«Es una calificación que no se consigue sin esfuerzo»

Cuando María Bueno supo que quería estudiar Enfermería, empezó a comprobar sus posibilidades de acceso a este exigente y demandado grado universitario. Allá por el curso 2020-21, la calificación con la que entró el último alumno que se matriculó en esta titulación fue de un 11,87. «Cuando lo decidí en segundo de Bachillerato, me informé sobre las notas de corte y vi que era una carrera muy solicitada. Todo ello hizo que sintiera más presión durante la época del Bachillerato y la selectividad», recuerda Bueno, que ya se encuentra en tercero.

La calificación, que le sirvió de orientación, no le supuso un gran inconveniente. «Siempre fui muy trabajadora y estudiosa, por lo que no tuve problema en dedicar muchas horas para conseguir entrar en la carrera», reconoce. Todo ello, puntualiza, «no quiere decir que no me costara, porque invertí mucho tiempo y trabajo, ya que es una nota que no se consigue sin esfuerzo», asegura.

Con respecto a su experiencia en este grado, apunta que «tiene sus más y sus menos». «Como en todas las carreras, hay asignaturas que cuestan más y profesores que las hacen más o menos amenas, pero es una titulación para la que hace falta tener vocación y ganas de aprender». En su caso, «disfruta» con el primer contacto que le han brindado sus estudios con la profesión, de la que desde que se informó «bien» de las funciones que iba a tener que desempeñar, descubrió que «era lo que de verdad me gustaba».

Daniel Vallés, por el contrario, no tenía claro qué titulación quería estudiar. «Eché a varias carreras y universidades. Me cogieron primero para cursar Física en otra universidad, pero el proceso de matriculación funcionaba distinto, corrieron las listas y no pude aceptar. Por eso, entre las que me quedaron, elegí Matemáticas». En su caso, tenía una calificación «decente», por lo que «la nota de corte no me preocupó demasiado. Si quisiese entrar ahora a Matemáticas, sí que estaría más agobiado, porque han subido todas bastante y me costaría bastante entrar». Todo debido, en parte, a que «ha aumentado la demanda de las carreras de Matemáticas y Física, pero no se han incrementado las plazas», lamenta.

Ya durante el presente año académico, decidió matricularse en Ingeniería Informática. «Me quedaban pocas asignaturas de Matemáticas y, como me gustaron las de Informática, decidí entrar a esta carrera, de la que solo tengo que hacer un año y medio más, porque me convalidan varias materias». A su juicio, aunque la primera titulación en la que se matriculó le resultó «exigente», «creo que mi esfuerzo sí que ha merecido la pena». Sobre todo, porque cuando termine Ingeniería Informática, «saldré con dos carreras, unos meses de prácticas y con la experiencia de un Erasmus».

A Mauro Martínez de Quel también le suscitó interés Ingeniería Informática. «Siempre me había gustado, pero no decidí estudiar esta carrera hasta que no entré en Bachillerato», recuerda este estudiante de primer año. En su caso, terminó la educación secundaria posobligatoria «con una media de notable» y, por eso, «sí que me preocupaba un poco llegar a la nota de corte (que el pasado curso fue de un 9,93), pero en comparación con otras carreras me parecía asequible». Por ello, no le resultó «especialmente difícil» entrar. «Es una calificación alta, pero no exagerada».

Martínez de Quel, una vez que se adentró en las aulas de la UR, se dio cuenta de la dificultad que entraña el salto del Bachillerato a la universidad. «Se nota bastante el cambio del instituto a la universidad y, sobre todo, que es el primer año, que buscan que se queden las personas que realmente quieren estudiar esta titulación», afirma. Y aunque durante este año «la mayoría de las asignaturas las tenemos comunes con la carrera de Matemáticas, estoy muy contento; creo que sí que ha merecido la pena el esfuerzo», concluye.

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