TREVIANA. Milagros y Chelo, a la entrada del municipio. Justo Rodríguez

A 20 kilómetros y 500 euros de distancia

De Ollauri a Treviana. La estadística de las pensiones revela el abismo que se abre entre municipios de la misma comarca

Pío García

Logroño

Domingo, 13 de febrero 2022, 01:00

En Ollauri, según las estadísticas, atan a los perros con longanizas. La villa está situada a cuatro pasos de Haro y su centro histórico desprende un aire solemne y pétreo. Hay bodegas, palacios con escudos y un caserón imponente, de una severidad castellana, que ejerce ... de escuela. Por las ventanas se ve a unos cuantos niños pequeños, con sus batas puestas, atendiendo muy formalitos a su maestra. Cuando salen al recreo, una calle cortada oficia de patio. Se hace raro ver tanto bullicio infantil un día de labor en un pueblo riojano de 371 habitantes. Sin embargo, Ollauri no es un pueblo cualquiera: los datos de la Seguridad Social señalan que aquí hay 72 pensionistas, cuya retribución media supera los 1.283 euros mensuales. Salvo los casos extraordinarios de Zorraquín y Cidamón, poco representativos por la reducida dimensión de su censo, Ollauri es el municipio riojano en el que se cobran las pensiones más altas.

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OLLAURI. María Teresa, Fuensanta y Merche toman café en la terraza del Hogar del Jubilado, junto a la iglesia del Salvador. Justo Rodríguez

«¡Qué me dices! Pues a mí que no me metan en el saco con los demás, que yo cobro solo 600 euros», protesta Fuensanta. Fuensanta nació y trabajó en la granja de Casas Blancas, una pintoresca pedanía de Cidamón, aunque ahora está jubilada y vive en Ollauri. Está tomando un café de media mañana con María Teresa y Merche. Llevan el abrigo puesto, porque hace frío, pero los rayos de sol caen como caricias sobre la piel. Ninguna de ellas nació aquí, pero han acabado haciendo sus vidas en este lugar de hidalgos y viñedos. María Teresa dice que aún le quedan unos años de trabajo por delante, pero Merche ya está jubilada. «Yo vine de Madrid con 22 años y aquí sigo. ¡Me casé aquí el mismo día en que coronaban al rey de antes!», advierte. Qué vueltas da la vida: casi cincuenta años después, ella sigue en Ollauri y el emérito anda purgando sus pecados en los desiertos arábigos. Peor para él. «Hay mucha diferencia entre las pensiones de los agricultores, que suelen ser más bajas, y la de los obreros de la industria», explica Merche. «Pero en realidad las mujeres no nos jubilamos nunca –puntualiza– y creo que vivimos más porque no paramos de darle al cerebro».

Los caprichos de la estadística se descubren fácilmente cuando uno coge el coche y cubre los veinte kilómetros que separan Ollauri de Treviana. En Treviana (145 habitantes, 55 jubilados) la pensión media apenas supera los 720 euros al mes. El paisaje experimenta cambios sutiles que quizá tengan algo que ver con este desajuste: aunque aún se ven parcelas con las cepas alborotadas de sarmientos, las viñas van dejando espacio a las fincas de cereal. Es Treviana un pueblo grande, acostado sobre una ladera, con algunos edificios poderosos. Los cronistas sorprenden a Milagros y a Chelo cuando van paseando por la carretera que lleva a San Millán de Yécora. No conocían el dato de la pensión, pero tampoco les extraña. Dicen que Treviana es un pueblo agrícola y cerealista y que todo parece haberse puesto en contra de los trabajadores del campo. No obstante, lo que realmente les tiene sublevadas a Milagros y a Chelo es la deserción de los bancos. Hace no mucho, en Treviana había tres sucursales. Ahora ya no queda ninguna. Todavía son visibles los restos arqueológicos de la última oficina. «Tengo que enredar a mis hijos para que me lleven a Haro y si llego más tarde de las 11 ya no me atienden –protesta Milagros–, y con 71 años vete a meterte en un ordenador». Chelo asiente: «Aquí vivimos bien porque nos gusta la tranquilidad, pero lo que necesitamos son más servicios».

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