Un retorno al pasado inquietante. El estallido, en los años ochenta y noventa del pasado siglo, del virus de inmunodeficiencia humana y la sentencia capital que suponía su enfermedad, el sida, estuvo a punto de erradicar en gran parte del planeta algunos de los males ... que acompañan a la Humanidad desde sus orígenes, las infecciones de transmisión sexual. Los avances en los diagnósticos del VIH y en sus tratamientos derribaron poco a poco los muros del miedo y la precaución en los que el preservativo se convirtió en la coraza imprescindible de cualquier relación 'amorosa' esporádica.
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Sin tabiques ni tabúes, las conductas de riesgo recobraron protagonismo y la incidencia de las históricas enfermedades venéreas inició, a partir de 2011, un trote acelerado que hoy, especialmente tras el fin de la pandemia, se ha convertido en un galope desbocado. La sífilis, la gonococia o la clamidia (las tres de declaración obligatoria) se han vuelto a convertir en un severo problema de salud pública cuatro décadas después de verse al borde de la extinción.
Con más de un millón de personas infectadas cada día en el mundo, según la OMS, ni España ni La Rioja driblan un problema que recupera su protagonismo en el ranking de preocupaciones de las autoridades sanitarias. Solo el pasado año, en nuestra comunidad fueron diagnosticadas 367 personas de sífilis (14), gonococia (169) y clamidia (184), según los datos facilitados a Diario LA RIOJA por el Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública. Las alarmantes estadísticas triplican los datos de incidencia registrados justo antes de la pandemia, con 118 pacientes atendidos –14 de sífilis, 42 por gonococia y 62 por clamidia– en 2019. De hecho, estas tres infecciones, que en 2013 (primer ejercicio con registros completos) sumaron solo 62 casos, contabilizaron el pasado año en La Rioja 57 pacientes más que en 2022 (311), lo que supone un repunte interanual del 18,38%.
Un incremento de casos en el que La Rioja no presenta, sin embargo, los datos más preocupantes del país, como acredita el Ministerio de Sanidad con la publicación hace unos días del informe 'Vigilancia Epidemiológica de las Infecciones de Transmisión Sexual en España, 2022'. El estudio, elaborado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y el Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III, constata que estas infecciones baten récords históricos, especialmente entre los colectivos más jóvenes.
«Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un problema importante de salud pública tanto por su magnitud como por sus complicaciones y secuelas si no se realiza un diagnóstico y tratamiento precoz», advierte el Ministerio, que cuantifica en 23.33 los casos de gonococia (8.471 más que en 2021). La tasa riojana, 44,51 casos por 100.000, fue la quinta más alta del país, donde la incidencia fue de 49. En el caso de la clamidia, también al alza, en 2022 se computaron 26.518 infecciones (+5.880), con una tasa de 62,38 por 100.000, 44,64 en La Rioja (la quinta más alta). Las estadísticas de sífilis contabilizaron 8.141 pacientes (+1.741 más que en 2021), con una tasa de 17,10, que en la región fue del 3,16, la más baja del país.
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De vuelta a la región, el VIH ha dejado de ser el drama que aterró al planeta a finales de los 80 y principios de los 90, pero la losa de la estigmatización social, la bolsa de pacientes sin diagnóstico y la tardanza en el tratamiento alejan el sueño de su erradicación. En la comunidad, pese a algunos dientes de sierra, las estadísticas se han estabilizado. El pasado año (a 30 de noviembre) la cifra de casos ascendía a 13, frente a los 24 del ejercicio anterior o los 16 de los dos precedentes. Lo peor, según insisten los expertos, el porcentaje oculto de pacientes infectados, que rondaría entre el 10 y el 20% del total de afectados, y causa directa de más de la mitad de los nuevos contagios. Y, evidentemente, los retrasos en diagnósticos y tratamientos: en 2023, tres de los pacientes riojanos atendidos habían desarrollado ya sida.
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Limitar el número de parejas sexuales, no mantener relaciones sexuales con parejas anónimas o desconocidas. Evitar mantener relaciones sexuales bajo el efecto de alcohol y/o drogas, ya que disminuyen la percepción de riesgo y favorecen la falta de control sobre la protección. No compartir juguetes sexuales si no han sido esterilizados o se cubren con un preservativo antes de cada uso.
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El uso de preservativos (masculinos y femeninos) es el método más eficaz para protegerse de las enfermedades de transmisión sexual. En algunas infecciones, como el virus del papiloma o el herpes genital, que se contagian por contacto piel con piel, el preservativo no aporta una protección completa, pero su uso también reduce el contagio en esos casos.
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En caso de haber mantenido una relación de riesgo es conveniente realizarse la prueba –muchas de estas infecciones son asintomáticas– y consultar con el médico de Atención Primaria.
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En caso de dar positivo, una vez conocido el diagnóstico, cumplir las pautas y completar el tratamiento –cuatro son curables (sífilis, gonococia, clamidia y tricomoniasis) y otras no (hepatitis B, infección por virus del herpes simple (VHS), infección por el VIH e infección por el virus de los papilomas humanos (VPH)–. Además de evitar complicaciones graves para la salud, cumplir el tratamiento rompe la cadena de transmisión y evita contagios a otras personas.
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Aunque de momento para la mayoría de estas infecciones no existen dosis de protección preventiva, sí hay programas vacunales en el caso de las hepatitis A y B (no para la C) y la del virus del papiloma humano (VPH).
El doctor Javier Velasco, médico del departamento de Enfermedades Infecciosas del Servicio Riojano de Salud (Seris), comparte la preocupación por el disparatado incremento de las infecciones de transmisión sexual, un «problema de salud pública no solo en La Rioja, sino a nivel nacional y mundial, porque no hay que olvidar que no son algo banal o inocuo, sino enfermedades serias que pueden ocasionar problemas importantes de salud, como por ejemplo infertilidad en el caso de la mujer; pueden provocar problemas de dolor abdominal crónico y otras complicaciones irreversibles que, en ocasiones pueden ser incluso mortales».
Con la prevalencia especialmente alta en tres colectivos concretos según indican los registros estadísticos –la juventud, los hombres que mantienen relaciones con personas del mismo sexo y ciudadanos originarios de otros países–, el especialista ve especialmente alarmante las tasas juveniles. «Hablamos sobre todo de ese segmento de población de entre 20 y 29 años, que tienen una incidencias muy por encima de lo que le correspondería por número de población, aunque también se estén detectando también cada vez más casos en personas de menos edad, incluso menores de edad, lo que no debe sorprender teniendo en cuenta el inicio precoz de las relaciones sexuales», asevera el doctor Velasco, que incide en que, no obstante, «ningún segmento poblacional está libre de sufrir las enfermedades de transmisión sexual, porque no es raro desde luego que nos toque atender a pacientes de 40 e incluso 60 años».
En este sentido resalta que «no hay grupos de riesgo, sino conductas de riesgo y cualquier persona que mantenga relaciones sexuales sin protección puede verse contagiado».
Entre las razones que estarían detrás de la escalada en las incidencias, el especialista señala, junto a la relajación y la pérdida del miedo al VIH por la aparición de nuevos tratamientos muy eficaces frente a esa enfermedad, «un conglomerado de factores, en el que el grupo poblacional de adolescentes y jóvenes es especialmente vulnerable a las enfermedades de transmisión sexual, como el inicio más temprano en la sexualidad, el uso no consistente del preservativo, la existencia de varias parejas sexuales, que sea más habitual el mantener relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol y las drogas, lo que puede favorecer que estén expuestos a mayores riesgos, sin olvidar las nuevas tecnologías, que facilitan hoy el poder tener contacto o conocer a un mayor número de parejas sexuales a través de las redes sociales».
Frente a este panorama, el médico insiste en lo ya sabido y reiterado en todas las guías y campañas de prevención: «Después de la abstinencia, el uso del preservativo es una de las maneras más eficaces de prevenir las enfermedades de transmisión sexual, junto a la fidelidad a una pareja», asegura el doctor Velasco, quien, finalmente, defiende que «al menos una vez en la vida sería recomendable que todos nos hiciéramos la prueba del VIH y, por supuesto, en caso de mantener una conducta de riesgo hay que acudir al sistema sanitario para realizarnos las pruebas cribado y tener un diagnóstico temprano y el tratamiento».
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