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La tercera jornada del juicio por la muerte de un anciano de 82 años en su casa de Logroño tras ingerir un líquido desatascador, por el que su cuidador se enfrenta a una petición de pena de 23 años de cárcel, ha recogido este miércoles ... la declaración de nueve testigos.
El jurado popular ha escuchado al equipo de emergencias que acudió al domicilio en la madrugada del 5 de agosto de 2020, a tres agentes de Policía Nacional, a una farmacéutica, al notario ante el que testó días antes de su muerte en favor del ahora acusado o el hijo de este (la mujer del acusado no acudió después de que la defensa alegara que sufrió un ataque de ansiedad la tarde anterior).
Entre las declaraciones, ha destacado la de uno de los agentes que llevó a cabo la investigación y que explicó que «cuando menos, hay varios puntos que son sospechosos». «El anciano tenía movilidad reducida, le faltaban dos falanges distales de los dedos de la mano derecha, por lo que manipular un blíster de pastillas [el anciano había tomado el hipnótico Optamid] o una botella de desatascador y tener la presencia de ánimo para, después de ingerirlo, dejarlo cerrado sobre la mesa es cuando menos difícil», ha relatado.
Esa combinación entre unas pastillas para dormir y un corrosivo para buscar el suicidio también llamó la atención a los agentes. «No es un hecho normal», ha explicado el investigador, que también ha recalcado las contradicciones entre lo que el acusado declaró en un primer momento (que conocía a la víctima desde hacía 12 años y que desde hacía un par de ellos lo cuidaba) y las pruebas que señalan que su relación se remontaba a hacía un par de meses.
Este testigo también ha expuesto que el anciano y su cuidador sacaron dinero juntos en Logroño el 22 de julio de ese año (apenas ocho días después de salir de un hospital tras sufrir un ictus) e intentaron el mismo proceso en una entidad bancaria de San Sebastián el 28 de ese mes.
El jurado popular ha escuchado, de la misma forma, al notario que firmó el 17 de julio de 2020 su testamento. «Vinieron el ahora acusado y el testador y, como siempre, hicimos salir al primero», ha recordado, destacando que diez días antes también había acudido a su notaría para revocar el que previamente tenía firmado. «Creo que no estaba coaccionado o mediatizado porque si no, no lo hubiera dejado firmar», ha incidido el notario, quien en su conversación constató que el fallecido tenía sobrinos. «No estaba ni triste ni deprimido, quizá un poco agresivo, pero porque se cansaba de mis preguntas, algo que a veces ocurre», ha añadido.
El médico del 112, la enfermera y el técnico de emergencias que acudieron al domicilio del fallecido también han comparecido en el Palacio de Justicia. El galeno ha sido el más prolijo en su declaración y, al igual que el agente, ha mostrado sus dudas sobre esa botella de desatascador. «Estaba cerrada y un poco más allá del alcance de su mano», ha rememorado, ya que la víctima se encontraba tumbada en un sofá y el envase, en una mesita baja. Tirando de su experiencia, explicó que el Noctamid «necesita un tiempo de actuación» para provocar el «bajo nivel de conciencia» que presentaba la víctima, algo que no se puede achacar al corrosivo y que complicaría la ingesta de este.
Líquido corrosivo que había sido comprado esa misma mañana por el cuidador por presunta insistencia del anciano «para acabar con unos pelos en la ducha», según le aseguró el ahora acusado al técnico sanitario durante la intervención de estos en el domicilio.
El hijo del acusado por un presunto delito de asesinato con alevosía ha explicado ante el jurado la gran relación existente entre su padre y el anciano. «Estaban muy a gusto. Estaba encantado con mi padre», ha dicho. Ha reconocido que él conoció al anciano «un par de meses antes de la cuarantenta» aunque lo había visto antes con su progenitor en un bar de la zona oeste. «Le ayudaba con los recados, en pandemia venía a casa y se tomaba su café, su chupito de coñac, el purito, se echaba la siesta, mi madre le preparaba la cena y algún día se quedó a dormir», ha resumido. «Que yo sepa, lo cuidaba porque no tenía a nadie más, por echarle un cable y por la herencia», ha dicho. Además, respecto a las vacaciones de las que su padre y el fallecido disfrutaron meses antes de su fallecimiento, él fue el encargado de reservar los hoteles y de comprarle un andador por Amazon. Y, respecto a su relación con el anciano, este joven aseguró que al principio no era muy cercana porque «no entendía mucho su humor y era arisco, con bromas un poco duras» pero que cuando comenzó a entederle ambos «se reían un montón» y disfrutaba juntos. Además, ha defendido que su padre nunca ha sido violento ni con su familia ni con la víctima.
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