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Las catedrales, construcciones apabullantes y generalmente hermosas, de proporciones hercúleas, suelen esconder una íntima fragilidad: su corazón de madera y plomo resulta muy vulnerable. Una chispa, un rayo, un simple descuido pueden desencadenar incendios pavorosos y reducir a cenizas templos tan colosales como Notre Dame. En La Rioja también se han vivido escenas terribles de fuego y devastación. Sin ánimo de exhaustividad (y sin contar los incendios provocados en algunos templos en los agitados años 30 del siglo XX), aquí reunimos cuatro ejemplos, comenzando por las dos catedrales titulares de la diócesis.
La torre románica de la catedral calceatense cayó víctima de un incendio en 1450. La que ahora vemos, exenta y elegante, de un barroquismo espigado, es en realidad la tercera que se construyó, allá por el año 1762. La segunda -gótica- tuvo que ser desmontada ante el riesgo de derrumbe.
Calahorra conoce muy de cerca las nefastas consecuencias de las llamas sobre un emblema de su patrimonio, informa Isabel Álvarez. Para ello hay que remontarse al 13 de junio del año 1900, víspera del Corpus. En la madrugada se produjo un grave incendio en la catedral que arrasó su altar mayor, obra de Pedro González de San Pedro y Bazcardo. Las llamas provocaron desperfectos en las urnas relicario de los Santos Mártires y otros elementos ornamentales, además de en la cubierta y el pavimento del edificio. De hecho, si no hubiese sido por la rápida intervención de toda la población, la catedral habría quedado destruida por completo. Para reconstruir lo perdido hicieron falta cuatro años. Las obras de restauración, entre las que destacó la construcción de una réplica del retablo del altar mayor, concluyeron para la festividad de los Santos Mártires, el 31 de agosto de 1904. La catedral de Santa María dispone ahora de las medidas de seguridad para evitar la propagación de un incendio, según la información facilitada a este periódico desde la Diócesis de Calahorra y la Calzada-Logroño. De hecho, se acaba de llevar a cabo una reforma de todo el sistema eléctrico. Las obras, con un coste de 149.972 euros, han permitido dotar al edificio de un nuevo cableado que evite incendios, así como renovar las lámparas de iluminación con criterios de eficiencia energética. La catedral cuenta también con alarma contra incendios, sensores de humo y extintores.
Los alfareños podían reconocer por sí mismos la angustia e impotencia de los parisinos: eran las mismas que les recorrieron en la madrugada del 20 de julio del 2006, cuando el fuego consumió la torre norte y amenazó con devastar la colegiata de San Miguel, su emblema, su monumento nacional desde 1976, su icono, informa Ernesto Pascual. La tormenta que recorría el final del día 19 de julio descargó un rayo que impactó en la torre norte. En su gemela sur, el impacto paró el reloj en las 22.55 de la noche. Aparentemente, el rayo no provocó daños en la torre. Pero el calor empezó a recalentar las vigas de madera de su chapitel. Surgió el fuego. Silenciosamente, comenzó a devorar su estructura. Varias horas después, sobre las 3 de la mañana, Javier Anguiano salía de la Tasca del Tío Zorropo y se topaba con una antorcha ardiendo en la torre de San Miguel. Rápidamente dio aviso. Desde entonces, todos los alfareños coinciden en que si él no lo hubiera advertido, igual la colegiata no hubiera sobrevivido.
Comenzaron a llegar dotaciones de bomberos. De Calahorra, Arnedo, Tudela. Pero los 50 metros de altura de la torre quedaban lejos de su lucha. Tuvo que llegar un camión especial de Logroño para atacar directamente su daño. A la par, su edificio de viviendas vecino tuvo que ser desalojado. Unas horas después, sobre las 8.30 de la mañana, se acababa con el fuego. Había calcinado por completo el chapitel. Desde ese mismo momento, y tal y como ha ocurrido también ante Notre Dame, comenzaban todos a pensar en su reconstrucción. De la mano de la recuperación integral de la colegiata, y tras semanas de trabajo artesano a pie de templo de la empresa cántabra Artesonados Manuel Navarrete, la mañana del 22 de marzo del 2007 asistía a la elevación y colocación gracias a una enorme grúa del nuevo chapitel, de 18 metros de alto y 11.000 kilos de peso. Y con pararrayos incorporado. Quedaba el recuerdo de una larga noche y se abría el debate sobre si ambas torres seguían siendo gemelas.
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La iglesia de Fuenmayor, una enorme construcción clasicista del siglo XVI, lleva aparejada una torre coetánea, coronada por un chapitel posterior. El primer remate, que pesaba demasiado, fue desmontado y sustituido en el 1767 por otro, barroco, fabricado en madera recubierta con plomo y asentado sobre un cuerpo octogonal de ladrillo de aire mudéjar. Aquel chapitel duró 282 años, hasta que un cohete lanzado el 2 de abril de 1980 con motivo de las fiestas del árbol se enredó entre la estructura, que prendió como una tea. El chapitel quedó destruido. En su lugar, el 22 de agosto de 1981 fue alzado otro nuevo gracias a la colaboración de vecinos, empresas y el Ayuntamiento de la localidad. Desde entonces, una placa situada al pie de la torre recuerda el suceso y la reconstrucción «con ayuda de todos».
26 de enero de 2017
el último siniestro en un edificio religioso de importancia se produjo hace apenas quince meses en esa localidad bonaerense, situada a unos 240 kilómetros al norte de la capital argentina. La catedral San Nicolás de Bari, inaugurada en 1884, registró un incendio que arruinó el altar mayor, el coro, el órgano y otras piezas históricas, como la imagen del santo. Se achacó a deficiencias eléctricas.
2 de mayo de 2016
La fachada del edificio, ubicado en la calle 25 y rematado en 1855 como una iglesia episcopal, apenas lograba mantenerse en pie cuando el servicio de extinción de incendios de la Gran Manzana logró sofocar el que se declaró en su interior unas horas después de que acogiera la celebración de un servicio. El templo estaba incluido desde 1982 en la lista de patrimonio protegido de Nueva York.
29 de octubre de 2014
El templo principal de esa ciudad industrial del sur de Polonia, un ecléctico edificio de estilo neogótico construido en 1899 sobre el plan de una basílica de cruz latina, sufrió el zarpazo hace cinco años de un voraz incendio. El emblema rojizo de la comunidad cristiana católica de Sosnowiec quedó seriamente dañado a consecuencia del siniestro, cuyas causas nunca fueron esclarecidas.
25 de agosto de 2006
La joya de la antigua Leningrado, un ejemplo tardío del estilo imperio construido entre 1828 y 1835, de acuerdo al diseño del arquitecto Vasili Stásov, con aforo para 3.000 personas, se convirtió ese día en pasto de las llamas, que ocasionaron enormes daños. El templo ortodoxo, un monumento arquitectónico protegido por el Estado, se encontraba entonces sometido a un proceso de restauración.
5 de julio de 2001
Las llamas prenden en la sala del archivo del Cabildo Catedralicio de Córdoba más próxima al mihrab (lugar de oración orientado a La Meca). La dependencia afectada custodiaba 5.000 documentos datados del siglo XIII en adelante, en su mayor parte libros de cuentas de misas. El fuego consumió veinticinco de esos legajos, pero, afortunadamente, no afectó a la estructura del monumento más importante de todo el Occidente islámico.
12 de abril de 1997
Sobrecogida e impotente, Italia contempló aquella noche cómo un pavoroso incendio destruía la capilla de la catedral de San Juan Bautista, levantada en el siglo XVII, así como parte del anexo del palacio real de la capital piamontesa. Los bomberos lograron poner a salvo la Sábana Santa, que albergaba el templo. El edificio se encontraba en un proceso de restauración cuando se produjo el desastre, que se achacó a un cortocircuito.
26 de octubre de 1994
La chispa de un aparato de soldadura calcina la cúpula del templo, que resultó destrozado por los bombardeos aliados en 1943.
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Estíbaliz Espinosa | Logroño
Carmen Nevot | Logroño
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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