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Hace casi tres meses, el Gobierno de La Rioja anunció una nueva orden de ayudas para jóvenes agricultores que extendía hasta los 40 años la edad máxima a la que podían acogerse sus beneficiarios. Una medida que, en este ámbito, alarga la etapa de la juventud riojana, pero no es el único ejemplo. El Plan Revive, que busca facilitar el acceso de los jóvenes a la vivienda en pequeños municipios, la prolonga todavía más:hasta los 45 años.
¿Dónde se puede situar entonces la frontera? El profesor de Sociología en la Universidad de La Rioja (UR), Sergio Andrés Cabello, subraya que es «difícil» de determinar. Aunque desde el punto de vista de la edad fija el límite en 29 años, señala que «ha habido cambios sociales y culturales que han transformado el concepto de juventud». «Antes ser joven estaba muy vinculado a una serie de tránsitos hacia la vida adulta, como es acceder al mercado de trabajo, formarse, tener una familia o emanciparse, que se han alargado en el tiempo», expone el docente.
De ahí que «se vayan ampliando las etapas y que haya, por ejemplo, ayudas para jóvenes agricultores hasta los 40 años. Con la vivienda sucede lo mismo, se amplían las subvenciones porque cada vez los jóvenes encuentran más dificultades para acceder a una vivienda». Los comportamientos propios de esta etapa, asegura, «siguen siendo los mismos; es una época despreocupada, en la que 'disfrutan' de viajar, pero cuando se alarga la transición a la vida adulta –porque están en una situación de mayor inestabilidad–, también se alarga este periodo».
Sergio Andrés Cabello
Profesor de Sociología en la UR
Ignacio González
Psiquiatra y psicoterapeuta infantil y juvenil
En este punto, sin embargo, también influye una parte «más subjetiva, que es el hecho de sentirse joven, da lugar a que cualquier persona pueda adoptar, a la edad que sea, actitudes, valores o comportamientos que se identifican con la juventud, como es la forma de vestir o las actividades de ocio». Todo ello, afirma, provoca que «las actitudes y comportamientos que eran propios de una persona joven se puedan alargar a cualquier ámbito o edad».
«Al final, se ha producido una sacralización de lo que significa ser joven y la sociedad valora de manera positiva estas conductas, e incluso, la estética juvenil». De ahí que «ya no haga falta ser joven para mantener ciertos comportamientos o actitudes propios de la juventud». Sobre todo, porque «a nivel subjetivo, hay gente que se siente joven, lo que provoca que se diluya el paso a la vida adulta y puedan tener estos comportamientos juveniles».
El psiquiatra y psicoterapeuta infantil y juvenil, Ignacio González Yoldi, ratifica que el periodo de la juventud «es cada vez más amplio». El problema, sin embargo, es que «la adolescencia se está adelantando y la adquisición de responsabilidades, de llegar a una vida adulta, estable y responsable, se está atrasando». En este sentido, González, que atiende a niños y jóvenes en el centro Puerta Abierta, percibe que «les cuesta más» dar ese salto y que «incluso están más perdidos, porque están mucho más inseguros, no saben qué proyección tienen hacia el futuro y no saben cómo orientarse». De ahí que haya «chavales de 20 o 22 años que están muy atascados y no saben por dónde tirar». En este punto, afirma que también se alarga la adolescencia y que «la manera en la que nos van a enseñar que no están preparados es con conductas más inmaduras».
La temida adolescencia cada vez se inicia antes. «Se está adelantando; ahora ves chicos sexualizados sin haber tenido la pubertad», expone el psiquiatra Ignacio González Yoldi, del centro Puerta Abierta —especializado en niños y jóvenes–, antes de añadir que hay conductas de esta etapa que duran más tiempo.
Todo ello, asegura, «tiene que ver con el proceso de madurez, en el que les lanzamos un mensaje contradictorio (por un lado, están más sobreprotegidos y, por otro, les decimos que tienen que ser adolescentes cuanto antes». La consecuencia, afirma, es que «ves jóvenes muy verdes, muy poco preparados, con una polarización de la adolescencia más clara, en la que o hay chavales muy centrados, o muy descontrolados».
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