Presbiterio de la iglesia de La Unión (Clavijo), probablemente su obra más reconocida Álvaro López Gadea

La huella ascética de Gerardo Cuadra

La obra vanguardista del arquitecto riojano brilla en edificios eclesiásticos como la iglesia de La Unión o el Hogar Sacerdotal, aunque también firmó bloques de viviendas y restauraciones de monumentos

Pío García

Logroño

Lunes, 16 de septiembre 2024, 21:06

Gerardo Cuadra estuvo años y años trabajando en una tesis doctoral que jamás llegó a presentar. La recuperó al final de sus días, rebasada ya la frontera de los noventa, la completó y le dio forma de ensayo. Lo tituló 'La experiencia artística y estética y su relación con la mística'. En la portada figuraba su obra más representativa: la iglesia de Santiago Apóstol, en La Unión. Hay, en efecto, algo místico en la luz cenital que se descuelga -poderosa, salvífica- sobre el altar e ilumina la piel cenicienta del hormigón. «Tengo una cierta esperanza en que perdure una parte de mi obra, empezando por la que muchos consideran que es la mejor, la iglesia de La Unión», confesaba Cuadra en una entrevista concedida a este periódico en marzo de 2019.

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En la obra de Gerardo Cuadra no solo hay espacio para los edificios religiosos; también construyó obra civil. En la base de datos de la Fundación Docomomo Ibérico, creada para preservar y difundir el legado de la arquitectura moderna en España, se han incluido cuatro edificios con la firma del arquitecto riojano. Figura, por supuesto, el templo de La Unión (1965), pero también el Hogar Sacerdotal Diocesano (1968-1970), las viviendas unifamiliares de la Cooperativa de San Miguel en Cuzcurrita (1968) y la residencia de las Madres Teresianas en El Rasillo (1964-1966).

Hogar Sacerdotal Diocesano (1968-1970)

Fundación Docomomo Ibérico

Residencia de las Madres Teresianas en El Rasillo (1964)

L.R.

Conjunto de viviendas 'San Miguel', en Cuzcurrita (1968)

Fundación Docomomo Ibérica

Convento de clausura de Madre de Dios, en Logroño (2008)

Justo Rodríguez

Catedral de Santo Domingo, tras su resaturación (1995-1996)

Justo Rodríguez

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A Cuadra le disgustaban las excentricidades barrocas y la arquitectura espectáculo. Discipulo de Sáenz de Oiza, practicaba una vanguardia radical, de líneas puras y emoción contenida, que no solo plasmaba en sus edificios religiosos, sino también en sus trabajos civiles. «Desde sus primeras obras, apostó decidida­mente por el uso de nuevos materiales como el hormigón -símbolo de la novedad de los tiempos- no solo como alma constructiva, sino como material noble para ser visto sin revestimiento, dotándole a veces de un protagonismo y una innovación que, aún hoy, sorprenden», señala Vanesa Marauri en la breve semblanza de la base de datos Docomomo. «Su visión se enriqueció con sus viajes por Europa -apunta el Colegio de Arquitectos de La Rioja-, donde absorbió influencias de la arquitectura orgánica y del uso innovador de materiales».

Sus intervenciones en el patrimonio histórico, que huían del pastiche para utilizar materiales contemporáneos cuando era necesario, le situaron en numerosas ocasiones en el centro de la polémica. «Siempre encuentras personas con apego a lo tradicional, a las que cualquier intervención les asusta», reflexionaba hace unos años. Suya fue la decisión de desmontar y trasladar el retablo mayor de la catedral de Santo Domingo de la Calzada para dejar limpia la visión de la cabecera románica. «Hubo muchas broncas y tensiones. ¡Hasta hubo personas que rezaban el rosario para que me convirtiera! Pero lo hice y quedé muy contento», recordaba Cuadra.

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