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la rioja
Viernes, 6 de abril 2018, 09:32
Vive en Logroño, pero tiene una finca en Anguiano. Coles y maíz. Y por lo que se ve, estaba harto de los daños producidos por animales salvajes o domésticos. Lo malo es que, para intentar evitarlo, tomó la peor decisión posible: colocar alrededor de ... su propiedad varios cebos envenenados con una potente sustancia tóxica, capaz de provocar la muerte de cientos e animales.
El Seprona empezó a investigar el caso a finales de noviembre de 2017, tras la muerte de dos perros de caza envenenados. Los agentes comenzaron entonces a rastrear la zona donde habían muerto los animales, en Anguiano, Matute y Tobía. Así localizaron los cadáveres de otras especies (garduñas, jineta, gatos domésticos y musarañas), además del cebo les pudo causar la muerte: un conejo abierto en canal con veneno su interior.
El veneno en cuestión es «Aldicarb«, una toxina particularmente cruel y peligrosa porque provoca el envenenamiento no sólo de quienes comen el cebo, sino de quienes se alimentan después de los propios animales envenenados. Se calcula que sólo 5 gramos pueden causar la muerte a más de 1.000 zorros, 11.000 milanos y 50.000 cernícalos. De hecho, la venta de «Aldicarb» está prohibida en toda la UE desde 2007. El rastreo no dio sin embargo resultado en lo más importante: encontrar al culpable del envenenamiento.
Las investigaciones se centraron en un vecino de Logroño de 63 años, que poseía una finca en Anguiano y que tenía antecedentes por usar cebos similares. Y ahí la Guardia Civil contó con una ayuda inestimable: la de 'Tiétar', un perro de la Unidad Canina del Servicio Cinológico de la Guardia Civil en Madrid, entrenado para localizar los distintos tóxicos que se usan para envenenar cebos. El perro inspeccionó la finca de Anguiano, donde se localizaron al menos 10 trozos de carne de conejo envenenada, colocados en matorrales alrededor del terreno y en los caminos de entrada.
La utilización de cebos envenenados está recogido como delito en el Código Penal (Delito Contra la Flora y la Fauna), con penas que pueden llegar a dos años de prisión.
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