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La hostelería padece serios quebraderos de cabeza para encontrar trabajadores que se empleen como camareros de barra y de mesa, así como cocineros. No es una situación excepcional de la comunidad, sino que se da en todo el país, y además es un problema ... que se arrastra en los últimos años, pero que se ha acrecentado tras la pandemia y que ahora, en plena temporada estival, se ha manifestado en toda su dimensión.
El presidente de la patronal riojana, Francisco Martínez Bergés, asegura que no quiere «enfrentamientos» con los sindicatos y esgrime para ello que el sector «nunca ha dejado de firmar un convenio colectivo». También defiende que las condiciones económicas pactadas son favorables: «Cualquier camarero puede sacarse limpios 1.186 euros al mes. Si eso es pagar mal... Una subida mayor a la que ya aplicamos, que suele ser del 2% anual, supondría que tendríamos que encarecer los servicios y desde luego el sector no está en estos momentos para ello porque las restricciones y los cierres durante la pandemia nos han generado unas importantísimas caídas del negocio» y de lo que se trata, en estos momentos, es «poder salir adelante».
El problema de la falta de mano de obra en la hostelería «lo tenemos desde hace años, pero se acrecentó con la pandemia, porque muchos trabajadores aprovecharon para cambiar de oficio a otros en los que, quizás ganan menos, pero tienen libres los fines de semana y los festivos». «Tenga en cuenta que nosotros trabajamos cuando la gente se divierte», enfatiza. Sin embargo, el representante patronal se fija en los datos de paro y de los ERTE y, a su juicio, «hay mucha gente que prefiere seguir cobrando una prestación». También se refiere a los cursos para acreditar la profesionalización de los empleados: «Los organizamos, los pagamos y no se apunta nadie».
Ana es una excamarera que, «lo último que haría sería volver a la hostelería, aunque me gusta mucho». «Lo dejé porque me planteé tener una vida más tranquila y ahora estoy preparando oposiciones: si las saco, genial, y si no, intentaré buscar un trabajo, pero de ningún modo seré camarera otra vez». Tiene 47 años y desde los 23 se ha dedicado a un sector que ha abandonado «decepcionada, porque no es la hostelería que conocí hace años». «La clientela ha cambiado mucho en el trato hacia nosotros y, en lugar de trabajar a gusto, en los últimos tiempos lo he hecho por mantener el empleo y por el jefe», con el que «sí he cumplido mi horario». Pero esta rama de actividad, añade, también ha cambiado en cuanto a las condiciones económicas que ofrece: «Yo he ganado muchísimo dinero y ahora te pagan la hora a siete euros, cuando antes era bastante más». Salvo en una ocasión, «en la que me dijeron que no me contrataban porque podía quedarme embarazada, no he tenido ningún problema en ese sentido con el resto de mis jefes».
En total, la hostelería es la fuente de ingresos para 8.654 personas riojanos, de los que 6.126 son empleados por cuenta ajena que trabajan para 2.528 autónomos. Carlos lo fue durante «más de veinte años». En total son 38 años de su vida dedicados a la hostelería en la que empezó siendo un adolescente, con quince. Luego montó un negocio propio pero, debido a la crisis financiera de la pasada década, tuvo que cerrarlo «y si no es por mis padres y por mis suegros no hubiera tenido ni para comer». Con todo, «suplicando a los amigos y conocidos del sector» pudo seguir empleado en la hostelería, eso sí, trabajando para otros y estos últimos diez años «han sido muy malos». Y es que «con 40 años de edad es muy difícil que te contraten, porque la profesionalidad se ha perdido y ahora prefieren a gente más joven, aunque no esté preparada para esta actividad ni tenga experiencia, pero como les pagan cuatro perras...».
Ana Cruz Llach (UGT-Rioja) reconoce que el convenio laboral existe, pero al margen de que «los salarios no compensan de forma adecuada el trabajo (nocturnidad, festivos, incapacidad para conciliar, etcétera), el problema es que no se cumple el convenio». Asimismo es un sector «con mucha precariedad y temporalidad, y contratados a tiempo parcial que trabajan todas las horas del mundo», por lo que resulta necesario «profesionalizarlo y dignificarlo», aunque, eso sí, «la cualificación debe ser compensada económicamente».
Ciertamente, la conciliación de la vida familiar para los empleados en la hostelería es «prácticamente imposible», señala Magdalena, quien lleva 18 años trabajando en el mismo establecimiento. De hecho, y debido a los ERTE por los que pasó, pudo pasar mucho tiempo con su hija. «Lo agradecí», asegura. Esta camarera se siente «feliz en su trabajo, porque mi jefe reconoce mi labor, cumplo el horario y eso es muy importante para mí», aunque «no me importaría cambiar de oficio ya que llevo más de la mitad de mi vida en esto y me pesa».
Marta también destaca que es un sector «que te quema». Lleva «muchos años» como camarera en «todo tipo» de negocios, «tanto de día como de noche», y asegura que, «por lo general, no se cumple el convenio y tampoco hay un control de los horarios, porque te dicen lo que tienes que fichar, aunque hagas horas de más». «Tampoco se respetan las horas de descanso que tiene que haber entre los turnos y te pasas muchos días peleando por que te paguen los excesos de horarios», asevera.
Precisamente, la mayor actuación inspectora es una de las demandas de José María González de Garay (CCOO de La Rioja) porque, «y eso se ha visto con los ERTE, hay mucha gente que cotiza por bastante menos de lo que trabaja, lo que ha tenido una repercusión en esta prestación como la tendrá en sus futuras pensiones», por lo que «volverán a ser víctimas de esta situación». Por ello «debería haber un mayor control de las jornadas, que la administración meta mano, para evitar la picaresca». A su juicio, además, el sector hostelero adolece de «precariedad, porque muchas persona se emplean en él de forma temporal, y de una excesiva rotación, lo que provoca que al final no haya profesionales». «No puede ser que cualquiera sirva para poner una cerveza; la falta de cualificación se nota pero, claro, si los empresarios la quieren, la tienen que pagar bien y en el sueldo», concluye.
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