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Si ya es difícil encontrar un alojamiento vacacional libre en pleno agosto, sucede lo mismo en las residencias caninas y felinas. Cuando no se puede o es dificultoso viajar con la mascota, la mejor solución, si no se dispone de alguien de confianza que la cuide, es una residencia.
«Hay que elegir un buen sitio, asegurarse de que tienen lugares acondicionados para cada mascota, zonas de sombra, alimentación y llevarlo al día de las vacunaciones, incluso es recomendable la de la tos de perrera, y correctamente desparasitados», advierte el veterinario Carlos Bustillo, de la clínica Bustillo Veterinarios de Logroño. «También es conveniente que tenga zona de esparcimiento y, si se puede, llevarlo algún día antes para que se vaya adaptando, para que el perro o el gato vea que te vas pero que vuelves», recomienda Bustillo. Porque si todo esto se cumple, las residencias «son un lugar estupendo para que los animales socialicen y salgan de su entorno, para romper los hiperapegos».
También existen otras posibilidades cada vez más extendidas, sobre todo por medio de las redes sociales, como son los cuidadores domésticos, personas que se quedan con la mascota y la atienden como si fuera suya, en su casa, pero hay que tener cuidado con estas prácticas: debemos asegurarnos de que son realmente profesionales, que nos expenderán una factura por sus servicios y que conocen a la perfección las necesidades de los animales.
«Las residencias caninas son una de las posibilidades más favorecedoras para que la gente pueda compartir su vida con los perros y no solo por las vacaciones, como puede ser ahora, también por si nos surge algún problema, para que nuestras mascotas estén bien cuidadas», explica Ana Rodríguez, educadora canina de Dejando Huella.
Rodríguez recomienda que haya una atención constante, que nos puedan informar de cómo está el animal, que se encuentre en un entorno natural y tranquilo, y con tiempos para esparcimiento libre. «Debe haber una adaptación progresiva, de modo que, aunque no necesitemos una residencia, lo dejemos un día o un fin de semana por si tenemos alguna urgencia y así pueda conocer el espacio», aconseja Rodríguez, y señala como fechas idóneas las fiestas en las que los ruidos pueden alterar a las mascotas y las residencias pueden ser un buen lugar para que descansen y no se estresen.
De hecho, Diana Marín y Blanca Segura, que fundaron Peludos en Navarrete en 2003, aseguran que no solo agosto es el mes de más demanda, también Navidad, Semana Santa, San Mateo y San Bernabé. «Últimamente hemos notado que los clientes prefieren viajar en los meses de mayo, junio y septiembre, pues no hay tantas aglomeraciones en los lugares de destino», apuntan las responsables de Peludos.
Aunque son una residencia pequeña, de 18 plazas, eso favorece la atención a los animales alojados. «La atención es exquisita, muy individualizada y especializada, teniendo muy en cuenta las necesidades de cada uno de nuestros huéspedes», aseguran en Peludos. De hecho, apuestan por una «adaptación progresiva». «La primera vez pasan solo el día, luego la noche, un fin de semana..., poco a poco, para que vayan aceptando el hecho de estar sin sus familias y se vayan encontrando cada vez más a gusto con nosotras y con sus compañeros», exponen Diana y Blanca. «Aquí vienen a socializar y a disfrutar, siempre salen en manadas bajo vigilancia, por eso necesitamos que todos sean equilibrados, estén bien socializados y sean respetuosos entre ellos y con nosotras. De hecho muchos perros coinciden año tras año y hay verdaderas alianzas forjadas entre ellos», explican desde Peludos.
Y no solo ofrecen servicio para perros, también para gatos. «En el hotel felino damos un servicio único y exclusivo en kilómetros a la redonda. No solo tenemos clientes de La Rioja, se acercan desde País Vasco, Navarra, Burgos, Zaragoza, Soria... porque no tienen instalaciones para gatos al nivel de las nuestras, con habitaciones amuebladas con sofás, mesitas, estanterías...», describen, conscientes de que el enriquecimiento ambiental favorece la rápida adaptación del felino. «Los gatos tienen diferentes necesidades que los perros y son muy exigentes», aseguran, al tiempo que reconocen la creciente demanda para este tipo de animales.
De hecho, desde la fundación de Peludos, cuando apenas solo existían ésta y Riberbox en Alfaro, ya hay una decena de residencias de mascotas en La Rioja: El Olivar (Lardero), La Burra Lola (San Vicente), Riverarce (Rodezno), Dogwarts (Villamediana), Harrycan (Arnedo), Cuadrúpedos (Alfaro) y Alea Can (Calahorra). «El verano es la época con mayor carga de trabajo en cuanto al alojamiento de los peludos, la mayoría de la gente se va de vacaciones y cada vez hay una tendencia más creciente en apostar por guarderías caninas, irte sabiendo que tu mascota está en las mejores manos y en unas instalaciones pensadas para su confort es una gran tranquilidad», explica Raúl Rivera, director de Riverarce, que cuenta con servicios de peluquería, adiestramiento y tienda.
«Lo primero y más importante para nosotros es el equipo humano. En un sector no muy profesionalizado, pero nosotros siempre hemos incorporado perfiles con formación y experiencia. Mucha gente cree que con que te gusten los animales es suficiente. Para nosotros, desde luego que es la base, pero tiene que venir seguido de una profesionalización», advierte Raúl Rivera. «Siempre hemos tenido claro que queríamos ser un hotel de cinco estrellas para los peludos a un precio accesible. Contamos con habitaciones separadas, materiales aislantes del frío y el calor, calefacción en invierno y piscina en verano, hilo musical en toda residencia...», describe el director de Riverarce, destacando los 12.000 metros cuadrados de las instalaciones y las más de 8 horas diarias de recreo bajo supervisión de los animales.
«Cada perro es único, con su propia personalidad, preferencias y necesidades. Nos tomamos el tiempo necesario para conocer a cada peludo que recibimos y adaptamos nuestros cuidados en función de sus características», asegura Rivera. En este sentido, para las mascotas alojarse en Riverarce también supone unas vacaciones: «Las instalaciones y servicios están pensados para su disfrute y tienen la atención que necesitan de nuestros profesionales. Así que disfrutan mucho. Algunos clientes, sobre todo, los que dejan por primera vez en una guardería a sus mascotas, se van con cierta preocupación, pero en cuanto ven que los peludos no quieren irse casi siempre repiten con nosotros», concluye Raúl Rivera.
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