Labastida cierra sus colegios después de que dos personas se saltaran la cuarentena

Se trata de una medida excepcional en medio de esta crisis sanitaria que está poniendo a prueba la sanidad, la economía y, en definitiva, la forma de vida en Euskadi y en todo el país. Son los primeros cierres de centros educativos en España que se han decretado a consecuencia de la expansión del virus.

Según ha podido confirmar este periódico, la decisión se ha tomado al comprobarse que dos contagiados por el virus se habían «saltado la cuarentena». Al parecer, estos dos positivos habrían permanecido en estrecho contacto con diversas personas, entre ellas un niño que, a su vez, habría jugado un partido de futbito en el que participaron alumnos de ambos centros educativos y, de ahí la decisión, inédita, de clausurar tanto la ikastola como el colegio público.

«La medida se ha tomado por parte de Educación y Sanidad del Gobierno vasco y siguiendo el principio de precaución ante el riesgo de más contagios», confirmó anoche a EL CORREO la regidora del municipio Laura Pérez Borinaga, que recordó que a la ikastola de Labastida no sólo acuden alumnos de la propia localidad. Además de acoger a alumnos de otros municipios de Rioja Alavesa, también «vienen niños de Casalarreina, Haro -donde, por el momento, se han registrado 39 positivos» y San Vicente».

De igual modo, el centro educativo de Laguardia también ha decidido suspender las clases desde este martes.

«Hay que tener en cuenta que son niños y que no son conscientes y mucho menos cuidadosos que los adultos para extremar las medidas necesarias, muchos de ellos llegan a Labastida en autobús», abundó la regidora para explicar tan drástica decisión.

A pesar de que en otras comunidades se han llegado a detectar positivos en menores (dos en Castilla-La Mancha y una de cuatro años en Madrid), hasta ahora ninguna administración había optado por esta vía que, el propio coordinador del comité de seguimiento del coronavirus, Fernando Simón, había descartado tomar por el momento. Su argumento seguía una lógica implacable: si se cierran los colegios, es previsible que se movilicen muchos cuidadores, sobre todo, abuelos, por lo que «el riesgo de transmisión sería mayor».