La inversión de La Rioja en innovación se consolida como una de las más bajas del país

En La Rioja, el margen de mejora de esa apuesta es aún sustancial, según se desprende del análisis de los principales indicadores de ejecución y resultados de las actividades de I+D e innovación de Cotec. Tanto en términos absolutos como si el análisis el esfuerzo inversor (público y privado) se enfrenta al producto interior bruto regional.

Durante el año 2018 (últimas cifras publicadas) La Rioja destinó a investigación, desarrollo e innovación un total de 69 millones de euros, la cifra más baja del país y a una distancia considerable de las regiones que le anteceden (Cantabria, 117 millones, y Extremadura, 121 millones de euros). La realidad regional tampoco mejora sustancialmente cuando en la balanza se cotejan inversión y PIB: La Rioja destinó a innovación el 0,83% de su PIB tras consumar el descenso más intenso de España en relación al año anterior (-0,08% según los datos de Cotec a partir de las estadísticas del INE).

Esa cifra sitúa a la región en una discreta duodécima posición mejorando tan solo las apuestas que por la I+D+i hacen Baleares (0,41% de su PIB), Canarias (0,47%), Castilla La Mancha (0,52%), Extremadura (0,63%) y Asturias (0,80%).

Hubo tiempos mejores, pero la crisis también arrasó con ellos. Lo dicen los datos de Cotec y así lo interpreta también la directora general de Reindustrialización, Innovación e Internacionalización del Gobierno de La Rioja, Nathalie Beaucourt, a quien si se le pide que trace un escenario ideal sitúa la inversión necesaria en el entorno del 2% del PIB: «Hay que ponerse metas altas», defiende. Solo el País Vasco rozó durante el 2018 ese nivel (1,96%) y lo más cerca que La Rioja ha estado de ese esfuerzo inversor fue en el 2007 cuando los 90 millones representaron el 1,16% del PIB.

En aquellos años de bonanza económica era el sector privado el que de manera más intensa invertía en investigación y desarrollo copando hasta dos tercios del gasto total que en La Rioja se facturaba en estas áreas. Pero la crisis económica, al tiempo que devolvió el gasto a niveles del 2005, provocó un intercambio de papeles. Progresivamente el sector privado ha ido cediendo el protagonismo al público hasta cerrar el 2018 con la segunda menor inversión de la década. Por contra, la administración, sin grandes alharacas y tras recortar más del 20% de su inversión entre 2010 y 2012, ha ido recuperando niveles de gasto hasta asentarse en la horquilla de los 35-37 millones de euros, el grueso de ellos gestionados a través de la ADER.

En ese escenario general, desde 1999 La Rioja ha encadenado hasta cinco planes de I+D+i que han funcionado como hoja de ruta de la política regional en esta área y en el año 2010 se puso en marcha la Fundación Riojana para la Innovación con el objetivo de promover proyectos innovadores que repercutan en el desarrollo social y económico de La Rioja si bien la factura final de la I+D+i continúa siendo limitada: «No es tan preocupante la tasa como la efectividad, que la inversión se traduzca en crecimiento económico», completa Nathalie Beaucourt.

Nathalie Beaucourt asume que las cifras no son suficientes y que, más allá del importe de la inversión absoluta en I+D de La Rioja, el escenario ideal sería el de destinar a esos apartados «en torno al 2%» del PIB. «Es mejor ponerse metas altas que alcanzables», argumenta antes de poner sobre la mesa el eje sobre el que debe pivotar la apuesta riojana por la I+D: «No es tan importante la tasa de inversión como su efectividad, su traducción en mejores productos, en crecimiento económico». Por eso, defiende, hay que ampliar el foco y no centrarse exclusivamente en un indicador concreto. Así hace referencia a la cifra de negocio derivada de la venta de productos nuevos o mejorados: «Estamos muy por encima de la media nacional. En el 2017, el porcentaje de La Rioja fue del 23,12% y la media nacional del 15,09%. Esto quiere decir que las empresas de La Rioja, con menor inversión, están haciendo más, sacando nuevos productos y eso es importante ya que la investigación se hace con ese objetivo».

La situación actual, (69 millones de inversión en el 2018, el 0,83% del PIB regional) sitúa a la región en un escenario «estable» después de «una tendencia a la baja desde el 2009». Esa estabilidad, añade, está cuajada de «oscilaciones» que tienen una explicación. «Cuando las empresas invierten en I+D son inversiones para dos o tres años y posteriormente se intenta obtener rendimiento a esa inversión», concreta.

A todo ello, añade alguna cuestión estructural que, en mayor o menor medida, afecta al volumen inversor de las empresas riojanas. «A las pymes y micro pymes les cuesta muchísimo y no hay demasiadas que hagan investigación en La Rioja. Esa es una labor que tenemos que intentar favorecer y promover, que más pequeñas empresas se modernicen y se introduzcan en proyectos de I+D colaborativos».

Los planes regionales de I+D se revisarán -«hay cosas que son válidas y otras no», advierte- y junto al trabajo por reducir la brecha entre empresas y universidad, «que tiene un papel fundamental», Beaucourt apuesta por «invertir en inteligencia regional, en vigilancia de mercados y tecnológica para saber qué están haciendo los mejores y dirigirnos hacia lo más eficiente sin hacer las cosas a lo loco».