Javier García | Portavoz del PSOE en el Parlamento
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Javier García | Portavoz del PSOE en el Parlamento
«Vengo a traer un estilo diferente; no me siento cómodo con la crispación»Sentado en una sala del Parlamento de La Rioja, Javier García Ibáñez (Arnedo, 1982) toma notas de vez en cuando con un bolígrafo de la Armada Española, con los colores de la bandera en el capuchón. Lo compró –dice– en el Museo Naval de Cartagena. « ... Me gusta porque los símbolos son de todos y no quiero que se los apropien», abunda. Javier García, alcalde de Arnedo desde 2015, ha asumido la portavocía del Grupo Parlamentario Socialista en un momento difícil, contra una mayoría absoluta y en un clima de crispación rampante. No quiere, sin embargo, que la ardiente realidad política nacional le lleve a perder los estribos: «Todas mis intervenciones serán respetuosas y con espíritu constructivo», promete.
– ¿Qué puede hacer la oposición cuando enfrente hay una mayoría absoluta?
– O la oposición es sinónimo de alternativa o su utilidad se minimiza. Lo que no puede ser es quedarnos en el no, no, no. La oposición tendrá que ser dura y rotunda cuando sea necesario, pero constructiva. Cada crítica debe ir acompañada de una alternativa. El gobernante, por su parte, no puede confundir mayoría absoluta con mayoría absolutista, que es lo que empezamos a ver en esta Cámara. Desde una mayoría absoluta se puede y se debe pactar. Yo lo he hecho como alcalde: he pactado presupuestos, planes de ordenación urbanística, de inversiones... Hay que tener la humildad de alcanzar pactos con mayoría absoluta. Y ahí el PSOE está dispuesto a llegar a acuerdos de región.
– ¿Capellán es más Pedro Sanz o más Ceniceros?
– La legislatura de Ceniceros fue muy poco productiva para La Rioja, pero, al menos con los alcaldes, fue un Gobierno dialogante, respetuoso y menos sectario que los de Sanz. En estos momentos, Capellán me parece más cercano a las actitudes de Sanz que a las de Ceniceros. Puede ser que eso venga alentado por las mayorías absolutas: con Ceniceros hubo más negociación política y más Parlamento. Capellán todavía tiene que definir su perfil, pero en estos seis meses ha estado más cercano a las mayorías absolutistas de Sanz que a las actitudes de respeto y de diálogo.
– ¿Es usted el delfín de Concha Andreu?
– No... Soy un persona con una larga trayectoria política, vocacional, de militancia en el PSOE. Gracias a Concha Andreu ahora formo parte de un grupo parlamentario del que estoy muy orgulloso, pero no me considero delfín de nadie.
– Y no necesariamente su sucesor, por lo tanto.
– No. En mi partido se tomó la decisión, muy acertada, de que los militantes eligieran a sus líderes. Eso hace que los votos de Concha Andreu y de Javier García valgan lo mismo que el del último afiliado del pueblo más pequeño. El sucesor será el que los militantes digan y cuando llegue el momento. Ahora mismo no toca.
– ¿A qué achaca usted la derrota tan rotunda que tuvo el PSOE en las autonómicas?
– Dice una teoría, en la que yo creo, que las elecciones no las suele ganar la oposición, sino que las pierden los gobiernos. A partir de ahí, las causas son múltiples y no se pueden reducir a un solo factor. El gobierno anterior hizo cosas muy positivas y la presidenta Andreu se atrevió a poner las luces largas. Eso, en esta sociedad tan líquida y cortoplacista, no da resultados inmediatos, pero es una política necesaria. No le ha dado tiempo, pero yo lo valoro. Y además hubo un contexto nacional que algo tuvo que ver. Esas son mis opiniones, pero es el partido quien debe hacer la reflexión para afrontar las elecciones de 2027.
– Una derrota de este tipo suele reabrir heridas internas. ¿Hay grietas en el PSOE?
– Es lógico que cuando no se obtiene el resultado esperado se produzca una cierta frustración en los dirigentes, en los cuadros medios y en la militancia. El paso de un gobierno del PSOE a una mayoría absoluta del PP no es para estar contento; eso lo dijo la propia candidata. Pero ahora mismo el partido está digiriendo los resultados y trabajando para articular una oposición constructiva y útil desde nuestro grupo parlamentario.
– Mencionaba antes el impacto de la política nacional sobre la autonómica... ¿Le ha costado mucho digerir la amnistía?
– Este es un asunto complejo, que requiere de mucha explicación. Quizá haya faltado eso. Yo creo profundamente en la España que nos dimos en la Constitución. Los propios constituyentes del año 78 ya hablaban de «nacionalidades y regiones» porque entendían que España es un país plural, en el que tienen que cohabitar sensibilidades nacionales en un solo estado. La Constitución no excluye la posibilidad de promulgar una ley de amnistía. Prohíbe los indultos generales porque estos los concede el ejecutivo, pero no es lo mismo que algo se decida en el Consejo de Ministros a que lo apruebe el Parlamento. La amnistía será una proposición del ley que tendrá su tramitación parlamentaria y que luego, si es aprobada, podrá ser recurrida ante el Tribunal Constitucional. Yo he vivido dos años en Cataluña. Es una región por la que debemos tener respeto y admiración. Todo lo que sirva para mejorar la convivencia en Cataluña tendrá mi visto bueno. De momento, la amnistía ya ha conseguido que los partidos nacionalistas hayan vuelto al carril constitucional. Eso tiene un valor incalculable. Una democracia que es capaz de perdonar y de ser generosa es una democracia más fuerte. Es más, tengo el convencimiento de que el PP, en el fondo, está encantado de que esta ley de amnistía se apruebe porque va a allanarles el camino para volver a pactar con Junts, que es la antigua Convergencia. Les va a venir muy bien.
– Pero, más allá de discutir sobre el encaje técnico de la amnistía, quizá a muchos votantes riojanos del PSOE les moleste que esa medida haya sido de una manera tan descarnada el precio de siete votos.
– Es verdad que probablemente haya votantes que no lo hayan entendido. Además de cerrar un círculo de normalización de la política española, debe servir para formar un gobierno. Los españoles votaron mayoritariamente al señor Feijóo, es cierto, pero solo podía pactar con la extrema derecha de Vox, que asusta a todos los demás partidos y a muchísimos ciudadanos. Feijóo fracasa en la investidura y el jefe del Estado le encarga la tarea a Sánchez, que se propone llevar a cabo un programa de gobierno con Sumar. Y eso es lo que yo les diría a los votantes que no han entendido la amnistía: en esta legislatura se seguirá avanzando en derechos sociales y laborales. Este gobierno está dispuesto a seguir subiendo las pensiones, a continuar aumentando el salario mínimo, a abrir el debate sobre la reducción de la jornada laboral...
– Con la amnistía y el carácter históricamente conservador del votante en La Rioja..., ¿tiene el PSOE armas para volver al Palacete en cuatro años o le espera una larga penitencia?
– Lo primero que tiene que hacer un partido con vocación de gobierno es tener una lectura fidedigna de la sociología de su región. Y los datos nos indican cuál es sociología electoral de La Rioja. No obstante, el PSOE es un partido de gobierno y, cuando lo ha hecho, se ha avanzado en derechos, en fines sociales y la economía ha funcionado bien. El mantra de que la derecha gestiona mejor la economía se ha hundido. A La Rioja no le ha ido nunca mejor que en los últimos cuatro años: encontramos la tasa de empleo en un 10,30 y la bajamos hasta el 7,4; 6.200 personas más cotizando a la Seguridad Social, el 40% de contratos indefinidos frente al 9% del año 2019... Capellán ha heredado una comunidad autónoma con una fortaleza económica y social sin precedentes, y con un ecosistema fiscal que lo ha hecho posible. El PSOE trabaja para articular una mayoría alternativa y regresar al gobierno en el año 2027.
– Para que eso sea más fácil, ¿habría que pedirle al Gobierno central algún guiño hacia La Rioja? Al menos para no sentirnos ciudadanos de segunda frente a vascos y catalanes.
– En el Parlamento, en el año 2018, se firmó un Pacto por las Infraestructuras que fue un hito histórico. El Gobierno de Capellán ha empezado mal al pedirle al Ministerio que paralice una obra ya adjudicada (el trazado norte de la variante ferroviaria de Rincón). La Rioja lleva muchos años de retraso y eso es responsabilidad de todos los gobiernos que han pasado por la Moncloa. De todos. Pero ahí está el pacto. Tenemos que defenderlo. Le pido a Capellán que nos sentemos y vayamos juntos a Madrid a reivindicarlo. De todos modos, creo que en estos últimos años se ha avanzado y se ha apostado por La Rioja más que antes: con la Ronda Sur, con el ferrocarril en Rincón, con la línea hacia Castejón...
– ¿Es compatible ser alcalde de la tercera ciudad riojana y a la vez ejercer de portavoz parlamentario?
– La profesionalización del Parlamento permite que mis compañeros puedan dedicarse al cien por cien al trabajo parlamentario. Eso a mí me libera bastante. Además, tengo un equipo muy consolidado en el Ayuntamiento de Arnedo, con dos personas con dedicación exclusiva y mi jefa de gabinete, y eso también me facilita la tarea. No obstante, cuatro años son muchos y las decisiones del futuro ya las veremos. De momento estoy decidido a compatibilizar ambas funciones.
– Planteaba esa compatibilidad no solo en términos de trabajo, sino también de tono. El portavoz de la oposición debe dar caña a Capellán, pero el alcalde de Arnedo tiene que mantener una buena relación institucional. ¿Es compatible?
– Entiendo que sí, si los roles están claros. Y creo que el presidente Capellán también lo entiende. Debo decir que el presidente ha empezado cumpliendo su palabra con Arnedo, al asumir la financiación del 50% del futuro pabellón polideportivo de la ciudad. Además nunca he confrontado de manera violenta con ningún presidente. Tengo una buena relación personal con Capellán y con sus consejeros. Yo vengo a traer un estilo diferente a esta Cámara. No estoy nada cómodo con la crispación. No me gusta el lenguaje agresivo, me incomoda mucho. He venido al Parlamento a hacer de este lugar un espacio de educación, respeto y confrontación sana. No me verá usted nunca con palabras gruesas o con descalificaciones al presidente o a sus consejeros.
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