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«Todo esto es absurdo señoría, esto es para dar saltos» ha lamentado este jueves Ramón Cerdá Sanjuán, bautizado como ideólogo de sociedades de la Gürtel y Nóos, que se enfrenta desde el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Logroño a ... cinco meses de cárcel y una multa de 400.0000 euros por un presunto delito de blanqueo de capitales.
Durante su declaración, ha negado que conociera a Ángel Arcéiz Sánchez, principal implicado en una trama que 'salpica' al abogado valenciano, que cumple condena en la prisión de Aranjuez por fraude fiscal, y otros cuatro acusados en la misma trama. Entre ellos el exalcalde de Zarratón, José María Jesús Villaverde, para quien el fiscal pide una pena de año y medio de cárcel y un multa de 29.500 euros por un presunto delito de negociaciones prohibidas a funcionarios y otro de cohecho.
Cerdá Sanjuán ha defendido la legalidad de la operación de venta de la sociedad Everforever a Ángel Arcéiz en abril del 2006 y ha descartado que tuviera «nada que ver con el uso fraudulento que se hiciera después de las sociedades que yo vendía».
Ha negado que conociera a Arcéiz en el momento de la venta de mercantil, una sociedad que el principal acusado adquirió a través de la web www.sociedadesurgentes.com, con sede en Ontinyent (Valencia). Solo le conoció personalmente hace dos semanas en Burgos donde ambos habrían coincidido en la prisión. La única relación fue administrativa en el trámite de inscripción en el registro mercantil y «eso se hacía como garantía porque nunca hemos querido es darle la documentación al cliente y que no inscribiera». «Es el único periodo de tiempo en el que mi empresa tuvo cierto contacto administrativo, que ni siquiera hago yo». «Personalmente nunca he tenido conocimiento, ni mucho menos participación ni asesoramiento ni complicidad en este caso ni siquiera llegué a conocer al comprador», ha incidido.
Ante el tribunal ha explicado que se encuentra en prisión «por el uso fraudulento que hicieron unos clientes de unas sociedades que yo vendí» y ha detallado en qué consistían unos negocios a los que se dedicó más de veinte años. Creaba sociedades «en alguna época a razón de veinte a la semana» para la venta de forma que ahorraba a sus clientes los trámites de creación de las mercantiles que entonces podrían prolongarse hasta 60 días. Al principio las sociedades eran de capital básico, poco más de 3.000 euros, pero por la necesidad del mercado fue ampliando el capital de algunas de las firmas que tenía en stock porque así lo pedían los clientes. De hecho la sociedad que vendió a Arcéiz por algo más de 30.000 euros tenía un capital social de un millón de euros, un capital que había ampliado, pero no a petición del principal acusado.
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