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Adrián, Cristina, Natalia, Héctor y Pilar conversan en un banco del Paseo del Espolón. Justo Rodríguez
Cinco formas de sobrevivir al cáncer
Día mundial contra el cáncer

Cinco formas de sobrevivir al cáncer

Cuatro riojanos y un argentino afincado en Haro desgranan cómo han sido sus duros años de batalla contra la enfermedad

Sábado, 4 de febrero 2023, 01:00

El pasado año, 2.083 riojanos fueron diagnosticados de algún tipo de cáncer, una enfermedad grave, dolorosa, que irrumpe como un duro mazazo en la vida de quienes lo padecen, pero que puede tener un mejor pronóstico con una mayor investigación y detección precoz. Más aún, cuando la previsión que manejan desde la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) es que 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres tendrán que tomar parte en algún proceso oncológico dentro de siete años. «Cada vez hay más tratamientos y herramientas para luchar contra el cáncer, pero su incidencia también es mayor, sobre todo en personas más jóvenes», apunta Elena Eguizábal, presidenta de la AECC en La Rioja.

Vídeo.

De ahí que hoy, con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, sea necesario reivindicar que en la lucha contra esta enfermedad «debemos trabajar todos en las tres líneas de acción: en una mayor prevención, en el diagnóstico y acompañamiento durante la enfermedad y en el respaldo a la investigación». Sobre todo para elevar aún más la actual tasa del 60% de supervivencia tras los cinco primeros años de tratamiento.

«Ahora hay mucha vida dentro de los pacientes con cáncer, pero queremos elevar esta cifra hasta el 70% en 2030. Todo ello, a través de la detección, la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos». Detrás de estas cifras también están los grandes supervivientes. Héctor Mario Álvarez, Natalia Díaz, Adrián Valle, Pilar Sáez o Cristina Pascual son solo algunos de los usuarios o voluntarios de la sede que la AECC tiene en La Rioja, desde donde reciben un respaldo incondicional y tratan de resistir en la eterna lucha contra el cáncer.

Héctor Mario Álvarez | Cáncer de riñón, pulmón y estómago

«El cáncer se asocia con la muerte; pero quiero superarme»

Héctor Mario Álvarez padece cáncer de riñón, pulmón y estómago. justo rodríguez

La vida de Héctor Mario Álvarez dio un vuelco hace ya cinco años. Le diagnosticaron cáncer de riñón y, a pesar de que le extirparon el órgano, siguió inmerso en una brutal pesadilla. «Trabajaba como chófer de autobuses hasta que un día empecé a sentir mareos. Me hicieron una gastroscopia y me diagnosticaron cáncer de estómago». Tras el diagnóstico, «me mandaron una tomografía computada y me detectaron un pequeño tumor en la zona del riñón donde me habían operado y otro más en el pulmón».

Todo un duro golpe que trató de afrontar con el respaldo de su mujer. «Al principio no sabía ni lo que me estaba pasando, pero por suerte tuve el apoyo de mi mujer, que me sacó adelante». El proceso no resultó nada fácil. «Me dieron un tratamiento de quimioterapia, pero no dio resultado. Después me hicieron otro y fue impresionantemente mal. Me proporcionaron pastillas y perdí el apetito, era un hombre de 96 kilos y llegué a pesar 79».

Desde que comenzó la inmunoterapia, «tengo mejores resultados, me siento bien y hago una vida completamente normal, a pesar de todo lo que tengo». Se cuida mucho, cuenta con el respaldo incondicional de toda su familia y de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en La Rioja, a la que acude como voluntario. «Me encuentro bien. Ahora peso 94 kilos, por lo que retomaré el ejercicio físico y no me hundiré, sobre todo cuando no tengo una solución para lo que padezco».

«Al principio piensas por qué a mí, pero luego asumes que te ha tocado. Lo tengo y trato de sobrellevarlo de la mejor manera posible, porque me di cuenta de que, si te lo tomas a mal, seguirá mal. Por más que lo pienses no te lo vas a quitar, porque el cáncer sigue ahí y, a pesar de que se asocia con la muerte, mi idea no es morir, sino superarme». Tal es así que, en su caso, «la palabra muerte la cambié por confianza y fe, porque de momento afortunadamente los cánceres no van ni para arriba ni para abajo, lo que es buena señal».

Natalia Díaz | Meningioma y carcinoma en el endometrio

«Me daba miedo dormir por si no me despertaba después»

A Natalia Díaz le diagnosticaron un meningioma occipital con 18 años y cáncer en el endometrio hace un año. J.R.

Con tan solo 18 años, Natalia Díaz tuvo que afrontar un duro calvario: le diagnosticaron un meningioma occipital que nunca le pudieron extirpar del todo. «Tuve que operarme en Zaragoza porque en Logroño no había ningún especialista en Neurocirugía. En teoría me quitaron el tumor, pero se volvió a reproducir y no me lo extirparon del todo porque estaba en una zona de la vista y me podían dejar ciega». Después tuvo que someterse a otras dos operaciones hasta que en 2001 llegó la definitiva. Las opciones no eran alentadoras. «O me operaba de vida o muerte o el tumor acababa conmigo».

«Perdí visión, pero no me quedé ciega. Sufro deficiencia visual, pero puedo vivir». Regresó a Logroño y, tras el tratamiento de radioterapia, tuvo que afrontar cómo sus amigas «no quieren salir contigo porque no tienes pelo y no van a poder ligar. Caí en una depresión, dejé de comer y adelgacé, hasta que acabó en bulimia y tuve que recibir tratamiento». A pesar de que ahora está bien, hace un año que se volvieron a truncar sus planes. «En diciembre de 2021 fui al médico porque tenía muchos dolores y contracciones. Me mandaron al ginecólogo, quien me dijo que no tenía más que un pólipo y no me hizo ningún cultivo». Pero no fue así. Tras varias analíticas y pruebas, le realizaron una ecografía y llegó el brutal diagnóstico: tenía un carcinoma en el endometrio de estadio III. «Pasé de no tener nada a terminar el mes de enero de 2022 con cáncer».

«Psicológicamente estoy hecha polvo. Me sentí mala madre, porque los tuve que mandar con mi madre y mi cuñado. Me daba miedo dormir por si no me despertaba al día siguiente». Recibió quimioterapia, le operaron, se sometió a más sesiones de quimio y radio y, ya en septiembre, acabó el tratamiento. «Supuestamente estoy limpia, pero me están mirando el colon y el estómago porque tengo el gen de cáncer positivo». Lo peor en todo este proceso fue separarse de sus hijos. Ha salido del cáncer, pero tiene que estar alerta. «Me siento orgullosa, me ha ayudado a sacar la parte más fuerte de mi y ahora solo quiero seguir viviendo, pase lo que pase. Con un poco de lucha se sale, la vida vale mucho y los demás te necesitan».

Adrián Valle| Linfoma de Hodgkin

«Me asusté mucho, pero pronto decidí tirar para adelante»

Adrián Valle terminó el martes el tratamiento que recibía de quimioterapia. Justo Rodríguez

Hace apenas siete meses, los peores presagios de Adrián Valle se hicieron realidad tras pasar por el quirófano. «Me dijeron que tenía un linfoma de Hodgkin en estadio IV. Me asusté mucho, a pesar de que es un cáncer curable y que puedes vivir muchos años, pero pronto decidí que había que afrontarlo y tirar para delante». Fue entonces cuando se adentró en una dura batalla en la que toda su familia, sus amigos y el deporte se convirtieron en su mejores aliados. «Lo peor fue el tratamiento de quimioterapia que, a pesar de que no me ha afectado muy fuerte, me ha hecho pasar días malos». Pero nunca dejó de compaginarlo con su pasión por el ciclismo. «Me entretenía y me ayudaba a estar activo. Ha habido ocasiones en las que he forzado demasiado mi cuerpo, pero porque pensé que si la vida me iba a despedir, me despediría yo con ella. El deporte es lo que me ha ayudado a ser fuerte y a seguir para adelante». A pesar de que tuvo que someterse a doce sesiones de quimioterapia, la de este mes ha resultado ser la más devastadora «porque el cuerpo estaba ya muy cansado». «A mitad del tratamiento me hicieron un PET y estaba todo limpio, así que esperemos que siga así». Acabó con el tratamiento el martes y, ahora, no duda en seguir aprovechando cada pequeño momento con sus seres queridos. «Había cosas que ahora me parecen una pérdida de tiempo. He aprendido a valorar y a cambiar mi percepción de la vida. Ahora puedo aprovechar cada segundo».

Pilar Sáez | Cáncer de ovario

«Soy muy afortunada, no pensaba que hoy iba a poder estar aquí»

Pilar Sáez dejó de recibir quimioterapia en octubre. justo rodríguez

En plena pandemia, Pilar Sáez tuvo el presentimiento de que algo malo le estaba ocurriendo. «Sabía que me estaba pasando algo, porque notaba molestias, pero por más que llamaba a los médicos ninguno me atendía de manera presencial». Le costó varios meses, pero consiguió que un especialista le asistiese. «Empecé con molestias en agosto de 2020 y hasta enero del siguiente año no me vio un médico. Me mandó hacerme un escáner y ahí se vio que tenía cáncer de ovario». Le volvieron a hacer pruebas, pasó por el quirófano en febrero y comenzó con la quimioterapia. Ya en septiembre, se sometió a una nueva cirugía en Barcelona. «Había un concierto con este tipo de tumores y, como cumplía los requisitos, me operaron y me pusieron un tratamiento de quimioterapia caliente». Le hicieron una biopsia y, tras ella, le proporcionaron los primeros atisbos de luz. «Me dijeron que la operación de Logroño estaba muy bien hecha y que en la muestra no habían detectado enfermedad». Regresó, terminó con el tratamiento posterior a la operación y continuó con otro distinto hasta el pasado mes de octubre. «Tendría que haber seguido hasta febrero, pero ya eran muchos meses». No fue fácil. En todo este tiempo, «he tenido muchos efectos secundarios, pero ahora me encuentro bien. Me siento muy afortunada porque hago vida 'normal', con mis pastillas y tratamientos, cuando hace dos años no pensaba que hoy iba a poder estar aquí». «Cuando te toca es como un jarro de agua fría, piensas que todo se acaba, pero se puede salir». Un duro mazazo que afrontó con el respaldo de su familia, la AECC y el doctor Cevas, que «me animó en esos momentos tan difíciles», que solo espera que no vuelva a truncarlo todo. «Siempre se está al acecho cuando te toca hacerte pruebas; hay que aprender a vivir con ello y tener esperanza, y yo la tengo».

Cristina Pascual | Tuvo leucemia mieloide

«Entré al hospital cuando era una niña y salí siendo adulta»

A Cristina Pascual le diagnosticaron leucemia mieloide con 12 años. J.R.

Cuando solo era una niña, Cristina Pascual tuvo que pasar dos años ingresada en un hospital. «A pesar de que era una niña feliz, que corría y bailaba, mi madre tuvo el sexto sentido de que me sucedía algo. Les costó, pero me diagnosticaron leucemia mieloide». «Lo peor fue salir de repente de mi vida, pasar de ser una niña súper feliz a ingresar en la habitación de un hospital y no poder moverme de la cama, porque la quimioterapia era muy agresiva». Todo cambió desde aquella hospitalización, aunque ella no entendía por qué. «Solo me dijeron que tenía que estar un tiempo en el hospital. Fue muy complicado, porque no entendía lo que ocurría». Sus padres se llevaron el peor mazazo posible. «Para ellos fue un palo, tuvieron que abandonar absolutamente todo para cuidarme, primero en el hospital de Logroño y luego en Madrid. Lo llevaron peor, aunque yo entré al hospital siendo una niña y salí siendo adulta». Le hicieron un trasplante de médula y, hasta los 26 años, tuvo que someterse a distintas revisiones. «Hace 12 años me dijeron que ya estaba en revisión completa y que no tenía que volver más». Nunca olvidará la leucemia que afrontó, a pesar de que ahora pueda afrontarlo con otra perspectiva. «Ahora estoy maravillosamente bien y disfruto cada segundo de la vida». Solo espera que las instituciones no discriminen a aquellos que hayan superado el cáncer. «No puede ser que te marquen para siempre».

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