Secciones
Servicios
Destacamos
Si no existieran los futbolistas del Alcoyano (los del chiste, digo) uno no sabría lo bueno que es Messi. Si no existiera el sushi del supermercado sería más difícil apreciar la magia del Kiro. Si no tienes con qué comparar, juzgar es tarea de ... gigantes o de sabios. Y de eso no hay desde que Homero dejó de inventarse guerras.
Cómo juzgar, pues, lo bueno, malo o regular de la ejecutoria del Gobierno Andreu, ahora que termina su primer año completo. Con qué compararlo, si el equipo de la primera presidenta socialista en un cuarto de siglo se ha encontrado con el año más «improbable» (el adjetivo es suyo) que uno pueda esperarse. Es como juzgar a los dinosaurios después de la caída del meteorito.
No entra en lo que se puede exigir a ningún gobierno que hubiera detenido la caída de la piedra. A lo que podía aspirarse es a un objetivo menos propio de películas y más de la realidad: contener los daños.
Y aún eso era un objetivo, sí, improbable. Ninguna comunidad española lo consiguió a la primera y apenas a la segunda. Y como en todas partes, en la ejecutoria de los de Andreu hubo cosas buenas, cosas malas y cosas regulares.
¿Se podía haber evitado la pérdida masiva de vidas en las residencias de ancianos? No se logró a la primera y fue un fracaso que no por compartido es menos doloroso. Sólo mediada la segunda se encontró la tecla: el control semanal de los trabajadores. Que desde que se puso en marcha ha conseguido lo que parecía imposible, bajar los contagios hasta el cero. Éxito tras dolor.
¿Se podía haber gestionado mejor los hospitales? Visto desde fuera, y por lo que llega de las voces de dentro, la gestión hospitalaria riojana fue honrosa, incluso cuando era imposible que todo fuera bien, aquellos días de 400 ingresados cuyo recuerdo escalofría. Y no es despreciable el hecho de haberse lanzado a ampliar la UCI y Urgencias en pleno año de la pandemia. De nuevo todo perfectible, como demostró el personal del San Pedro cada lunes durante semanas, pero el momento hace la gestión aún más complicada y, por eso, algo más meritoria.
En el debe está que el esfuerzo en la detección temprana entre la primera y la segunda ola no fuera suficiente. También la cuota de responsabilidad que a ella le toque en el divorcio con Ocón y sus huestes. Inoportuno como pocos, inevitable como casi todos.
En el haber hay sin duda dos asuntos: uno, para sorpresa de muchos (la mía incluida) ha sido el curso escolar. La educación riojana apenas ha tenido segunda ola, y eso es un pedazo de éxito. Otro, el control de las campañas agrarias, que no fueron un foco destacable de contagios. Las cosas se hicieron bien en ambos casos, y contra pronóstico.
Este martes Andreu hacía balance, optimista como toca en estos casos. Luego demostró su don en las distancias cortas, dirigiendo a la prensa en una cata. Extraño final a este año 2020; el año del meteorito, el año de la pandemia, el año en el que el triunfo era imposible. Y el empate, improbable.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.