El no mercado lácteo

Está claro que la posición de FENIL no es la más estética, y de primeras traslada la imagen de una industria poco solidaria, algo que seguro han sopesado a la hora de tomar una decisión tan delicada. Pero la realidad es que las cosas no son blancas ni negras y a la industria parece que no le falta parte de razón, aunque en todo caso será el Tribunal Supremo quién la tendrá que dar o quitar.

Imponer precios mínimos, y variables en este caso, siempre ha sido, en este y otros sectores, una medida proteccionista que se sitúa en los grises oscuros de la normativa europea. Obliga a la industria a tomar decisiones, precisamente, en un no mercado. En determinados momentos supone incluso tener que adquirir la materia prima en otros países europeos donde no cursa esta norma, en particular cuando estos tienen excedentes productivos, lo que perjudica a los productores locales.

Ahora, si el alto tribunal sentencia a favor de los demandantes, lo verdaderamente relevante será ver cómo reacciona la industria, lo que mostrará cómo de comprometida continúa con nuestros ganaderos. Por otro lado, otros sectores agroalimentarios podrían aprovecharse de esa posible jurisprudencia para actuar en consecuencia y producirse un efecto dominó, por lo que el control de la no venta a pérdidas, una de las medidas estrella de la Ley de la Cadena, podría tener los días contados.