: fue una de las impulsoras del registro de monoparentales del municipio cigüeño, pionero en La Rioja.

Sin embargo, queda mucha labor. Aparte de la cuestionable definición de 'monoparental' de la Ley, que otorga dicha naturaleza a «todas aquellas familias en las que un único progenitor asume de manera exclusiva la responsabilidad de sus hijos económicamente dependientes y situaciones asimilables», la normativa no subsana carencias relevantes, a juicio de la asociación. Citan que, por ejemplo, para acceder a las ayudas se fijan unos requisitos inalcanzables para muchas familias, que no están sumidas en un situación de pobreza pero que tampoco llegan a fin de mes. A la presidenta de Asfam, Raquel Kohl, esta cuestión le subleva. Señala que «a las familias que cobran 400 euros no tienes que ayudarlas, porque esas ya tienen otras ayudas más cuantiosas; y a las que ingresan 2.000, tampoco porque tienen suficiente». «El problema son las que cobran 800: que no llegan al mínimo de estas ayudas, pero tampoco llegan a final de mes», ilustra esta madre.

La discriminación en derechos desata más si cabe la respuesta airada de la presidenta de Asfam Rioja: «Lo que veo muy injusto es que mis hijos, por vivir en este modelo familiar, no tengan los mismos derechos que los otros». Y apunta Kohl cuál es el error de base: «La perspectiva está redactada desde el punto de vista de los derechos de los padres, cuando debería ser al revés, desde los derechos de los niños». Expone lo que entiende como una discriminación evidente: según está planteada actualmente, la prestación por nacimiento (antes de maternidad) 'roba' a los niños de las monoparentales la mitad de tiempo con sus cuidadoras, cuando los hijos de las familias biparentales disfrutan de dieciséis semanas con su madre y otras tantas con el otro progenitor. «Es como si les dieran menos derechos a los niños rubios que a los morenos, un disparate». Un daño agravado aún más por la decisión del Tribunal Supremo de negar a las monoparentales el disfrute de una prestación por nacimiento de la misma duración que las de las biparentales. Tampoco ha contribuido a aliviar esta situación el adelanto electoral de las generales, que ha desterrado al olvido la Ley nacional de las familias, que abogaba por más protección y derechos.

Pero hay más. «¿Por qué mis hijos, si se ponen malos, tienen la mitad de los días conmigo en el hospital? Mis hijos son superadaptables, pero no se recuperan antes que un biparental», reflexiona esta mamá, que también lucha contra el estigma de que las monoparentales gozan de más facilidades: «Las familias monoparentales hemos escogido nuestra maternidad de forma responsable; no queremos que nadie nos solucione la papeleta, pero tampoco aceptamos que nuestros hijos estén peor, sólo buscamos que tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades».

Abundando en la materia, la portavoz, María Navarro, denuncia «esa creencia de que las monoparentales tenemos muchas ayudas o subvenciones, lo cual es completamente falso». Pero aun así, añade Navarro, «lo que necesitamos no es dinero, al menos no sólo». Y lo detalla con un caso concreto: «Si conciliar ya es difícil para una familia convencional, las monoparentales lo tenemos peor. Por ejemplo, en las elecciones del 23J, en una familia con dos progenitores, si uno demostraba que por trabajo u otro motivo no podía encargarse de los hijos, el otro podía quedar exento de la mesa electoral, algo vetado a las monoparentales». Ni siquiera el IRPF aligera la desigualdad, porque aquí «tampoco hay bonificaciones disponibles» como sí existen en otros territorios. Y prosigue con más ejemplos: «Los horarios de las ludotecas son muy limitados, eso si coges plaza; o las ayudas para comedor, madrugadores o extraescolares, que son exiguas, si te las conceden...». El listado de reivindicaciones del colectivo deberá esperar. Al menos hasta que la nueva titular de Servicios Sociales tras el 28M encare las prioridades de su departamento. Consultado por este periódico, el nuevo Gobierno riojano ha declinado valorar este asunto «hasta ponerse al día» y «revisar todas las necesidades»..